Un centenar largo de calles del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, según el estadillo diario del Servicio Municipal de Tráfico, se encuentran afectadas actualmente por cierres u ocupaciones de vía causados por obras en la calzada o aceras. El mes de agosto, considerado como el mes más liviano en cuánto al tráfico se refiere, suele ser una fecha pródiga para este tipo de trabajos pero el de este año es especialmente ajetreado en obras, ya que a las previstas por el Plan de Cooperación con el Cabildo se han juntado los proyectos del Fondo Estatal de Inversión Local para el Empleo (Feile o plan Zapatero).

El cierre hoy de calles esenciales para la circulación como Tomás Morales o Mas de Gaminde incrementa más aún la sensación de estar rodeados por obras que sufre el ciudadano capitalino desde principios del estío. El cierre de Albareda hace 15 días ya ha demostrado las carencias de tráfico que arrastra la ciudad con colapsos continuos para entrar y salir de La Isleta al taponar su acceso natural. Las autoridades municipales esperan que este efecto 'estrangulamiento' se suavice en Mas de Gaminde y Tomás Morales al no estar, como Albareda, en un cuello de botella y poder ofrecer vías alternativas tanto para el tráfico particular como para guaguas y taxis.

Lo cierto es que ni los más antiguos se recuerdan tantos cortes y reordenaciones de tráfico en la ciudad al mismo tiempo, salvo cuando se construyeron los Tramos VI y VII de la avenida Marítima. El cierre de Mas de Gaminde y Tomás Morales pondrá a prueba hoy la capacidad de las autoridades municipales para evitar la gran congestión de toda la ciudad baja tras el toque de atención que supuso el corte de Albareda con Juan Rejón.

Tampoco hay que desdeñar el tapón que forma el cierre de la calle Bernardino Correa al segar la salida de Primero de Mayo hacia la carretera del Centro y viceversa.

Ya en Ciudad Alta, los vecinos y empresarios de Siete Palmas padecen cada día los cortes de uno o dos carriles de la avenida Felo Monzón por la colocación de un carril bus que financia el Feile y que ha levantado ampollas no sólo por colapsar la principal vía del barrio, sino por eliminar además cerca de 200 plazas de aparcamiento al aire libre en una zona muy demandada.

Otro barrio acosado por las obras es Vegueta, donde la remodelación del entorno de la Catedral que financia la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias mantiene cerrada la calle Espíritu Santo, parte de Obispo Codina y Reyes Católicos. En La Paterna pasa otro tanto con las calles Chapí, Barbieri y Ataúlfo Argenta.

En cuanto a los plazos, salvo Albareda, el resto de las obras tiene fecha de caducidad para mediados o finales de septiembre e incluye alguna de ellas en octubre, por lo que el temido comienzo del curso escolar, el 9 de septiembre, cogerá de lleno a padres y guaguas en la carrera de obstáculos en la que se está convirtiendo la circulación por la capital.

Por si fuera poco, en septiembre se unirán a los barrios y calles ya cerrados nuevos cortes en zonas como Los Tarahales, La Minilla Baja o el entorno del teatro Pérez Galdós, que se levantará entero para reponer el saneamiento y eliminar los malos olores que apestan la zona.

Otras obras que van a causar molestias, aunque su duración es mucho menor que las anteriores, son las de repavimentación de calzadas en barrios de Tamaraceite, Tafira y el Cono Sur, una de las inversiones más importantes del Feile con casi dos millones de euros, que se han parado durante unos días, pero que ya tienen fecha de comienzo a finales de mes.

Con esta previsión de fechas, el Ayuntamiento ha aprendido la lección de Albareda y ya planifica las correspondientes campañas de información para evitar nuevos motines vecinales como el de La Isleta. "Hemos subsanado ese déficit de comunicación con los vecinos y comerciantes de Tomás Morales y Mas de Gaminde y lo mismo haremos con otros barrios como cuando le toque al entorno del teatro Pérez Galdós que también será una obra complicada", dijo en este sentido hace unos días el director de gobierno de Presidencia, Sebastián Franquis.

Con este panorama, a los conductores sólo les queda armarse de paciencia durante el comienzo del otoño.