Cuando una tarde me senté con una familia de Marpequeña sabía que debía tener una cosa clara, poner distancia y blindar mi entereza. La indignación y el dolor del duro relato costó hilvanarlo después de escuchar tanto reproche y tanto pasado turbio e intoxicador. Les sitúo. Un joven de 21 años muere y el presunto autor es su primo, de su misma edad. Todo parece indicar que el odio germinado en las familias tuvo mucho que ver con el trágico final. Siete personas nos citamos ese día; cada una contó una página del suceso cuya crudeza superaba al anterior. Cerramos la casa a cal y canto y hablamos. Hermanos, madres, primos, tíos contaron mil detalles del suceso.

El corazón y el dolor conducían la charla. “Ella”, la tía del fallecido, dice la hermana, “no fue capaz de socorrer a mi hijo cuando estaba en la acera”. Si leo despacito las declaraciones que los testigos realizaron horas antes en el Juzgado creo estar leyendo un libro de terror donde cada testigo, a veces sin ser consciente de la gravedad de los hechos, detalla la pelea previa al enfrentamiento y de como en el fragor de la batalla, apareció el cuchillo. Un episodio de horror que tiene el añadido de unos primos hermanos que estuvieron tan unidos que la mayoría de las fotos que cuelgan en la vivienda así lo demuestra.

Recuerdos de días de playa, de diversión. La reunión de la que hablo tuvo lugar a escasos metros, dos, tres, de donde cada día el fallecido, Simón, trabajaba mientras aguardaba ilusionado la llegada de su primer hijo; se había enamorado de Leticia y eran felices pero el odio, la incultura, los conflictos y la locura le impidieron conocer al bebé que una madrugada se plantó en el mundo. Mi wasap lo ocupa hace meses la imagen de esa criatura que saluda y alarga sus manitas como queriendo abrazar la vida. La abuela, Fabiola, está feliz pero no supera la ausencia. Ojalá que la vida del pequeño se aparte del revoltijo de desencuentros que ha presidido su entorno hasta acabar con la peor tragedia posible.

Pequeño, bienvenido a un mundo destartalado e injusto