Fui ayer al médico porque tenía el cuerpo revuelto y me sentía mal. Estuvo un buen rato revisándome.

Tras tomarme la temperatura, que estaba bien frío me dijo, y que el cuerpo notó tembloroso como asustadizo. ¿Le pasa desde hace mucho? Preguntó.

Frío, cuando la distancia se agranda entre nosotros, le dije. Tembloroso por ya conocer la experiencia que supone contar con su compañía.

Dolor de garganta y cabeza, que casi quiere estallar. Molestias musculares y un profundo pesar aquí en el pecho al respirar. Dígame doctora por favor supliqué, dígame si tendré algún mal raro, obsérveme bien.

La miel que le falta a mi boca causa esa sequedad en mis labios y mi garganta. Estar fundido en mi mente los sueños vividos a diario y que tema que desaparezcan, me causa jaqueca. Cada parte de mi piel se relaja cuando está junto a mí, y es en esos momentos, cuando mi corazón late, late y late, casi a mil, para exprimir de esos instantes, cada minuto... cada segundo... cada milímetro... Así me explicaba.

Sin más, comenzó a escribir en un papel. Queriendo relatar los síntomas, el diagnóstico, el tratamiento. Con la cabeza dirigida hacia el papel, parando por momentos, meditando cómo explicarse, midiendo cada palabra, con una mirada perdida entre las líneas, escribió.

Luego tras unos minutos, y habiendo ya acabado de escribir en el papel. Levantó la cabeza, me miró a los ojos, casi atravesándome con su mirada. Casi ni medió palabra alguna, ya su mirada, consolaba mi necesidad de palabras profundas y alentadoras, me bastó así.

Tras despedirme con un cálido y esperanzador estrechamiento de manos, di la vuelta y salí de la consulta.

Ya fuera, cuando salía de allí, mis dedos buscaban desembalar el papel, y mis ojos querían desatar las letras, para conocer más del tratamiento y cómo solventarlo. Entonces, lo leí.

“SINTOMATOLOGÍA: Paciente de sexo varón, mediana edad. Acude a consulta a media noche por la emergencia y gravedad de los síntomas. Aparente buen estado físico. Expresa su malestar muscular en todo su cuerpo en general. Se le toma medición de la temperatura corporal, siendo esta de un nivel bajo, originando espasmos leves en su piel. Sequedad de garganta y cefalea aguda. También explica presión en el área del músculo cardíaco.

DIAGNÓSTICO: Ansiedad de corazón, derivado de un amor profundo e intenso. Ruego solicite consulta para su médico de cabecera, o en su caso, a su amor.

OBSERVACIONES: Considérese afortunado de percibir esas sensaciones, porque son únicas, libres, profundas. Que llegan más allá del corazón, lo atraviesan, lo hace mil pedazos, hasta llegar al alma. Entonces, empieza a saborear la rica fragancia de amar y ser amado. Ya no hay amaneceres ni atardeceres que se asemejen, porque está en el sendero de la pasión que todos queremos probar, pero que no todos tenemos esa suerte de vivir. ¡Enhorabuena!."