La Plaza de España, después Plaza de La Habana, era de 'fácil' acceso, y las calles que la circundan de agradable tránsito para quienes se han movido por los distintos mogollones.

Los indianos cambiaron su esencia hace tiempo, ya casi no se encuentran las tradicionales parrandas en rincones de la capital palmera, que con sones, guarachas y guaguancós animan el día por excelencia del carnaval palmero. La música tradicional cubana sigue sonando en los escenarios, donde agrupaciones palmeras y venidas de afuera, las que consiguieron llegar, hacen disfrutar al empolvado público. Pero otras historias son los bares y terrazas habilitadas para este día, en el que la esencia musical se pierde por otros ritmos modernos y del gusto de los más jóvenes.

Pero aun así, los Indianos son otra fiesta. Para quienes no lo han vivido es difícil explicar la sensación de recorrer las calles adoquinadas, en las que todo el mundo se conoce, da igual que nunca te hayas visto. El polvo es la excusa, la parodia del emigrante retornado el motivo y una fiesta inigualable la razón para que Santa Cruz siga convirtiéndose en el referente del carnaval cada Lunes de Carnaval.

El temporal evitó que la ciudad se rebosara de indianos. Seguro que hay quien, en algún aeropuerto, de esos que han quedado colapsados, ha querido también disfrutar de su bote de polvo, pero hay que reconocer que los de siempre, los palmeros que hace tiempo perdieron esta fiesta a favor de las miles y miles de personas que llegan desde otras islas, han agradecido esta cita, mucho menos concurrida.

El momento culmen, otro año más, la llegada de la Negra Tomasa. Su llegada pasada las 13:00 horas a la Plaza de La Habana marca el supuesto comienzo de la fiesta. Sosó, con 28 años a sus espaldas de Negra Tomasa, se sigue cargando de energías para romper el ritmo de los sones del himno Sangre Indiana, compuesto por Francisco Medina. El abrazo con dos de sus hijos delante de miles de espectadores emocionó a quienes a disfrutaron de la ocasión. Ni la calima evitó estos mágicos momentos. La tarde queda para los más jóvenes. En cuanto empieza a caer el Sol la fiesta cambia. La parte tradicional, la que aún sobrevive de las celebraciones de antaño, desaparece. Las familias desaparecen, e incluso muchas de las personas que vienen desde otras islas comienzan a retornar.

Una de las imágenes icónicas del carnaval palmero es un enorme cañón, impulsado por aire comprimido, que el Día de Los Indianos va causando el 'terror' de quienes tienen la oportunidad de plantarse en su radio de acción. La munición especial para este día, el polvo talco, la consiguen en Valencia, "compramos 1.000 kilos, de los que nos gastamos 200", el resto, "lo guardamos, porque el polvo no caduca".

E Indianos de Gran Canaria. Chano Guerra, Gonzalo Angulo, Matías Hernández y Julio Galván, este último palmero, llevan doce años sin faltar a la cita. Vienen desde Gran Canaria, y están los "cuatro de siempre". "Somos precavidos, siempre venimos desde el viernes al Carnaval de Santa Cruz de La Palma", señalan aludiendo a los problemas de conectividad. Su esencia el polvo talco. Ellos sólo se hacen con 64 kilos en esta edición, y aun así tienen claro que "sólo nos llegarán hasta el mediodía". Los cuatro lo tienen claro, para ellos no hay un Lunes de Carnaval sin Día de Indianos y sin polvos de talco, muchos polvos de talco.

Llegados en el último vuelo. Desde Tejina, en Tenerife, vienen cada año. El palmero Javier Pérez viene acompañado por Marta Martín, Julio Martín, Susana Matrero, Teresa Méndez, a quienes en la Isla se une Noemí Rodríguez. Este año falta "uno de los puntales del grupo". Nuhacet Fernández se ha quedado "guindado" en Los Rodeos, y "está ahora mismo en un barco". Para ellos, también Los Indianos son una fiesta única. Tuvieron suerte, porque consiguieron salir de Tenerife en el último vuelo que operó con normalidad el sábado. Para volver a Tejina no hay prisa, "aquí estamos ya en casa". Y Nuhacet llegó a La Palma con el tiempo suficiente para volver a empolvarse.