Tienen cuatro hijos, 32 años, carecen de trabajo y luchan a brazo partido contra una grave enfermedad hematológica que sufre el joven.

Piden una vivienda que reúna las condiciones para que no se complique su estado de salud: “O pagamos la casa o los niños no comen”.

Óscar ha sido sometido a un trasplante de médula pero lo rechazó; pronto se someterá al segundo con su hermano como donante”.

Óscar Sánchez tiene 32 años, cuatro hijos entre los 13 meses y 8 años y una mujer, Aránzazu Armas, de 30. EL hijo mayor es de Ara pero para Óscar es un hijo más. Ambos llevan dos años luchando a brazo partido contra la enfermedad que sufre Óscar, un LNH-T- NOS, cáncer hematológico calificado como uno de los más agresivos.

En julio del 2013 el chico se sometió a un trasplante autólogo de médula pero lo rechazó. Pronto se someterá a un segundo para tratar de controlar su diagnóstico. En esta ocasión el donante será su hermano gemelo. Hace dos años que una serie de alteraciones, incluido la pérdida diez kilos en un mes, aconsejaron un estudio y el diagnóstico fue el ya mencionado. Esa es la tragedia que viven Óscar y Ara pero no es la única. El dinero que cada vez entra en el casa son 700 euros, los que recibe el enfermo por su incapacidad absoluta en base a su grave enfermedad. Y nada más. A ella se le terminó hace dos meses el preparo; 400 euros. De los 700 euros tienen que alimentar a 4 hijos, pagar un alquiler de 300 euros y que con el agua y la luz se remonta en 500 euros. Lógico que estén desolados porque los médicos del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín le han dicho a Oscar que tiene que llevar una vida ordenada, una alimentación variada, que no altere su estado de ánimo, que debe llevar un tratamiento riguroso y tener mucho de descanso. Es un enfermo muy delicado.

“Pero no puedo…tengo que buscarme la vida para darle de comer a mis hijos…”. La quimioterapia a la que Oscar se somete cada tres o cuatro semanas lo deja bajo mínimos. Son muy agresivas y apenas le dan tregua para recuperarse de una a otra sesión.

A todo eso hay que añadir que en un mes y pico la familia debe abandonar la casa en la que viven porque la dueña lo ha decidido de manera que Ara y Oscar estos días deben buscar nueva vivienda, con la particularidad de que no tienen en duro. “Los vecinos de Trasmontaña (Arucas), donde vivimos, nos ayudan mucho pero no podemos pagar una casa; o pagamos el alquiler o le damos de comer a los niños y desde luego los niños son lo primero”. Los servicios sociales de Arucas o el área de Vivienda no deben conocer a fondo el problema de esta familia de lo contrario no se entiende una situación de precariedad como la que sufren Óscar, su mujer y sus cuatro niños. No tengo la menor duda de que si ahora mismo hay alguien que sea merecedor de una casa son estos padres. El dice haber acudido al Ayuntamiento de Arucas a solicitar una pero entona su mea culpa: “he ido poco porque estoy muy cansado…no puedo estar mucho tiempo de pie, estoy enfermo y sacar un papel, ir de acá para allá, me cuesta un gran un esfuerzo”.

Hace poco dejaron de pagar la luz y los recibos de dos meses se los sufragó Caritas, un gesto que agradece como agradece igualmente a los vecinos que tocan en su casa y les dejan comida, pañales…”Llegan a casa y me llenan la nevera, son maravillosos mis vecinos”. Es muy importante que la familia viva en una casa sin humedades, en muy buenas condiciones, porque tienen que afrontar el segundo trasplante de Óscar con las máximas garantía higiene posible; una infección lo complicaría todo.

“Nos queremos casar”

La entrevista con Óscar y Ara tuvo lugar en su coche, con dos de sus hijos saltando por los sillones. Ara llora cada vez que los mira, cada vez que muy bajito dice que la enfermedad de Óscar es “muy mala…”. Delgada, muy delgada, con ojos grandes bañados en lágrimas, cuenta que quiere casarse con el padre de sus hijos porque “hemos luchado tanto juntos, hemos pasado momentos tan duros desde que nos conocimos hace 6 años que nos ha unido mas. Es muy bueno”. En eso Óscar, que juega en la acera entreteniendo a uno de los niños, se asoma y la ve llorosa; “Ara es joven y tiene derecho a una vida mejor…no hemos tenido suerte, pero claro que nos vamos a casar y yo me voy a curar. El segundo trasplante saldrá bien, seguro, pero debo estar tranquilo, con la tranquilidad de que a mis niños no les falta la comida”.