El Granca, un gigante de barro que dice adiós a la Eurocup ante el Besiktas (78-80)

Los claretianos dicen adiós a la defensa de su corona en un partido marcado por las 52 faltas que se pitaron en el partido

El público de Siete Palmas, impertérrito ante la eliminación

David Rodríguez

David Rodríguez

El Gran Canaria al final fue un gigante de barro en la Eurocup. Se le acabó el crédito al campeón de la pasada edición y cayó en octavos de final ante un Besiktas que sin hacer mucho para ganar está en los cuartos tras vencer por 78-80.

Quizás es lo que se merezca el club, que no los jugadores, pues a pesar de que había más de 7.000 personas en el recinto de Siete Palmas, el ambiente fue totalmente frío, impropio de una eliminatoria de Europa y en la que el equipo amarillo necesitaba un aliento extra de un público que mostró indiferencia por el adiós de la competición. Ni un jaleo cuando había vida, ni un silbido cuando se acabó el encuentro. La nada.

Casi ni apretaron cuando casi se obra el milagro en los últimos 11 segundos, cuando Brussino volvió a anotar un triple milagroso de los suyos para poner el 78-80, que Simonovic fallara dos tiros libres seguidos y que en la última jugada, incomprensiblemente se jugara un tiro lejano Ben Lammers a la vuelta.

Sumó su séptima derrota en los últimos nueve partidos europeos el Dreamland y no dio señales de no haber entendido la relevancia del torneo, a diferencia de lo que se palpó el pasado fin de semana con el triunfo cómodo por 98-80 al Baskonia. Contra el Besiktas pareció un equipo totalmente distinto y que cometió 21 pérdidas para poner fin a su andadura en el campeonato.

Espejismo inicial

Y eso que al comienzo del encuentro parecía que estaban implicados los jugadores. Así se pudo comprobar en una simple acción en la que Pierre Pelos se trastabilló con los bloqueos para pasar la cancha propia y que propició una pérdida de balón que remedió en una exhalación de aire para impedir que Simonovic anotara libre de marca con un ligero empujón de pecho.

Esta simple acción ejemplificaba que había que creer aun cuando pareciera improbable evitar lo imposible. Un sacrificio que dejó al Besiktas en tan sólo 14 puntos anotados en el primer cuarto, mientras que la ofensiva se sentía ágil con 22 puntos en el casillero.

Todo dentro de una coralidad en la que se repartieron los tres triples iniciales entre Brussino, Shurna y AJ; además de que los pívots le estaban ganando la partida a Ángel Delgado desde el arranque. Y el rebote estaba en 12 a 8 para los insulares.

Detectó Dusan Alimpijevic que estaba tirando de pegamento el Dreamland y en esas lindes su equipo se resuelve mejor que el amarillo. Congeló el encuentro, alargó las posesiones y no le importó probar pocos tiros aprovechando la capacidad en los rechaces ofensivos de sus jugadores.

El índice de triples en la primera parte del Besiktas fue paupérrimo. Una sola canasta lejana en 13 intentos. Números que no le impidieron descolgarse en el marcador. ¿El motivo? Porque el árbitro Ioannis Foufis entró en juego.

El mismo árbitro que desquició a la parroquia claretiana frente al Cluj Napoca en la fase de grupos iba a hacer su aparición en el segundo cuarto con un sinfín de faltas señaladas. Hasta 23 se señalaron en el segundo periodo, 12 locales y 11 otomanas.

De esta forma se desconectó el Gran Canaria, que cometió diez pérdidas en la primera parte y la ligereza en ataque con la que surcó el primer cuarto los amarillos se diluyó. El parcial en el segundo fue idéntico, pero para beneficio turco. 14-22 y el luminoso reflejando empate total, 36-36.

Una hora de parte

Duró una hora la primera parte entre tantas y tantas faltas. Intentaba activar Jaka Lakovic a los suyos moviendo el banquillo y haciendo combinaciones doblando posiciones. Así, Albicy y Bassas coincidieron en pista; al igual que Nico Brussino y Miquel Salvó.

Había estado por delante en el marcador casi la totalidad del encuentro el conjunto local, hasta que siete puntos consecutivos de Kyle Allman permitió al Besiktas ponerse por delante por primera vez en el choque con el 32-33.

Una vez de vuelta del descanso, la concentración de pitidos por parte de los colegiados volvió a imperar en el encuentro. No para favorecer a ninguno de los dos equipos, porque el reparto de faltas estuvo igualado, sino porque cualquier contacto era juzgado como infracción. Algo que ya estaba desesperando hasta el bueno de John Shurna, alguien que apenas protesta.

Aun así, consiguió correr un poco a mitad del tercer cuarto el Granca, justo cuando pudo despegarse momentáneamente hasta conseguir de nuevo una renta de siete puntos con el 56-49 con transiciones rápidas en las que Lammers y Pelos estaban añadiendo puntos a su casillero (11 y 6 hasta entonces).

Sin embargo debía paliar las pérdidas el equipo insular si quería ponerle el sello definitivo a los octavos de final en el último periodo la que se llegó con 57-54 y 16 pérdidas en su casillero, seis más que sumó en la tercera manga del encuentro.

Al igual que la lucha en el rebote ofensivo, ese que tanto advirtió Lakovic en la previa del encuentro y que terminó por costarle el partido al conjunto insular con tantas concesiones en el aro propio en el último cuarto.

Con 13 capturas ofensivas, y un Marko Simonovic en éxtasis reboteador, el Besiktas gozó de varios regalos en el último cuarto para aguantar el tirón de Landesberg, que apareció con siete puntos consecutivos de su ostracismo.

De esta forma, y con el público sin animar en prácticamente ningún instante del último cuarto el Gran Canaria se cayó progresivamente en los últimos tres minutos, cuando el Besiktas tomó la delantera y ya no la soltó hasta el definitivo 78-80.