El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) ha detenido a uno de los estafadores por Internet más activos de España. Se llama Aridane Ruiz Mejías y perpetraba sus engaños desde Las Palmas de Gran Canaria, siempre por medio de la Red y en cantidades que no superaran los 400 euros. De esa manera su actuación se quedaba en una falta y no llegaba a la categoría de delito, dificultando así la persecución del fraude.

Y es que Aridane Ruiz sabía lo que se traía entre manos. No sólo evitaba pasarse de esos 400 euros en cada golpe, sino que elegía a sus víctimas en la Península para dificultar la labor de los investigadores. De esa manera lograba la atomización de las denuncias presentadas contra él, es decir, los jueces abrían diligencias en los puntos más remotos de España, pero esas causas estaban condenadas al archivo porque las faltas prescriben a los seis meses, nadie establecía una conexión entre los pequeños engaños y muchos afectados optaban por no denunciar el timo.

Así ha engañado a centenares de personas por todo el territorio nacional, hasta el punto de que existe un perfil en Facebook con su nombre para alertar a los usuarios de la red social. Ese perfil, que responde al enunciado de Todos contra el estafador Aridane Ruiz Mejías, cuenta con un centenar de seguidores, aunque la ristra de potenciales estafados es casi inabarcable: su nombre completo arroja más de 35.000 resultados en la Red, la mayoría en foros especializados o en blogs creados para destapar el fraude.

Los investigadores consideran que Aridane lleva actuando de esa manera durante los últimos cinco años, un modus operandi que se ha traducido en un alto nivel de vida, principalmente gracias a un goteo de ingresos permanente que iban a parar al sumidero del juego. Fuentes conocedores del caso aseguran que usaba el dinero de las estafas para sufragar problemas de ludopatía.

Así hasta que el asunto se le fue de las manos y el Grupo de Delitos Tecnológicos de Las Palmas consiguió agrupar varias denuncias que desembocaron en la primera condena seria contra Ruiz: cuatro meses de cárcel por estafar en 2008 y 2011 a dos personas en Valencia. A la primera le cobró 65 euros por una videoconsola Wii que nunca entregó tras recibir el dinero de la compra mediante una transferencia. Con la segunda se embolsó 120 euros al poner en venta un iPhone 4 que jamás llegó a su destinatario.

Ese juicio se celebró el pasado 19 de abril en el Juzgado de lo Penal número 1 de Las Palmas de Gran Canaria y acabó en una sentencia de conformidad, pues el acusado reconoció que era un profesional de la pequeña estafa en la Red. Según el fallo judicial, entre 2008 y 2011, "con ánimo de obtener el mayor beneficio patrimonial ilícito posible", introdujo varios anuncios en la página segundamano.es para engañar a una "pluralidad de compradores". Ofrecía móviles de última generación y videoconsolas de las que carecía porque no pensaba entregarlas en ningún caso. Luego contactaba con los interesados a través de la web y cerraba las operaciones mediante conversaciones telefónicas o correos privados. Siempre imponía la misma condición: pagar por anticipado la mitad del precio fijado en el anuncio, que "en ningún caso superaba los 400 euros".

El acusado admitió los hechos en la vista oral y la juez aceptó penarle con cuatro meses de prisión en lugar de los seis que solicitaba el fiscal. Pero Aridane siguió adelante con los timos, esta vez con el Grupo de Delitos Tecnológicos tras sus talones, hasta que finalmente han relacionado y acumulado varias denuncias, las cuales posibilitaron el arresto de Aridane el viernes de la semana pasada. El Juzgado de Instrucción número 5 de la capital lo dejó en libertad, pero imputado por un delitos de estafa y sujeto a la prohibición de publicar más anuncios de ese tipo en Internet. Las fuentes consultadas apuntan que se enfrentará a una pena de varios años de cárcel, tanto por sus antecedentes como por la acumulación de denuncias.

Entre las fisuras del sistema

Los investigadores policiales y judiciales calculan que Aridane Ruiz Mejías lleva cinco años perpetrando la misma estafa, cinco años aprovechándose de las debilidades del sistema para timar pequeñas cantidades de dinero por toda España sin levantar sospechas. Lo logró gracias a la inexistencia de un registro de faltas que agrupe este tipo de infracciones y sirva de consulta a la policía, pues siempre se preocupaba de no estafar más de 400 euros para no cometer delitos. Además, las víctimas siempre eran de la Península, por lo que las denuncias interpuestas acababan desperdigadas por los juzgados de media España, entre otras tretas. M. R.