Diversión para todos los públicos en la feria de Carnaval

La feria de atracciones en la plaza de La Luz atrae a pequeños y mayores - La noria de 40 metros y los castillos hinchables, las preferidas de los usuarios

Feria del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria

Andrés Cruz

Saltar en las camas elásticas, conducir un coche de choque o dar una vuelta en una noria de 40 metros de altura. La feria de atracciones de la plaza de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria ofrece múltiples opciones para que el público de todas las edades se divierta más allá de los actos del programa del Carnaval. Un plan alternativo a las galas y a los conciertos donde también hay muchas luces, color y música.

Además de galas, disfraces, máscaras, música y brilli brilli, el carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ofrece este año un punto de diversión para las familias en la feria de atracciones ubicada en el entorno de la Iglesia de la Luz. Una gran noria de 40 metros ilumina el lugar donde estos días se juntan las risas de los más pequeños, la adrenalina de los valientes que se montan en las atracciones y la nostalgia de muchos adultos que vuelven a la niñez durante algunos minutos subiendo en los famosos toros locos o en el movidito barco vikingo.

En este mundo de luz y sonido hay diversión para todos, pero la oferta es más amplia para la cantera del Carnaval. Sus personajes de ficción preferidos, el color y la música infantil lo convierten en un espacio ideal para los más jóvenes de la casa. Saltar en camas elásticas, montarse en la alfombra mágica de Aladino o convertirse en un personaje de Mario Bros, solo son algunas de las opciones. La preferida de Daniel Teweldamerina es el «mega» hinchable de la Patrulla canina, ya que puede entrar y salir por la boca de su personaje favorito, el perro Chase. «No pasas nada de miedo, es la más divertida de todas», asegura el joven disfrazado de Superman justo después de disfrutar de una vuelta en el circuito de mini vehículos.

Feria del Carnaval en el entorno de la plaza de la iglesia de La Luz

Feria del Carnaval en el entorno de la plaza de la iglesia de La Luz / Andrés Cruz

Daniel sabe de lo que habla, ya ha visitado la feria hasta en cuatro ocasiones. Y su madre, Mhaza Teweldamerina, también. «Vivimos aquí al lado y cada vez que pasamos por aquí ve las luces y quiere entrar, voy a acabar pobre», reconoce entre risas la joven mientras Daniel señala cuál será su próximo destino para continuar con la diversión.

A Lola y a Álvaro Viera todavía les queda mucho por probar. Los dos hermanos acudieron a la feria vestidos con sus mejores galas, ella de frozen-hada y él de caballero medieval, para juntar sus dos pasiones: el carnaval y las atracciones. Después de pasar por las camas elásticas, la de Aladino, la tómbola y las ruedas que andan sobre el agua, la pequeña de cinco años tiene claro su favorita. «Me encanta la del agua, aunque paso un poco de miedo por si me ahogo o se me caen las piedras del maquillaje», reconoce mientras se toca la pedrería azul.

Con los pies en la tierra

También los hay que prefieren mantener los pies en la tierra y optan por un plan más tranquilo: probar suerte en las tómbolas. No es la corona de la Reina ni el cetro de la Drag Queen, pero irse con un pequeño premio a casa siempre alegra. Ya sea un peluche de Bob esponja o de Pikachu. El hermano de Lola, Álvaro, es uno de los afortunados. Su padre, Juanmi Viera, logró conseguirle un peluche y una pelota. «La verdad que es una alternativa muy buena para las familias y además, es bastante económica por lo que puedes probar muchas atracciones», apunta Viera.

Feria del Carnaval en el entorno de la plaza de la iglesia de La Luz

Feria del Carnaval en el entorno de la plaza de la iglesia de La Luz / Andrés Cruz

No tuvo tanta suerte con los dardos en la tómbola la familia de María Pérez. No hubo premios, pero salieron todos con una sonrisa de oreja a oreja. «Esto está muy divertido para los peques y para los adultos, hemos repetido varias atracciones y no descartamos volver algún otro día», asegura la madre de familia.

Ubicación cuestionada

La ubicación de la feria, entre la plaza de La Luz y la plaza del Distrito, no acaba de gustar a todo el mundo. Algunos padres ven con «miedo» que para pasar de un lado a otro haya que cruzar una calle por la que circulan coches constantemente. «No me gusta el lugar, los niños se echan a correr y no te das ni cuenta», denuncia Iraia Fiores mientras vigila de cerca a su sobrina sobre las colchonetas. «Yo soy carnavalera de siempre, hemos participado incluso en concursos de pintura corporal por lo que cualquier propuesta familiar que se haga me encanta, pero esto lo veo inseguro», insiste.

Lo cierto es que a medida que se acerca la noche y las luces de la feria se vuelven más intensas el flujo de peatones y de coches que buscan el camino al Carnaval se incrementa. Todos guiados por el plato fuerte de la feria: la enorme noria que cuenta con una altura que equivale a la de un edificio de 13 plantas. No apta para aquellos que sufren de miedo a las alturas. No es el caso de Gustavo Morales y Rosario Sosa, que visitaron la feria exclusivamente para probar esta atracción y salieron «encantados» con la experiencia rumbo a los escenarios del Carnaval. «Pensaba que se iba a mover más, pero ha sido un paseo agradable», explica Morales.

Foto-noria

El aparato lo trajeron directamente desde Andalucía y cuenta con una capacidad para un máximo de 96 personas en sus 24 góndolas. ¿Buenas vistas? Para Sosa, nada del otro mundo. «Se ve todo bastante oscuro, solo se aprecian las luces que hay en Belén María o Juan Rejón». Aun así se trata de una experiencia «que recomendaría». No todos los que acuden a la feria se atreven a subirse a la enorme rueda giratoria, pero la mayoría sí dedica un momento a sacarle una fotografía.

El espacio, que permanecerá abierto hasta el 18 de febrero, cuenta con un total de 15 atracciones. Un clásico de todas las ferias, y que no falta este año en la plaza de La Luz son los toros mecánicos. Para pequeños y para no tan pequeños. La mayoría entra sintiéndose un vaquero y creyendo que va a dominar al animal y sale despeluchado y riendo a carcajadas tras haber sucumbido a los golpes de la máquina y acabar tirado en las colchonetas. Y lo mismo ocurre en la «movida» u «olla» donde mantenerse en pie es complicado, pero aún cuesta más mantener la risa.

Ainara Yanely Blanco fue una de las pocas de su grupo de amigos que logró salir de la atracción con el estómago en su lugar y es que son varias las veces que ha probado la atracción, aunque su favorita es el Barco Vikingo. «No solo hay máquinas para los más pequeños, también tienen para los que somos un poquito más mayores y nos gusta la adrenalina», afirma la joven dirigiéndose a repetir la experiencia en la jaula.

Y para calmar los nervios que producen las atracciones muchos escogen picar algo en alguno de los ocho puestos de golosinas, crepes o gofres o en los dos puestos de comida que hay en la zona. Marcos Cabrera no pudo evitar dejarse llevar por el olor del algodón de azúcar del puesto que hay justo a la entrada. Y su madre, Carolina Cabrera, aprovechó para robarle un par de trozos de la gran nube rosa. «Estamos encantados con la feria, pero es verdad que para los que somos de la Isleta el lío de coches es importante», lamenta.