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Cazadores de sombras

Los grancanarios Frank Rodríguez y Antón Fernández llevan desde 1999 recorriendo el mundo para observar cada eclipse total de Sol

Eclipse total de Sol en el desierto de Gobi, en China. LP/DLP

Frank A. Rodríguez lleva la astronomía en la sangre. Desde muy pequeño se escapaba al patio de la casa por la noche, en Cueva Grande (San Mateo) y su madre se lo encontraba allí observando el cielo. El grancanario y fundador de la empresa Astroeduca y de la Asociación Saros Expediciones Científicas, se recorre desde 1999 el mundo en busca de eclipses totales de Sol, junto a su socio el físico Antón Fernández, una afición a la que se sumó en 2006 Oscar Martín, un Dj de Salamanca. Los tres son capaces de recorrerse medio planeta para observar ocho segundos de eclipse.

"Yo no tengo conciencia de cuando empezó mi afición por la astronomía, pero sí recuerdo cuando vi mi primer eclipse total de Luna, en Gran Canaria, a los cinco años. Además, crecí oyendo a mis abuelos hablar del eclipse total de Sol en octubre de 1959, el último que se vio en España, en nuestra Isla", afirmó este profesor de Educación Especial de Primaria, que en 1995 creó la empresa Astroeduca, cuya gestión compaginó con su trabajo en la escuela hasta 2003, fecha en la que abandonó la enseñanza para dedicarse de lleno a la astronomía.

Desde el primer eclipse total de Sol, para Rodríguez y Fernández, el 11 de agosto de 1999 en Alemania, ha llovido muchos, participando en un total de 15 expediciones, la mayoría organizadas por ellos. Pero preguntarle a Frank por el más espectacular que ha visto, es como decirle a un padre a qué hijo quiere más. "Cada eclipse es diferente y es imposible quedarme con uno solo, de hecho mucha gente, incluida mi familia me dice, ¿para qué vas a otro eclipse si todos son iguales? Pero cada uno es especial, primero porque se producen en lugares distintos y, además, porque la estructura de la corona solar es totalmente diferente, son vivencias únicas".

De cada experiencia tiene infinidad de anécdotas, como la del eclipse total de Sol del año 2001, en la frontera entre Angola y Zambia. Alquilaron en Lusaka una furgoneta y se adentraron 600 kilómetros en la selva, "con un rifle para protegernos, que luego nos enteramos que no funcionaba", y acamparon en tiendas de campaña sin protección, en una zona rodeada de elefantes, leones, junto a un río con hipopótamos y cocodrilos...

"Estábamos acostumbrados a Gran Canaria donde lo más peligroso que nos encontrábamos eran los conejos en la Cumbre, y no éramos conscientes del peligro, de hecho cuando íbamos en el coche nos bajamos para que no rozara, y al minuto de subirnos pasó un par de leones por allí corriendo. Fue una experiencia que recordamos sobre todo porque fue el primer eclipse total que vimos, ya que el de Alemania (1999) se nos nubló; y además lo pudimos observar en unas condiciones excelentes, con un cielo totalmente despejado, y en un lugar único", recordó el astrónomo.

El 29 de marzo de 2006, participó en una expedición en la frontera entre Libia y Egipto, a la que se sumó por primera vez Oscar Martín. El Gobierno egipcio preparó una zona en el desierto para observar el eclipse total de Sol, a la que acudió incluso el entonces presidente Mubarak. "Vino en helicóptero y montó allí una polvareda impresionante antes de comenzar el eclipse, al que asistieron más de 4.000 personas. Fue un espectáculo porque la corona era muy bonita, una de las más impresionantes que he visto", indicó Rodríguez.

También resalta el del 1 de agosto de 2008, a más de 50 grados de temperatura en el desierto de Gobi, en China; o el del 11 de julio de 2010, en el atolón Tatakoto en la Polinesia Francesa, junto a la Isla de Pascua. "Estábamos en medio del Pacífico, en la nada, en un atolón donde apenas vivían 30 pescadores, lleno de palmeras, cocoteros, playas de coral..., y España jugando la final del Mundial de fútbol. Como teníamos 12 horas de diferencia, cuando finalizó el eclipse a las 8.30 horas de la mañana, los lugareños nos trajeron un monitor con una antena parabólica y pudimos ver la prórroga y el gol de Iniesta".

El 14 de noviembre de 2012 asistieron a otro de los eclipses más espectaculares que recuerdan, en el desierto de Australia, cuya logística la habían preparado con tres años de antelación. En aquel momento, la mayoría de las expediciones científicas se quedaron en Cairns, en el noreste, pero los grancanarios decidieron desplazarse porque, tras los estudios que fueron haciendo año tras año, de las condiciones meteorológicas y los mapas del tiempo, detectaron que se podían crear nubes de evolución y se adentraron casi 800 kilómetros hacia el interior del desierto. "Oscar, que es un crack, llevaba casi memorizada la carretera por el Google Maps. Llegamos y vimos el eclipse en medio del desierto australiano, fue perfecto".

No puede decir lo mismo de la expedición de noviembre de 2013 al Lago Turkana, entre Kenia y Etiopía, "donde los científicos consideran que es la cuna de la humanidad", para ver sólo los ocho segundos que duraba el eclipse total de Sol. "Después de más de 15 días de viaje, el cielo se nubló diez minutos antes del eclipse. Estaba completamente despejado, pero vino una tormenta de arena que nos tiró los telescopio y perdimos los ocho segundos de totalidad que es lo que íbamos buscando".

En marzo de 2015 fueron los únicos españoles que participaron en una expedición para ver un eclipse de Sol desde un avión, sobre las Islas Feroe (Atlántico Norte". Dos aviones salieron desde Dusseldorf, y con un software asociado al GPS, la aeronave, de forma automatizada, seguía el eclipse desde el aire. "Fue una de las experiencias más impresionantes que he vivido, lo contemplamos a 11.000 metros de altitud, viendo venir la sombra de la luna y como te atraviesa. Vimos la corona solar mucho más amplia, en un cielo bastante más oscuro".

El último fue el de este año, en Las Molucas, en Indonesia, el 9 de marzo, en una isla muy pequeña, Pulau Mare, "perdida en medio de la nada y rodeada de volcanes echando humo, un espectáculo".

El próximo destino, que ya está preparado desde hace dos años, será Casper, en Estados Unidos, concretamente el 21 de agosto de 2017. Esta será la expedición más grande organizada por Saros, con 30 plazas. También será especial porque Frank Rodríguez viajará junto a su mujer y su hija. "Llevo ahorrando cinco años para llevarlas, y será el primer eclipse total de Sol de mi niña, que entonces tendrá nueve años, a ver si luego se engancha con su padre a ver eclipses", indicó sobre su hija, que lleva el nombre de Amalthea, la quinta luna de Júpiter. "Lleva toda la vida viendo como su padre se marcha de expedición 15 días a la cochinchina y le prometí que la llevaría a la de Estados Unidos, y luego vamos unos días a Disney World".

De momento, quedan 12 plazas para esta expedición, que se celebrará en agosto, y cuyo coste ronda los 5.000 euros. Se trata de un viaje de 15 días por Estados Unidos, donde además de ver el eclipse en Casper, Wyoming, visitarán lugares como San Francisco, Las Vegas, el Cañón del Colorado, Florida, Orlando o Cabo Cañaveral.

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