Los hay que piensan que la mejor manera de conocer un lugar y sus gentes es subirse al transporte público. Afortunadamente, ninguno de los de la delegación del jurado de la Capitalidad Cultural Europea tuvo semejante idea el pasado domingo, porque habríamos sepultado para siempre todas nuestras posibilidades y ambiciones.

La sequía de guaguas en esta ciudad durante las fiestas de guardar es impresentable, y afecta incluso a arterias fundamentales como la línea 2. Si a usted no le asiste un coche oficial ni tiene pasta para taxis, deberá hacer sus planes dominicales con una horquilla de al menos 45 minutos, guagua mediante. Muy putos están los trabajos y sus jornadas para que encima pasemos nuestro día libre sentados en una parada, cogiendo nervios y maldiciendo a los munícipes y su parentela.

A ver si Cardona y su equipo, con el ímpetu que se presupone a los que llegan fresquitos a un cargo, cogen este toro por los cuernos. Aspiramos a la excelencia cultural europea y no tenemos ni un servicio de guaguas decente. Hasta las espirales de Chirino se desenroscarían de desesperación si tuvieran que esperar una guagua en domingo.