Nos vamos desmembrando todos, poco a poco, pero todos. Porque Joaquín no era solo una individualidad, era también parte de un todo.

Y todos, comenzamos allá por los años setenta, cuando la primera promoción empezaba a andar en la recién creada Escuela de Arquitectura. Él como alumno, yo como profesor novato.

Y todos juntos comenzamos a crear el Departamento de Urbanística, aprendiendo y enseñando, para formar una masa densa que diese solidez a un concepto unitario, que asumimos, de la arquitectura inserta en el urbanismo.

A finales de los ochenta Joaquín tuvo la osadía de responsabilizarse de la publicación de un libro que, con la contribución colectiva, se llamó Universidad y Ciudad. A la sazón era ya director de la Escuela.

Pero, en paralelo teníamos un medio de expresión más cercano y más comprometido, Cartas Urbanas, que tenían el doble sentido de las epístolas y las cartas náuticas. Porque desde principios de esa década nos lanzamos a comunicarnos y a relacionarnos con el exterior: Italia, Polonia, Francia?. Y que se prolongó en el tiempo hasta el año 2005.

Joaquín también fue osado en irse a Inglaterra para completar su tesis doctoral con el profesor J.F. Turner. Y más osado aun, yéndose un año a Harvard (USA) con el profesor Peter Rowe, en busca de una madurez que le permitió en los años siguientes llegar a la condición de catedrático.

Desde los años ochenta hasta el dos mil y tantos, fuimos consolidándonos con una actividad intensa de intercambio de ideas y conocimientos. Nos convertimos en un todo y éramos un grupo que trabajábamos unos para otros.

Esta unidad dio paso a una cordialidad y amistad que nos permitió intimar y traspasar los límites de la pura profesionalidad. No solo éramos compañeros, también éramos amigos.

Joaquín nunca dejó de publicar y organizar eventos internacionales, trayendo a destacadas figuras de la disciplina. Aparte, participaba todos los años en alguno, allende de nuestras fronteras, para reciclar y actualizar sus conocimientos.

La labor académica, sin embargo, no le impedía su contacto con la realidad. Joaquín tuvo la oportunidad de hacer el Plan de barrios para Las Palmas, para arreglar la complejidad de la marginación urbana. Años más tarde asumió el encargo de Plan de Ordenación de La Laguna, todo un reto profesional. Y más aún, en compañía de Elsa Guerra, tuvo tiempo para acercarse con mayor responsabilidad a la arquitectura, entre cuyas obras destaca su colaboración en el edificio Woermann.

Pasó un tiempo en que falleció nuestro compañero Alfredo Bescós; hace unos años yo me he jubilado y, ahora, te ha tocado a ti, Joaquín. Todos nos hemos quedado casi huérfanos. Serán las siguientes generaciones quienes tendrán la misión de buscar nuevos cauces, pero tu ausencia se hará notar, no lo dudes.

Todos, progresivamente, nos fuimos deshilachando. Y hoy, cada uno, ha empezado a seguir caminos con derroteros propios.

Pero si a Alfredo Bescós le guardamos una silla, no te preocupes, que ahora serán dos. Como dije alguna vez, la vida nos la arrancan a jirones y el dolor que deja se mantendrá en la intimidad de cada uno.

Mirando hacia atrás y con la esperanza de que nos veas.