Las rebajas salariales reducen costes y aumentan el empleo. Es una mera consecuencia de la ley de la oferta y la demanda, según la cual todo bien, servicio o factor de producción que se abarata tiende a incrementar su demanda. Y esto es así hasta que el precio se reduzca tanto que acabe por retraer la oferta y fuerce su remuneración de nuevo al alza.

La nueva contratación, que se apoyó a su vez en la demanda externa (las exportaciones crecen desde 2010 por el esfuerzo de salida al exterior realizado por las empresas tras el derrumbe del mercado interno), permitió, pese a los recortes salariales, la recuperación de la renta total del trabajo, aunque aún sigue siendo el 12% inferior a la de 2008.

La combinación de bajas remuneraciones y precariedad laboral con aumento de la masa salarial total actuó paradójicamente como estímulo de la demanda interna porque, por su insuficiencia, los nuevos salarios apenas permiten cubrir más que necesidades perentorias y no dejan margen para el ahorro. Es la llamada mayor propensión marginal al consumo de las rentas bajas.

A esto se sumó la necesidad de reposición de bienes duraderos tras años de caída del consumo, y la mejora de las expectativas para el resto de la población ocupada una vez que se dio por superada la etapa de recesión en España y en Europa, aun cuando pervivan riesgos de ralentización y de crecimiento mediocre.

La inflación negativa, la caída de los tipos de interés (en el caso de los ciudadanos endeudados) y el desplome del precio del petróleo contribuyeron a atenuar el impacto negativo de las rebajas salariales y a mejorar el poder adquisitivo y la renta disponible. Sin estos factores la devaluación salarial (que difícilmente podrá ser una apuesta estratégica del país a medio y largo plazo) hubiese sido mucho menos soportable para los españoles. Y su efecto dinamizador hubiese sido inferior.

La rebaja tributaria del IRPF en 2015 también ayudó a la demanda interna porque liberó 4.800 millones. Sin embargo, las reducciones tributarias de 2015 (IRPF y Sociedades) y los bajos salarios deprimieron la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, todo lo cual supuso el incumplimiento del objetivo del déficit público en 2015 y está sometiendo a las cuentas públicas a nuevas tensiones en 2016.