Dime como mantener encendida esta llama apasionada que me alumbra, quema en mi pecho, y casi me arranca la vida por desear estar en tus brazos.

Dime a donde van esas ganas que salen de mí, buscándote, necesitándote, cuando no te encuentro y me desplomo, porque me mata tu ausencia.

Quiero saber a donde va a parar esas ilusiones, esos sentimientos que no quiero que mueran aquí a dentro, en esos rincones oscuros de mis recuerdos, que acribillan mi corazón, y me dejan sin razón.

Cuando vaya a caer, quiero saber donde voy a desfallecer, como puedo volver a levantar de nuevo ese vuelo, aunque sea con alas de espinas, aunque luego planches mi corazón, con el calor de tu alma, haciéndome tuyo, anclado en tu ser.

Dime dime, no te embarques en los mares del silencio. Porque si lo haces, esperaré siempre que a mí llegue al menos una botella de cristal, que guarde en su interior alguna carta tuya. Una carta de esas, que guarde frases nunca dichas, y escritas con el alma. Escritas en el aire para no decirlas, pero que de esa manera, siempre quedarán en el ambiente.

Abrir ese manuscrito y beber de sus palabras, sentirme tuyo al saborearlas y sentirte mía, aunque sólo sea al leerlas. Y así releerlas, grabarlas en mi boca, desgastar tus letras y hacerlas mías.

Dime que no estoy loco, miénteme, y di que no lo estoy.

Dime que no debo sentirme así, aunque sea así como yo me siento.

Sé que lo que me hace feliz, no se compra con dinero, y por ello me aferraré a ello, porque ya lo tengo.

Ahora déjame, quiero cerrar mis ojos, para revivir el placer de saciar mis ansias de sentirte en mi corazón, de saber que siempre estarás a mi lado.

Tú y yo.