Múltiples explosiones submarinas provocan una continua expulsión de material magmático en El Hierro, a la largo de la fisura abierta en la corteza terrestre en el mar de Las Calmas, a unos doscientos metros de profundidad junto al desalojado pueblo de La Restinga. La isla del Meridiano tiene en estos momentos todos los indicativos de que en sus entrañas existe una gran cantidad de lava buscando salida hacia la superficie: un bestial nivel de CO2 en el ambiente, una señal de tremor más intensa que nunca, una deformación suficiente como para generar nuevas erupciones, un alto número de terremotos de no menos de 2 grados en la escala Richter cada día y, en La Restinga, una temperatura del agua once grados superior a lo normal en la zona en la que se produce un gran burbujeo que ha sido bautizado por los vecinos como el gran jacuzzi.

A lo largo de los últimos días se ha podido ver en El Hierro cómo desde las profundidades emergen grandes piedras impulsadas por el gas que desprende el volcán, a lo largo de las bocas eruptivas que se han podido abrir en el fondo -al menos tres-. Ayer, poco antes del mediodía, grandes piedras procedentes del fondo oceánico emergieron con fuerza sobre la superficie del mar, varios metros, acompañadas de cenizas y gases. La explosión, mucho más pequeña que las dos que se produjeron el sábado y que provocaron el desalojo del pueblo de La Restinga, de unos seiscientos habitantes aunque ya sólo quedaban poco más de doscientos, pudo ser inmortalizada por los fotógrafos que, desde hace días, hacen guardia con la cámara preparada ante la inminencia de la salida a la superficie del volcán.

Piroclastos

Los piroclastos que salieron ayer eran de gran tamaño, piedras de más de medio metro de diámetro y de una coloración marrón oscuro que fueron despedidas varios metros por los gases que desprende el volcán. A pesar de que la mancha de azufre lleva más de un mes sobre el mar de Las Calmas y el burbujeo aparece y desaparece de forma constante, los científicos estudian la posibilidad de que el edificio volcánico haya crecido con respecto a lo que pudo observar a través de una batimetría hecha hace dos semanas el buque oceanográfico Ramón Margalef. Los estudios de los científicos descubrieron entonces que a unos trescientos metros de profundidad se había abierto una fisura volcánica que tenía más de seiscientos metros de diámetro en su base, cien de alto y una boca en la parte superior de ciento veinte metros de ancho. Una disminución notable de la señal de tremor varios días después de que se produjera la salida de los primeros materiales magmáticos hizo pensar a los científicos que, fruto de un derrumbe del edificio volcánico, la boca se había cerrado y el magma había emigrado a cotas más profundas. Pero la reactivación del burbujeo en la mancha de azufre de La Restinga, en lugares muchos más cercanos al puerto, y por tanto a la costa, hace pensar que se han abierto nuevas bocas eruptivas que expulsan material magmático fruto de grandes explosiones que se producen en el fondo marino en el momento en que el magma, a una temperatura de unos 1.200 grados, entra en contacto con el agua y se une a los gases que emanan del volcán. Así se han podido ver en superficie al menos tres explosiones de material magmático sobre el nivel del mar; una ayer, de varios metros de altura, y dos más el pasado sábado, donde la mayor de ellas pudo elevarse más de veinte metros por encima de la superficie.

Edificio volcánico

Por ese motivo, los científicos tendrán que estudiar en los próximos días si el edificio volcánico, situado a una profundidad de unos doscientos metros hace un par de semanas, ha podido crecer debido a la acumulación de lava y, por tanto, haber reducido su distancia hacia la superficie. De ser así, el peligro de que se produzcan grandes explosiones que expulsen material magmático a distancias de hasta cuatro o cinco kilómetros crecería, aunque para ello la distancia con la superficie debería ser inferior a los cien metros.

Por otra parte, en el norte, en Frontera, el magma también busca salida. Aunque con menos intensidad que en las jornadas del viernes y sábado pasado, a lo largo de los últimos días se siguen produciendo un importante número de seísmos de entre 2 y 3,9 grados en la escala Richter. Esa intensidad es menor que el terremoto de 4,4 grados que, a las 20.36 del pasado viernes, pudo sentirse incluso en Frontera y Tenerife, pero los científicos alertan a la población de que en próximas horas se pueden producir terremotos de hasta 4,6 grados Richter fruto de lo que se denomina una recarga de energía. Ayer, la señal de tremor -la vibración que hace el magma al moverse bajo la tierra- alcanzó posiblemente la mayor intensidad desde que se iniciara la crisis sísmica, aunque a una profundidad no inferior a los quince kilómetros.

Por otro lado, ayer el Pevolca autorizó a los vecinos de la localidad de La Restinga a poder volver a sus hogares, pero sólo hasta las 18.00 horas. Tras el desalojo decretado la pasada semana pasada, por fin podían acceder a sus casas, pero no pernoctar en ellas.