Opinión | Retiro lo escrito

Sánchez sube la apuesta

La ministra Ribera se solidariza con Sánchez: "Ni él ni su familia merecen esto"

La ministra Ribera se solidariza con Sánchez: "Ni él ni su familia merecen esto"

La carta de Pedro Sánchez, en la que anunciaba que suspendía su agenda de trabajo para reflexionar si continuar o no en la Presidencia de Gobierno cumplió perfectamente su primero objetivo: que no se hable de otra cosa. Esta misiva solo puede obedecer a dos lógicas: o bien la esposa del presidente, Begoña Gómez, tenía detrás materia judicialmente inflamable, o Sánchez ha iniciado una compleja y arriesgada operación marketinera para apagar definitivamente el más o menos artificioso escándalo alrededor de su mujer.

Si se me permite hablar del asunto como meatintas de provincia, y visto lo publicado en ciertos medios, no observo ningún comportamiento delictivo en los tejemanejes de la señora Gómez. Absolutamente ninguno. Lo que se me antoja evidente es que fue muy imprudente y que en alguna de sus cartas se desprende cierto ligerísimo perfume de recomendación. Es inapropiado e inelegante si se quiere, pero nada delictivo. Sin embargo, un juez de primera instancia ha decidido aceptar la denuncia de Manos Limpias –una organización con problemáticas relaciones con cualquier verdad– y abrirá una investigación a Gómez por presunto tráfico de influencias y corrupción. De nuevo: la denuncia, muy posiblemente, tendrá un cortísimo recorrido en el sistema judicial, a menos que la investigación judicial descubra una enormidad insospechada, algo harto dudoso.

Pero que un presidente del Gobierno tenga a su esposa sometida a investigación judicial es grave. Y desgasta lo suyo. El anuncio del presidente Sánchez no supone el prólogo de una decisión política. Es el primer paso de una decisión ya tomada y diseñada. Dicho brevemente: nadie notifica la apertura de una reflexión si no es para que otros interfieran en ella. Es como un suicidio. El suicida no avisa el día, la hora, el minuto, el lugar ni el procedimiento del suicidio. Sánchez anuncia que se retira a reflexionar para provocar una reacción drástica y cargada de dramatismo a su favor. Para callar los flancos críticos abiertos en un pasado reciente o de ahora mismo (las descalificaciones de la gerontocracia felipista, las críticas a un PSOE que ya no intenta ganar elecciones, sino apoyar a sus socios) y para tensionar y movilizar a toda la organización socialista en su defensa como líder insustituible y en la defensa de su Gobierno. Y no solo, como es obvio, se dirige a su partido, sino también a sus socios parlamentarios, porque sin Pedro Sánchez, y abocados a unas nuevas elecciones, el riesgo de que todos pierdan su influencia, su poltrona y su nómina deviene extremadamente elevado.

El gran jugador sube la apuesta y advierte a todo el mundo, empezando por los suyos, que solo el sanchismo puede mantener al PSOE vivo y coleando, que solo la estrategia sanchista puede atender razonablemente a las fuerzas independentistas de Cataluña y el País Vasco y a la vez garantizar la continuidad de un gobierno progresista. Y el PSOE va a responder. Es una organización disciplinada y altamente profesionalizada que cumplirá lo mejor posible lo que espera su secretario general: un apabullante movimiento plebiscitario sobre su persona. Que incluya, por supuesto, manifestaciones entre otros gestos de apoyo. Que salgan los actores, los músicos, los escritores, los cineastas que nos deben todo o nada. Que los medios afines afinen todas sus terminales. Que si es imprescindible se reúnan 200.000 personas en la plaza Colón bajo una gigantesca pancarta con temblorosa caligrafía de huérfanos: Pedro, no nos dejes solos. Y que este ambiente de exaltada y orgullosa reivindicación cesarista se mantenga hasta que se celebren las elecciones catalanas y europeas. En las europeas, como mínimo, empatar con el Partido Popular. Arrebatarle definitivamente (a Núñez Feijóo y sus aliados políticos y mediáticos) la fe en que están a punto de sentarse en el Consejo de Ministros. Todo o nada para el rey de la timba más astuto y osado de la reciente historia de España.

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