Un joven con cáncer terminal lamenta no haber ido al hospital antes

De 31 años, era uno de los hombres "más sanos del mundo". Ahora, está viviendo "literalmente el peor tipo de vida que jamás podría haber imaginado"

Un joven con cáncer terminal lamenta no haber ido al hospital antes

Un joven con cáncer terminal lamenta no haber ido al hospital antes

Liam Griffiths, un hombre de 31 años que trabajaba por cuenta propia en una plataforma petrolífera de Middlesborough, ha compartido su desgarradora experiencia al ser diagnosticado con cáncer terminal después de ignorar los síntomas que experimentaba, todo por actuar según la idea de "ser un hombre tiene que hacer".

Desde marzo, Griffiths experimentó calambres, vómitos y hinchazón, pero decidió no buscar atención médica inmediata, atribuyendo sus síntomas a la necesidad de seguir trabajando para mantenerse económicamente. Sin embargo, después de meses de malestar, decidió acudir al hospital, donde le diagnosticaron inicialmente la enfermedad de Crohn. Un mes después, recibió la devastadora noticia de que también padecía cáncer peritoneal en un estado avanzado.

Sometido a una cirugía urgente que resultó infructuosa, los médicos informaron a Griffiths que su cáncer estaba en un avanzado estadio tres y que era terminal. A pesar de la urgencia de recibir quimioterapia, optaron por no revelarle su esperanza de vida para evitar que se obsesionara con el tiempo restante.

Griffiths, quien había llevado una vida saludable, entrenando diariamente y manteniendo una dieta equilibrada, admitió que su mayor error fue no buscar atención médica antes. En declaraciones recogidas por el medio inglés Mail Online, expresó: "Trabajaba por cuenta propia y necesitaba el dinero, así que seguí adelante. Hice lo que pensé que un hombre tenía que hacer. Yo estaba haciendo el trabajo".

Actualmente, recurriendo a tratamientos experimentales y medicina privada, Griffiths ha instado a otros a ser conscientes de las señales que emite su cuerpo y a buscar ayuda de inmediato, ya que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte. "Quiero difundir este mensaje, porque si tan solo una o dos personas acuden al hospital y se someten a una revisión gracias a mi error y a mi historia, sería increíble", afirmó.

A pesar de enfrentarse a la dura realidad de un diagnóstico terminal, Griffiths ha decidido cumplir algunos de sus sueños pendientes. Sin embargo, debido al rápido deterioro de su salud, se ha visto limitado en la realización de muchas actividades que formaban parte de su lista de deseos.