Entre el musical y el autocine, tuvimos la oportunidad, el miércoles, de impregnarnos durante dos horas y media de lo más puro de la década de los 50: gomina y cuero. Y es que el estreno de Grease, el musical no dejó indiferente a ninguno de los presentes. Mientras tomaban asiento, una gran pantalla se vislumbraba sobre el escenario junto a una torre al estilo DJ setentero, donde José Antonio Moreno (actor que interpreta a Vicen Fontaine, Teen Angel y del entrenador Hal) daría pie a la presentación del musical y a la animación del mismo.

Agradecido detalle fue comenzar cual película original, haciéndonos sentir como si en lugar de a un musical hubiéramos venido a revivir, una vez más, la famosa película de los años 70. Mientras las últimas escenas de la playa terminaban, figuras oscuras se posicionaban sobre el escenario para dar comienzo al más famoso opening, plasmando una sonrisa de oreja a oreja entre los que allí nos encontrábamos.

Con mucha garra y nervio, los bailarines parecían dejar cuerpo y alma en sus movimientos mientras cantaban con buen ritmo la banda sonora del clásico. Las canciones, traducidas al español, quizás pudieron estropear la idea que algunos tenían del musical original, pero no por eso la adaptación fue mala, sino todo lo contrario.

Sin tener ni una pizca de parecido con aquel musical que en 2008 se estrenó en Las Palmas, este Grease más profesional, más artístico y más fiel al original, presentó una puesta en escena cuanto menos imponente. Escenarios míticos como las gradas del instituto, la habitación de Marty, el baile del instituto, el autocine y el restaurante más famoso de la década, no defraudaron la vista de los espectadores. Todo esto fue acompañado de un vestuario y maquillaje inigualables y leal al de la película en todos sus detalles. Fundamentalmente, ver a las Pink Ladies (las Damas Rosas) y a Roger, Doody y Sonny actuar, era cómo presenciar desde la butaca, el baile, las voces la soberbia de aquellos actores que en su día convirtieron este clásico en lo que es hoy.

Asimismo, otros personajes como Patty (Julia Ortínez) y Eugine (Sergio Franco), sobresaltaron por su inagotable energía que conseguía por momentos imprimir en el público el nerviosismo de verles actuar pero también transmitir la fuerza y vigor de sus movimientos.

Con voces espectaculares, los actores y actrices hacían vibrar el suelo del escenario provocando escalofríos en el público, especialmente las de tres personajes en particular: Sandy, Danny Zuko y Rizzo.

Aunque Edurne no nos pudo acompañar en el estreno, Diana Roig no se quedó rezagada. Con el puritanismo característico de Sandy, la actriz se introdujo en el papel logrando que, entre todos sus números, la interpretación de Hopelessly devoted to you resonara en la cúpula teatral igual que la propia Olivia Newton John hizo en el jardín de la casa de Marty. Eso sí, no en la escena correspondiente. Aunque el musical comenzó fiel en todas sus partes, poco a poco fue tornando, añadiendo escenas nuevas y cambiando otras de sitio, como esta, pero siempre coherente al guión original. En general, Roig se adaptó a la perfección a su papel: chica inocente, algo cursi pero no repelente.

La aparición deslumbrante de Víctor Gómez no pasó desapercibida. Su primera aparición en escena retumbó con un golpe de tambor acompañado de un foco que cuando iluminó su rostro vimos por un momento al auténtico Danny Zuko a quién dio vida John Travolta. Viendo a lo que se enfrentaba, pues no es papel cualquiera el de representar al protagonista de esta obra, podemos decir que su interpretación fue bastante acertada. Aunque falto en complexión, su voz se ajustó de forma acertada a los registros que solo Travolta podía lograr. La flexibilidad de movimientos fue otro punto a favor que se pudo anotar el actor: como el personaje de Zuko, Gómez arrastraba chulería orgullosa por el escenario y su interpretación durante el baile fue bordada a la perfección.

Finalmente, merece especial atención la personificación de la fuerza escondida de Grease, Rizzo. Ya en la película original pasó inadvertida por su papel secundario de líder de las Damas Rosas. Sin embargo, sus dos números solistas siempre fueron clave de la fuerza y jactancia que la película quería transmitir. En este musical, Sheila López bordó el papel. Convertida en la Rizzo de los 50, altiva y arrogante, hizo de sus números toda una delicia para el espectador. Con voz potente, cantó Look at me, I'm Sandra Dee y There are worse things I could do, consiguiendo con esta última mostrar la esencia de su verdadero personaje.

Momentos divertidos provocaron en el público carcajadas generales: cuñas publicitarias, acentos de la tierra entre frases... pero también instantes tensos como la confrontación entre Kenickie (Albert Martínez) y Rizzo, espectacular escena que consiguió acallar a cualquiera que pretendiera decir algo en aquel momento.

Las escenas nuevas siguieron la línea del musical mostrando a un Doody (Didac Flores) cantautor pero que escasamente tenía que ver con la historia. Sin embargo, mejores escenas pudimos encontrar como la aclamada actuación de Greased lightning durante la cual el teatro se convirtió en un manto de brillantina deslumbrando ante nosotros. El baile de Rydell también fue otro número bastante bien acoplado, con detalles curiosos como la cámara que retransmitía todo lo que ocurría en la pantalla de atrás rememorando exactamente la película. Además de fiel, el baile fue increíblemente certero, no dejando escapar ni un sólo detalle de lo que ocurría. La coqueta Cha-Cha (Diana Girbau), no tardó en hacer su aparición estelar subiendo al escenario y grabando definitivamente la escena original.

En general, el reparto estuvo a la altura de lo que se esperaba. Se puede hacer una mención especial a Jan (Marina de No) por su entrega en el papel convirtiéndose en uno de los personajes más divertidos de la obra. Su desparpajo en el escenario hacía sonreír a su paso. No obstante, Albert Martínez en su personaje de Kenickie, no logró transmitir el verdadero carácter de Jeff Conaway cuando interpretó al mejor camarada de Zuko. El verdadero tenía una actitud contundente ante la fanfarronería, distinguiéndose de los demás mientras se mostraba serio, chulo y creído. Martínez, aunque buen bailarín y bordando la escena de Rizzo, falló al considerarse uno más de la banda cuando su personaje implica una madurez diferente.

En definitiva, la línea temporal que mostraba en Summer Nights a una Sandy ingenua hasta su reconversión en el esperado número final You're The One That I Want, siguió majestuosamente al Grease de los años 70, con diálogos y bailes calcados, cumpliendo las expectativas que se esperaban. Una noche de rock and roll expresada en brillantina, cuero, y mucho color.