El periodista canario José Naranjo que este miércoles regresó a Gran Canaria tras varias semanas en Sierra Leona viviendo en primera persona la epidemia de ébola que asola al país dice que la devastación del es imparable. Las crónicas de Naranjo para El País han sido espectaculares. Pepe ha dedicado los escasos días que pasa en la isla para compartirlo entre familiares y amigos. Hoy, sábado, regresa a Madrid. Dice haber vivido la peor experiencia de su vida profesional. “Dejar lo que he dejado en aquella zona, ébola, muerte, ha sido muy duro” y asegura que estamos ante “una catástrofe de una dimensión desconocida, provocada por un virus, pero alimentada por la desidia de Occidente”. Entre las muchas escenas que el periodista canario guarda en su retina refiere la de personas que han muerto de ébola y cuyos pijamas y colchonetas han sido adjudicados a otros infectados que esperaban un colchón. Dormían entre mantas, en el suelo. O recordar que los familiares de los enfermos les tiran la comida desde unos metros para evitar contagios y, señala, “porque en los hospitales no les dan de comer, apenas hay nada”. En encuentros con periodistas canarios Naranjo no duda en asegurar que la desidia de la comunidad internacional ha impedido salvar muchas vidas. “Si en el mes de marzo, momento en el que se dieron cuenta que era un brote de ébola, se hubiera producido la ayuda se estaría hablando ahora de una situación y de un escenario muy distinto, señala. Recuerda que la alerta mundial que se produjo hace pocos meses tuvo lugar tras el contagio de dos médicos estadounidenses y tras detectarse casos en Nigeria. Explica que países como Liberia o Sierra Leona, dos de los diez más pobres del planeta, parece que no le importa a nadie. El reportero llegó procedente de Senegal, país donde reside desde hace años y al que regresó tras abandonar Sierra Leona a mediados de agosto, no sin contratiempos por el cierre de fronteras y la anulación de vuelos. La visión que da de lo que ha visto y de lo que puede llegar a suceder no es esperanzadora, aunque él intenta ser optimista.

Hace años que Naranjo dice que “hasta que la miseria en África no acabe con la vida de blancos, que los muertos no sean solo negros, el mundo seguirá mirando para otro lado”. “Y la muestra”, contaba el jueves durante un almuerzo con amigos, “la tenemos en la repercusión que ha tenido la muerte del misionero Pajares. Un muerto, si, vale, pero es que ya se contabilizan por centenales los negros que han perdido la vida por la infección”. El trabajo llevado a cabo por Naranjo para El País han sido prácticamente diarias “pero yo estaba ajeno a su repercusión”. No ha dudado en afirmar que “estamos ante una de las peores crisis humanitarias que ha vivido África en los últimos años, porque se enfrenta a un enemigo del que no se conocía mucho, que ha sido capaz de crear una situación de colapso de los sistemas públicos de salud”, relata Naranjo. Especialmente en tres países como son Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia. La enfermedad ha llegado también a Nigeria y Senegal, pero a priori está más controlada. Tras más de 4.000 personas contagiadas y 2.100 fallecidos es consciente que “esto va a peor, no ha hecho más que empezar”. Especialmente, indica, porque el brote se ha producido en un lugar donde hay mucho movimiento de población y porque la comunidad internacional ha reaccionado tarde y mal.

Asegura que le sorprendió los enfoques que se tuvo de la enfermedad desde Occidente, orientada más a si repatriar o no a los cooperantes o hacia “el blindaje de las fronteras, cuando el problema real estaba y sigue estando ahí”. El periodista freelance considera que en esta epidemia ha habido un doble error de la comunidad internacional. Por un lado humanitario, al no pensar que los que están muriendo son seres humanos; y por el otro estratégico, al no darse cuenta que estamos en un mundo global donde ya no se puede pensar en países ni en continentes.

Para explicar la dimensión de la incongruencia sobre esta enfermedad Naranjo asegura que la mejor comparación es la de un incendio, con muchos focos, donde se apagan unos y aparecen cinco. Relata que en lugar de ir a sofocar el fuego en la casa donde se ha producido, se dedican a proteger la vivienda de al lado, pero que es inevitable que la llamas se extiendan. Aún así considera que parece que ahora el mundo “está empezando a reaccionar lentamente”. Pepe reconoce que durante su estancia en Sierra Leona ha vivido dos momentos especialmente duros en lo personal porque los riegos para su salud eran mucho y su compromiso periodístico le impedía apartarse de la noticia. Estos días ha podido estar con su familia y amigos en Gran Canaria para reponer fuerza, que falta le hacía.

Mesa redonda en Casa África.

José Naranjo participará el próximo 25 de septiembre en una mesa redonda que tendrá lugar en Casa África sobre el ébola. Estará len la misma la enfermera Pino González, presidenta de Médicos del Mundo en Canarias, que ha trabajado en Sierra Leona y otros invitados.