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“¿Qué hacemos con Sánchez? que parezca un accidente”

González ha movido cielo y tierra para ningunearlo pero que no cante victoria. Queda partido.

El Psoe está en la UCI: Objetivo cumplido, Susana y Cía.

Ya apareció la niña de Rajoy

Pedro Sánchez se empeñó en el loable y complicado objetivo de acabar con la caspa del PSOE y esa caspa canosa, sus casposos, unieron fuerza para que no se acabaran los beneficios de tantos años y entonces tiraron de la sierra eléctrica y le cortaron la patas. Pasó un sábado a media tarde. Sin piedad, sin compasión, sin categoría moral, humillándole y descalificándole en todos los rincones del país, eso sí, con la inestimable colaboración especialmente de papá Felipe González que desde hace tiempo lanza dardos envenenados contra Sánchez el candidato cuándo le dan una oportunidad. Lo que sea. No hay dudas de que Felipe ha sido el ejecutor de una operación orquestada en el corazón del socialismo, el más puro, el más auténtico, el de 5 tenedores, el andaluz. Y cómo no, con medios de comunicación a jugar al pie. Y aquí mención especial y merecida al diario El País que desde hace años quita y pone gobiernos en España así como otros que viven del palanganeo. ¡Ay, El País! Lo que ha sido y lo que es.

Pero sus directivos, a los que no nombraré porque no merecen la pena, no son periodistas, son otra cosa, han perdido hasta la sutileza para decir lo mismo sin abrirse en canal. Lo dicho, querido País, quien te ha visto y quién te ve. A bandazo limpio. Sus editoriales contra el líder socialista, con mil defectos, que los tiene, han sido de una indignidad como no la recuerdo con otro líder. A medida que el PP estaba en peligro y gobernar se le ponía complicado, llegaba la prensa amiga. Y en eso estábamos cuando hace unos días los dueños de la marca socialista mandaron a la chica de los recados, Susana Díaz, a por un mechero y le pegaron fuego a Ferraz con los de Pedro dentro. Que parezca un accidente. Pero se notó mucho que no era eso, que aquello fue un asesinato político. Cuando el jarrón chino creyó que la fruta estaba a punto de caer llamaron los colaboradores necesarios y mandaron a Pedro a casa. ¿Respeto a los militantes?, ¿qué es eso?, a la puta calle, Pedro, guapo. Somos los dueños del balón.

Qué espectáculo. Desde los primeros renglones debí decir algo que diré ahora: desde meses valoro de Pedro Sánchez su valentía; es verdad que en un principio no me gustaba ni su porte ni su discurso, pero como nos ocurre a los que nos gustan los perdedores, a medida que observaba como le plantaba cara a los que están en el convencimiento de que todo lo que huela a socialismos les pertenece, destaqué su valor. Lo valoro tanto como que no siento simpatía alguna por Chacón, ni por JFLA, ni por Madina, ni por Susana, ni por tantos históricos del pesebrismo. La lista sería tan grande que mejor lo dejamos. Saben de quienes hablamos.

Llegados a éste punto ¿y ahora qué? Esa es la pregunta que desde la sobremesa de ayer nos hacemos todos. El Partido Socialista Obrero Español está destrozado tras el espectáculo dantesco de intrigas, luchas de poder y su alejamiento progresivo de la sociedad, de sus votantes, lo que le sitúa en su peor momento de muchos años, al borde del abismo. Lo único que ayer acercó al Psoe a la ciudadanía fueron las pizzas, tan populares ellas. Jefecillos y socialistas con pedigrí en sus idas y venidas recordaron por un momento a los seguidores del Papa Clemente, ese zumbado de El Palmar de Troya que mea -o meaba- agua bendita. Sabe Dios si en el Psoe también cree que mea lo que mea.

Puede que los últimos pírricos 85 diputados logrados por los socialistas en las generales sean muchos para los que obtendrían si ahora tuvieran que ajustar cuentas en las urnas. Ya hay socialistas convencidos de que el partido está roto y lo verbalizan sin maquillajes, es decir, que no hay opción de reconstruirse. Muchos saben que en la batalla encarnizada han perdido todos; que ha faltado por ambas partes generosidad y altura de miras. Esas son las reflexiones que muchos hacen fuera de micrófono aunque el mensaje de cara a la galería sea la eterna cantilena “hemos vivido muchas guerras en las que el PSOE estuvo al borde del abismo y salió airoso”. El que no se consuela es porque no quiere. Da la impresión de que esta gente vive metida en su mundo y no sabe cómo respira la calle, la decepción, el espectáculo y la desolación que sienten quienes piensan en izquierda, moderada o no, pero nunca en la derecha. “Ahora toca coser” es el latiguillo de esta debacle. Mucho van a tener que zurcir Susanita y los suyos en un momento de extrema debilidad política y electoral.

Pegada a los informativos escuché lo que ha comentado un veterano socialista sobre la situación del partido “el PSOE está en la UCI”. Pues así es. Pero a esa unidad de emergencia lo han llevado entre todos, Pedro incluido al que le reprocho no haber sumado bien, con tiento, y especialmente, no haber valorado la voracidad de la panda de lobos que le aguardaban en Ferraz, con un Madina, el resentido que nunca perdonó que Sánchez lo desplazara de la carrera hacia la Moncloa. A Medina no le tengo otro respeto que a cualquier víctima del terrorismo pero ojo ese es otro que a poco que le den alas volará atolondrado.

Lo que pasó ayer sábado fueron 12 horas de batalla campal como broche final a la espiral de momentos surrealistas, bochornosos, vividos durante toda una semana. No fue el Pedro ‘el breve’ como lo apodaron sus críticos. Comenzó a sufrir zarandeos dos meses después de llegar y se va 26 meses más tarde como ‘el resiliente’. Pedro Sánchez se despidió muy tranquilo pasadas las nueve de la noche con un mensaje a la militancia apelando a su orgullo de las siglas socialistas y el compromiso de ser “leal” con la gestora que a partir de ahora tome el mando. Ya es diputado raso. Nadie diría que ese hombre sereno se había resistido con uñas y dientes a presentar su dimisión. Nadie diría tampoco que había pasado solo una semana desde que el pasado domingo, tras la sexta derrota en las urnas en las elecciones gallegas y vascas, lejos de asumir las responsabilidades políticas que le pedían los principales barones del partido, iba a abrir una guerra sin cuartel. O Rajoy o yo, llegó a plantear, convencido de que de fondo había un debate ideológico y un intento de derrocarlo con un golpe de mano para dar paso al PP. Con el problema añadido de que el pulso se ha trasladado a la militancia.

Pero recuerden, el muerto llamado Pedro está vivo. No se confíen.

@marisol_Ayala

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