El centro comercial Cita se resigna, impasible, a ver pasar el tiempo en Playa del Inglés. Cuarenta y dos años después de su apertura, que tuvo lugar en 1971, pocos recuerdan el hervidero de turistas que inundaba el establecimiento pasadas las cuatro de la tarde, cuando aquellos nórdicos abandonaban las hamacas. Los dueños de los locales, a pesar de sufrir la caída en picado de la actividad, ni se plantean llevar a cabo una reforma y menos aún derribarlo.

"Con la crisis no es el momento, pero tampoco los comuneros están dispuestos a hacer ni una derrama", sentencia Cristóbal Sevilla, presidente de la comunidad de propietarios. Además cifra en un 50% la pérdida de ingresos que han experimentado los negocios en los últimos cinco años, lo que ha llevado aparejada la desaparición de cerca de unos quinientos empleos.

Aunque el próximo 27 de abril está prevista una junta general, el asunto de la renovación no figura en el orden del día. El debate sobre el derribo se abordó por última vez con el regidor de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, en su anterior mandato, pero no hubo consenso entre los comuneros. En aquel momento se habló de la posibilidad de dejar el solar para un hotel, y que en los bajos se dejará sitio para una galería comercial.

Ahora, el presidente de la comunidad y otros empresarios, como Efraín Martín, propietario del supermercado Caracas', o Pepe Marrero Sosa, que regenta los restaurantes Carlos V, comentan que para tirar el establecimiento y hacer uno más moderno como los que empiezan a hacerle la competencia, es preciso que un promotor "con dinero" afronte el proyecto.

No obstante, dudan que sea posible poner de acuerdo a tantos comuneros. En este sentido, el representante de la comunidad añade que además la cuarta parte de los 253 propietarios ni paga las cuotas, lo que dificulta el mantenimiento de las instalaciones. Estos impagos, que en algún caso son los recibos de los últimos diez años, suman unos 1,5 millones de euros. Hoy de los 280 locales sólo 210 permanecen abiertos. En la jornada matinal la desolación invade el centro. Apenas unos turistas al fresco de una terraza y otros comprando en un supermercado. La poca actividad arranca en la noche.

Concebido por el alemán Germán Ter Jung para atender la demanda de sus compatriotas que se alojaban en apartamentos y bungalós de Playa del Inglés, llegó a ser uno de los establecimientos más rentables. Cita, con una superficie de 23.000 metros cuadrados, fue el tercer centro comercial que se construyó en Playa del Inglés, tras El Veril y la Kasbah, y como en todos los centros de la época cuenta con una planta a pie de calle, otra en altura, y los sótanos, que se reservaron para las discotecas. Se vendió por módulos de 16 metros cuadrados a un precio de 300.000 pesetas , es decir a 1.800 euros. Tiendas de moda, perfumerías, joyerías, supermercados, bares, restaurantes y discotecas vivieron en el Cita su época dorada entre los setenta y comienzos de los ochenta. Incluso en Cita comenzó el desarrollo del grupo Fund Grube.

"Funcionaba todo de maravilla ", comenta Cristóbal Sevilla, al tiempo que recuerda con nostalgia los nombres de las discotecas que ocuparon el sótano como Bavaria, Number One o Klamote, y donde ahora sólo triunfan cinco locales de intercambio de parejas , y algún que otro pub.

También hay un local para fiestas que lo toman de forma esporádica algunos inquilinos para organizar eventos los fines de semana. El último retoque que recibió el Cita fue hace siete años que se aplicó un cambio a la fachada. También el pasado año se sustituyó el minigolf de la entrada por un parque. Lo más deteriorado es el sótano.

Si bien la apertura de centros modernos en Meloneras o el último en El Tablero, hace más cuesta arriba la supervivencia del Cita, los propietarios coinciden en que resulta imposible que tal y como está distribuido el espacio, en pequeños locales, quiera instalarse una franquicia de moda o de alimentación que sirva para revitalizar el centro. Con todo, culpan más de sus todos males al sistema del 'todo incluido' que a la falta de una oferta atractiva y moderna.

Efraín Martín, que regenta el supermercado Caracas, es uno de los que achaca a esta fórmula hotelera la pérdida de clientela. La tienda la abrió su padre Miguel Martín, y él se hizo cargo de la misma en 1982. Confiesa que el negocio fue bien unos años, pero que lleva "treinta de decadencia porque poco a poco han ido aumentando la competencia en el sector de alimentación". Hiperdino y Spar tienen también tiendas.

También Pepe Marrero Sosa, que lleva los dos restaurantes Carlos V, uno desde 1975 y otro desde 2012, se queja de lo mismo. En su caso, primero perdió clientela cuando algunos complejos de apartamentos comenzaron a servir comida de catering hace unos quince años, más tarde sintió los efectos de las ofertas de los hoteles de pensión completa.

Pero no se rinde. Para captar clientes oferta menús por 10,90 euros, y regala el pan con alioli y un coñac. "Los turistas empezaron a pedirme que les invitara a la copa y si no lo hago se van a otro lado", subraya.