Sin dolor y sin hematomas. Uno de los avances más destacados de la Medicina Estética en la actualidad es la utilización de las microcánulas para acabar con las arrugas faciales. Esta técnica fue una de las novedades presentadas en las Jornadas Canarias de Medicina Estética, que se celebran entre ayer y hoy en el Hotel Gloria Palace San Agustín y que reúne a medio centenar de especialistas.

Con las microcánulas se ahorran muchos pinchazos y por tanto mucho dolor, tampoco dejan marcas ni hematomas que, pese a que son temporales, se convierten en la prueba indiscreta del procedimiento. Mientras que con la aguja es necesario realizar múltiples inyecciones, con la cánula basta pinchar en un punto y se abarca un área de tratamiento.

La cánula, utilizada normalmente para inyectar ácido hialurónico, es igual en grosor y diámetro que la aguja, pero es más larga y flexible, dispone de diferentes tamaños y grosores, según el producto a inyectar, y tiene una punta redondeada que no traumatiza.

"Con esta técnica se evitan los hematomas y los pacientes pueden hacer su vida normal al día siguiente porque a las 12 horas desciende la hinchazón", explicó ayer el doctor Fernando garcía Monforte, presidente de la Asociación Canaria de Medicina Estética (Acame), organizadora de estas jornadas que continuarán hoy con varias conferencias y talleres teórico-prácticos.

García Monforte mostró en directo ante sus colegas esta novedad utilizando para ello una modelo. "Produce menos dolor porque son menos pinchazos y porque causa menos daño el paso de una cánula que de una aguja", señala el especialista que reconoce que, entre otras ventajas, las cánulas permiten un mayor control en la inyección del producto y trabajar el rostro sin desgarrar los tejidos ni romper vasos ni capilares.

La punción previa a la introducción de la cánula se lleva a cabo con una aguja del mismo diámetro y una vez introducida se puede mover radialmente en todas las direcciones. "El punto de entrada tiene que estar un poco alejado de la zona concreta a tratar", sostuvo García Monforte que recomendó quitar bien las señas realizadas con rotulador para que el paciente no se dañe él mismo posteriormente, así como masajear la zona, enfriarla y acudir a revisión dos semanas después.

Los grosores de las cánulas oscilan entre los 0,3 y 0,5 milímetros, similar al de las agujas. Los productos que se pueden utilizar son de densidades distintas, como vitaminas, ácido hialurónico, beta fosfato, tricálcico o hidroxiapatita cálcica. La técnica se utiliza hoy en día para suavizar el arco nasogeniano y dar relieve a los pómulos. Asimismo, es recomendada para difuminar las arrugas del rictus nasogeniano y especialmente en pieles de personas mayores que ya han perdido grasa facial y han visto cómo se le han ido desinflando los pómulos.

Los especialistas que ya utilizan esta técnica opinan que con el paso del tiempo acabará desplazando a las tradicionales agujas. Todavía hay muchos médicos estéticos acostumbrados a las agujas que recelan de esta novedad, pero, según comentan sus colegas, en breve la preferirán.