Fue una tarde larga la del 25 de junio de 2010. Jamás pensó un inspector de policía que al salir del trabajo camino de su casa se iba a encontrar de frente con un Audi A6 de color azul que circulaba en dirección contraria. Pero, sobre todo, jamás pensó en el lío en que se convirtió lo que, de haber sido cualquier otra persona la que circulara en sentido contrario, no habría pasado de ser una más de las cerca de quinientas detenciones que ha practicado la Policía Nacional en Canarias por delitos contra la seguridad vial.

El embrollo, que ha generado una crisis sin precedentes en las relaciones de los representantes de los cuerpos de seguridad del Estado en Canarias, se inició en el momento mismo de la detención de la esposa del general del Ejército. Antes de que se presentara en el lugar de los hechos la Policía Nacional y la Guardia Civil, hizo acto de presencia un teniente coronel del Ejército, "subordinado de mi marido", como declaró la propia conductora en el juzgado.

Ya por la tarde, en la comisaría de Distrito Sur, una veintena de militares, muchos de ellos mandos de relevancia, se agolpaban en la puerta expectantes sobre la situación de la esposa del general. Dentro, la Guardia Civil trataba de hacerse con el control de las diligencias con el argumento de que "nosotros somos los competentes en materia de tráfico"; y también: "Esto es una sanción administrativa", no un delito.

Tras un tira y afloja entre los dos cuerpos, la Policía Nacional no cedió y continuó con la tramitación del expediente, se le tomó declaración a los testigos y se envió el atestado al juzgado. Cuando el inspector salía de la comisaría, un militar sentenció: "Ahí va el pájaro".