CB Gran Canaria

La del Granca, una afición campeona

Los jugadores celebraron un encuentro con los seguidores para celebrar la victoria del CB Gran Canaria en la Eurocup en el Centro Comercial Los Alisios

El Granca celebra el título de la Eurocup en el CC Alisios

H. U. D.

La afición del CB Gran Canaria, tras festejar junto a su equipo el pasado miércoles en el Arena el histórico título de la Eurocup, volvió a compartir su felicidad con los jugadores y el cuerpo técnico del conjunto claretiano en el encuentro que se llevó a cabo en la tarde de ayer en el Centro Comercial Alisios. Juntos de nuevo para celebrar la gesta conseguida frente al conjunto turco del Turk Telekom. 

La marea amarilla llenó la planta baja de la instalación para saltar, cantar y saborear el primer entorchado continental del club claretiano. «Si me preguntas quizás me vuelvo a emocionar», contaba una de las fans, Maribel Blanca, a pocos metros del escenario donde se ubicaron los jugadores con la preciada copa. La emoción se respiraba en el ambiente, el sentimiento por el Granca inundó los corazones de todos sus seguidores.

El título tardó en llegar sesenta años, pero después de esto Alejandro Cazorla cree que ya no puede pedirle nada más a un club que sigue desde hace 27 años, después de que su vecino le aficionara: «Lo he visto todo. Cuando tenía 14 años no pensaba que pudiéramos ganar a un Madrid o Barcelona, y lo hicimos; y ahora esto». «Me lo han dado todo», añadía Cazorla, que se desplazaba desde Fataga hasta Tamaraceite para reunirse con los amigos con los que vivió, el pasado miércoles, un partido que fue un «vaivén de sensaciones». Primero pensó que todo estaba ganado, pero cuando el equipo turco recuperó la desventaja de 20 puntos que tenía «los minutos se me hicieron muy largos». Por suerte todo acabó felizmente.

«Me lo han dado todo», apuntaba Alejandro, quien acudió desde Fataga para el festejo

A Alejandro asistió a la gran final acompañado de Lilian, que seguía ayer con el subidón de la victoria y bailaba sin parar. «Yo soy la chica que está siempre loca en las gradas, no puedo estar quieta», se autodefine, mientras enseña con orgullo un vídeo suyo dándolo todo en el pabellón.

Esta profesora holandesa afincada en Canarias se convirtió en una forofa del equipo cuando la invitaron a un partido hace dos décadas. La mujer se enamoró completamente del ambiente, el espíritu y la fortaleza. A Liliana no le gusta ningún otro deporte, ni sigue a otros equipos de baloncesto, ni siquiera de su país natal. Le debe fidelidad en exclusiva al equipo amarillo. El día del partido fue a trabajar sin dormir, no podía contener los nervios, y cuando el marcador otorgó la victoria al Granca frente a los turcos no pudo contenerse: lágrimas, besos y abrazos. El sentimiento era y es «inexplicable».

Maribel Blanca tampoco podía contener sus emociones, estuvo tres días «súper nerviosa» y llegó temblando al Gran Canaria Arena. Siempre había seguido los pasos del Granca, pero se abonó hace cinco años porque su hijo es un apasionado del baloncesto. «Espero que el año que viene ganemos la Euroliga, así de claro te lo digo; es más complicado, pero la esperanza hay que tenerla hasta el final; el año que viene vamos a por todas», presiente Blanca.

«Sin presión a la Euroliga»

«Ahora con la Euroliga está más complicado ganar, pero hay que ir sin ninguna presión para disfrutar», apuntan las hermanas Mónica y Cristina Válido. Estas dos jóvenes son aficionadas desde que nacieron, hace 20 años. Para ellas ha sido una experiencia única y todavía se encuentran en una nube: «No me lo creo, no siento que hayamos ganado todavía», aseguraban ambas.

Desde el escenario, con toda la plantilla presente, y la copa presidiendo el lugar, el presidente del club, Sitapha Savané, dirigía unas palabras de agradecimiento a los jugadores, que hicieron un «trabajo fantástico». Y por supuesto, un caluroso reconocimiento a la afición, que apoyó al equipo desde las gradas. «El Gran Canaria Arena cada vez más lleno, a rebosar para proclamarnos campeones de Europa», sentenciaba.

Pedro, el speaker, presentó a todos los jugadores ante los aplausos y gritos de júbilo de los espectadores. «¿Hay alguien del equipo contrario aquí?», advirtió. La marea amarilla empezó a cantar «el chofer, el chofer cojonudo, como el chofer no hay ninguno». Hacían referencia al conductor de la guagua que trasladó al Turk Telekom y donde se produjo un incidente con el técnico Erdem Can, que se empotró contra el cristal delantero y fue trasladado al hospital.

Alexander Díaz no sabe cuánto de cierto tienen las críticas vertidas por los seguidores turcos sobre la intencionalidad del accidente. «Cada uno dice lo que le viene a su favor», opina. «Mejor no opinar, hay que disfrutar», expresa sobre el tema Nieves Mayor junto a sus dos hijas pequeñas.

Mayor fue el CC Alisios para sacar una foto a las pequeñas con los jugadores, e inmortalizar así el momento histórico. Andrea y Valentín, de ocho y seis años, llevan el baloncesto en la sangre, no se pierden un partido y estuvieron muchos años jugando hasta que pararon en la pandemia. Ahora que ha ganado su equipo favorito, las niñas quieren volver a retomarlo.

Cánticos a favor del chófer de la guagua que tuvo el incidente con el entrenador del Turk Telekom

Javier Oreja también estaba expectante por sacarse una foto con su jugador favorito, Ferrán Bassas; ya se había retratado con varios integrantes del plantel, pero no podía marcharse sin una con su base preferido. Oreja cuenta que estuvo en el pabellón viendo el partido y en el último cuarto no «podía hacer nada», se quedó petrificado hasta que los claretianos ganaron. A las once de la noche se fue del Arena a su casa y aún desde ahí escuchaba los vítores de la afición por la victoria.

Juan Daniel Brizuela destaca la importancia de la cantera para que la pasión por el deporte siga latiendo. No pudo ver el partido el pasado miércoles porque su hijo pequeño estaba enfermo; tocó complacerle y ver una película de dibujitos animados. Siguió las novedades de l duelo a través de las redes sociales, y aunque estaba un poco decepcionado por perderse el momento, no quiso faltar a la celebración con el pequeño (ya más recuperado) y su mujer. Para que el niño continué con la tradición deportiva de la familia, antes del encuentro con los jugadores le compraron un tablero y una pelota para que practique. «Sentí mucha emoción porque Europa es muy grande y la Isla es un sitio pequeño, así que es bueno hacerse notar», reflexiona.

Alejandro Sánchez también heredó su pasión por el Granca de su padre. El joven asegura que no empezó a respirar hasta que terminó el partido y pudo comprobar que el «sufrimiento» que había pasado valió la pena con el éxito de su equipo. «Me sentí eufórico y orgulloso, fue como quitarse una espinita, ha sido volver a lo que éramos antes, pero por todo lo alto», comenta con ilusión.

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