La masa forestal de Gran Canaria se ha visto incrementada en unos 7.500 árboles en los últimos 55 meses, gracias a la labor de las más de 4.000 personas que han pasado por el programa de Voluntariado Ambiental de la Obra Social de la Caja de Canarias, que se inició en el año 2007, cuando tuvo lugar el gran incendio de la isla. Y es que tal fue el motivo con el que empezó la actividad: restaurar lo que el fuego destruyó a su paso.

"Esto comienza a raíz de aquella quema. Nosotros hicimos una propuesta de voluntariado ambiental que aceptaron, y de los más de 200.000 euros que había para la restauración de la Isla a nosotros nos dieron unos 80.000, aunque este año solamente nos han tocado unos 17.000. Al principio actuábamos solo en la zona calcinada, pero poco a poco hemos ido repoblando más áreas", comenta Alejandro Melián, administrador de la empresa Upi, encargada de labores de voluntariado de la Obra Social.

Después de más de cuatro años de actividad, han alcanzado muchos de los objetivos planteados al principio, basados sobre todo en la educación ambiental, y cuyas herramientas principales han sido el compromiso y la constancia. "Ante todo pretendemos crear una conciencia social", señala Melián.

De hecho, no solo se han dedicado a actividades de acción, sino también de formación ambiental, pues hasta el año 2010 realizaban jornadas de sensibilización en las que se presentaban las iniciativas.

"En total", asegura Melián, "habremos logrado plantar más de 7.500 árboles en unas 22 hectáreas de terreno. Habrá sobrevivido en torno al 60% de los que replantábamos. Muchos matos se mueren, pero es normal; eso sí, los que han aguantado están hermosísimos".

Las plantas las cede el Cabildo de Gran Canaria, y el voluntariado no solo se centra en su repoblación, sino también en atenderlas. "Hay otros programas de este tipo que no se encargan de regar, pues entienden que simplemente es suficiente con hacer repoblaciones y que escape lo que pueda escapar. Eso sí, nosotros solamente regamos en verano, salvo en otras épocas en las que no haya llovido", expone el administrador de Upi.

Entre las actividades que realizan, se han dedicado al mantenimiento de las repoblaciones de Artenara y Firgas, que han tenido un éxito de supervivencia considerable; la limpieza y adecuación de fuentes y bebederos para la avifauna, acción que tiene una gran aceptación por parte del voluntariado; o la captura de saltamontes para mejorar la nutrición de los pinzones, una labor además muy instructiva.

Además, el programa, con la colaboración del Cabildo, realiza también un interesante catálogo de pinos singulares, para el conocimiento y la protección de estos árboles. "Tenemos registrados cerca de 420 ejemplares. Sin embargo, hay gente que cree que los pinos son malos porque secan el monte. Nosotros defendemos que igualmente tienen su función dentro de un ecosistema", declara Melián.

"Con respecto al voluntariado", prosigue, "tenemos como 1.200 personas inscritas actualmente. Pero solamente 450 han venido alguna vez, y unas 200 son las que acuden con una cierta frecuencia. Durante estos cuatro años, habrán pasado unos 4.000 voluntarios".

En lo que a las actividades para lo que resta de año se refiere, las próximas actuaciones serán el 23 de septiembre, el 21 de octubre, el 18 de noviembre y el 16 de diciembre, en las que básicamente se replantará y continuará la catalogación de pinos.

Ante el interrogante de si esta labor tiene fecha de caducidad, Melián responde: "En principio no. Sabemos que esta es una de las prioridades de la Obra Social, pero de momento nosotros renovamos año a año", en un altruismo que, sin duda, reverdece el campo.