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Entrevista a Lorenzo Esma

"Las empresas debemos colaborar para que los que quieran, puedan"

"Tenemos que acabar con los prejuicios, fijarnos en las personas y sus competencias, no en sus circunstancias", asegura el gerente del centro comercial El Mirador

Lorenzo Esma en la sede de MeSumaría en El Mirador. SABRINA CEBALLOS

Tanto El Mirador como usted a nivel personal cumplen con un compromiso social.

Dentro de la responsabilidad social corporativa, existe la que tienen las empresas a la hora de asumir proyectos y de incluir dentro de su cultura ese ámbito de actuación como política, y la que tienen las personas que la integran con su voluntad de llevarlo a cabo. En mi caso, considero que estoy bastante sensibilizado con ciertos temas de responsabilidad social y colaboro con oenegés y proyectos. Si además la empresa me permite desarrollarlo dentro pues mucho mejor.

La relación con MeSumaria es un ejemplo claro.

Exacto. Es un proyecto sin ánimo de lucro de aprendizaje para la vida destinado a personas de colectivos minoritarios de la sociedad y al que apoyamos cediéndoles un local donde desarrollar su actividad sin coste económico. La experiencia ha sido muy positiva porque vemos como los alumnos cumplen sus expectativas y como se han unido otras empresas a la causa con un programa de prácticas. La idea es que la gente se prepare, recupere la autoconfianza y se forme para adquirir las competencias que las entidades demandamos, para que tengan un puesto de trabajo o la oportunidad de ser vistos.

¿Lo que comenzó como una colaboración se ha convertido en un vínculo más personal?

Sí, al final me suelo identificar mucho con estas causas. Como centro comercial hemos llevado muy de la mano a los alumnos, trabajamos estrechamente con la directora y profesores y contrastamos opiniones con ellos. Aporto, de manera particular, una visión más empresarial sobre hacia donde creo que podría enfocarse el proyecto para la búsqueda de recursos. Creo que las organizaciones tienen que colaborar y no mostrase ajenas a los problemas que nos rodean.

¿Cree que en la actualidad las empresas buscan más calidad humana que profesional?

Creo que sí. Cada vez es más importante que los trabajadores tengan competencias relacionadas con valores humanos que unas habilidades profesionales que se pueden enseñar y adquirir. Se trata de aspectos relacionados con el crecimiento personal, empleados con esos valores y que además tengan iniciativa, sepan desarrollar estrategias, propongan proyectos y no tengan miedo, huyendo de la figura de ese soldado que ejecuta órdenes.

Muchos de los que buscan empleo se quejan de que no existen oportunidades laborales sin experiencia.

Es una pescadilla que se muerde la cola, pero en las organizaciones está cambiando el concepto y desde Recursos Humanos ya no se valora tanto una entrevista curricular por experiencia como una competencial en la que se muestra las competencias que se han ido adquiriendo en la vida y aplicables a cualquier profesión. Además, muchas empresas prefieren que sus futuros empleados no tengan experiencia, porque esta puede ser buena, pero también mala con hábitos que marcan negativamente y que la nueva organización no demanda.

Cada vez más entidades privadas apuestan por tener espacios de formación.

Sí, porque aquellas que no quieran fracasar tienen que tener claro que el capital más importante que poseen es su personal y tienen que apostar por conservarlo, formarlo, hacerlo mejor y cuidarlo.

¿Considera que las compañías deberían de comprometerse más con las personas en riesgo de exclusión social?

Desde luego, pero no me gusta llamarlas así porque, al final, cada cual es él y sus circunstancias, y a una persona en un momento determinado le ha podido tocar una realidad que le obliga a estar donde está. Tenemos que ponernos en los zapatos de los demás, ayudarlos e intentar que vuelvan a contribuir en la sociedad. Desde las empresas tenemos que apostar por fijarnos más en las personas y en lo que puedan aportar que en sus circunstancias.

¿Qué hay que cambiar para que eso ocurra?

Existe la gran barrera de los prejuicios y hay que acabar con ella. Hay que apostar por confiar en que todos podemos llegar al éxito en una profesión, creyendo en las personas y en sus competencias.

Es de Jinámar, ¿qué opina sobre la realidad del barrio?

Es una zona en la que se acumularon habitantes con perfiles y problemáticas distintas, formando un conglomerado que no se dotó de los medios, servicios y atenciones necesarios en casos especiales. No podemos esperar que formando guetos se obtenga algo que no sea problemas. Gracias a la lucha de los vecinos por salir adelante se han conseguido avances, pero se necesitan recursos por parte de las administraciones para que la gente acceda a la formación y desarrollen un proyecto de vida. El centro de todo es la educación, y el que quiere estudiar debe tener la posibilidad.

La ausencia o presencia de oportunidades en la vida pueden determinar el futuro, ¿es posible cambiar la suerte?

Siempre, pero lo más importante es que la gente no pierda la esperanza. La humanidad se ha desarrollado gracias a la lucha en los peores momentos y es esencial tener objetivos y luchar por salir adelante. Es cierto que disponer de medios es fundamental, pero creo que hace más el que quiere que el que puede. Hay gente que con pocos recursos, ganas, esfuerzo y entrega obtiene resultados. Aún así, la sociedad, las administraciones y las empresas tenemos que ayudar para que esa gente que quiera, pueda. Además, se deben cambiar los discursos derrotistas referentes a la falta de oportunidades, porque no puedes empezar la carrera pensando que vas a perderla. Al final todo sale y la gente que es buena, que de verdad quiere, tiene autoconfianza y sigue caminando a pesar de las curvas en el camino, lo consigue.

¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a esta profesión?

La verdad es que no. Cuando terminé COU no sabía muy bien a qué quería dedicarme, pero Empresariales ofrecía un amplio abanico de posibilidades. Estudié en la ULPGC y enfoqué mis esfuerzos en esto, empezando en auditorías y terminando en la gerencia de este centro comercial. En el camino he aprendido que me gusta mi trabajo y que con esfuerzo y sacrifico uno llega a donde quiere.

¿El camino ha sido fácil?

Para nada lo ha sido. Hice la mili después de la carrera y desde los 24 años que comencé a trabajar hasta ahora, con 44, no he parado. Todo desde la base, trabajando mucho y cobrando poco, así cuando empecé cobraba 85.000 pesetas. La vida es una escalera, hay que ponerle ganas y, sobre todo, ser honesto. Las formas siempre se acaban encontrando, no hay que caer en desánimos y luchar, porque la suerte no va a pasar por tu vida y sonreírte, hay que salir a buscarla. Siempre, aunque no tengas claro hacia donde quieres ir, deber seguir caminando.

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