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La misión de Rosa Kraus

Aunque nació en Milán, siempre se sintió canaria. La hija mayor de Alfredo Kraus afirma que a ella y a sus hermanos los educaron para ser "normales y corrientes"

La misión de Rosa Kraus

Que tu padre sea uno de los grandes tenores de todos los tiempos a la fuerza tiene que marcar tu vida. Rosa Kraus Ley nació en Milán -como sus tres hermanos: Alfredo, Patricia y Laura-, porque don Alfredo Kraus Trujillo, Alfredo Kraus para el mundo (Las Palmas de Gran Canaria 1927 - Madrid, 1999), tenía allí su cuartel general a principios de los 60.

Rosa es una niña que visita a su padre en la oficina y la oficina puede ser La Scala de Milán. El trajín de las bambalinas inspirará con los años su carrera profesional.

Scotto, Caballé, Victoria de los Ángeles, Bruscantini, Lorengar, Pavarotti o Plácido son compañeros de oficina de papá, un lugar donde también puede haber encuentros con personajes como Paloma Picasso.

Hoy la niña que visitaba a su padre en los teatros preside la Fundación Internacional Alfredo Kraus, un proyecto que ideó el tenor y que incluye el concurso internacional de canto y su museo en Gran Canaria.

La próxima cita del concurso se celebra en septiembre. La apertura del museo aún tardará, aunque la expectación ya es grande: "Hay muchísimos fans por todo el mundo, recibimos muchas llamadas de teléfono e incluso nos ofrecen donaciones".

Las audiciones del concurso la llevan ahora a Madrid, Florencia y Nápoles. Los viajes son una constante en la vida de Rosa Kraus.

Su primera infancia fue milanesa hasta que en 1965 la familia se traslada a Madrid. Tiene "siete u ocho años", habla español con acento canario y en el cole madrileño los compañeros le dicen que pronuncia "muy raro", pero se adapta muy rápidamente.

"Siempre fui consciente de que mi padre era un gran artista -lo vi actuar en La Scala, y cuando llegamos a Madrid todo el mundo lo paraba, todo el mundo sabía quién era Alfredo Kraus-, pero antes que nada era mi padre, lo tenía muy claro".

La infancia y la juventud de los hermanos está marcada por las largas ausencias de papá y mamá. El tenor y su esposa, Rosa Ley Bird (Las Palmas de Gran Canaria, 1932 - Madrid, 1997), pasan hasta tres y cuatro meses de viaje para cumplir con los compromisos artísticos del tenor. Al principio los abuelos se hacen cargo de la prole, después se recurriría a personas de servicio. Hablaban por teléfono una vez a la semana y Rosa era la encargada de dar las novedades. "Yo ejercí mucho de madre de mis hermanos, mi padre delegó mucho en mí y eso te hace madurar de otra manera".

La vida está marcada por las temporadas de ópera en los mejores escenarios del mundo, pero dos meses al año son sagrados para el tenor: vacaciones. Salvo el año de Salzburgo y algún otro en la Península, el destino que manda son las Islas. "Lo siento, papá, pero nosotros queremos ir a Canarias", decían los hermanos cuando la estancia estival se ponía en duda.

Las Canteras, el sur de Gran Canaria y Lanzarote son los sucesivos lugares de veraneo. "Mi padre era un hombre muy familiar, muy condescendiente, muy cariñoso", recuerda. De su madre dice: "Era su apoyo, se encargaba de las cosas cotidianas, mi madre estaba entregada absolutamente a su marido y esto le costó estar separada de sus hijos, lo entendimos cuando fuimos mayores".

En la distancia corta Rosa Kraus es una persona muy de aquí - "nos educaron para ser personas normales y corrientes"-, como si no hubiera pasado media vida viajando.

Esto fue lo que ocurrió cuando en 1996 montó con una socia KL Ópera, un agencia de representación y management de cantantes de ópera que trajo un soplo de aire fresco.

Sus hijas, Gara y Rosa, ya habían nacido, pero ella repite la historia y vive con la maleta hecha. Se dedican a conseguir trabajo a cantantes jóvenes. "Una cosa es cantar bien y otra meterte en el business de la ópera", razona.

Rosa quiso siempre vivir en Canarias, y así es desde hace algún tiempo. Ahora asume el proyecto de la Fundación Internacional Alfredo Kraus como "una misión", sin dejar del todo su carrera como representante y productora ahora con RK Artistic Management.

¿Pesa el legado? "No sé si soy una insensata, pero lo tengo muy claro, siempre he sido muy luchadora y este es un proyecto de mi padre. Estamos agradecidos al Cabildo y a la sociedad grancanaria, que ha dicho: 'sí, lo queremos".

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