Los cineastas que cristalizaron el espíritu contracultural de mayo del 68 en una nueva forma de "hacer cine en callejones sin salida" protagonizan el ciclo Revolución 68. Así lo definió ayer el maestro en teoría del cine, Santos Zunzunegui: "Los años 60 son el momento más rico de la historia del cine porque se abrieron mil caminos, sabiendo que era probable que casi todos condujeran a callejones sin salida, pero yo siempre he sentido una enorme admiración por los cineastas que hicieron ese camino hasta el final para decir: no hay salida". "Así que rindamos homenaje a todos esos autores que dieron esos pasos y que, luego, ya nadie se atrevió a dar".

Junto al también experto Manuel Vidal Estévez, ambos recordaron que la trayectoria del cineasta francés Jean-Luc Godard anticipó ese "punto de ignición" con La Chinoise (1967), que se proyecta mañana en un pase único el Teatro Pérez Galdós, y que también avanzó su culminación con Tout va bien (1972), co-dirigida con Jean-Pierre Gorin, "en la que prefigura lo que va a pasar con mayo del 68 y muestra, además, la dimensión global de todo lo que estaba ocurriendo". Vidal recordó el papel que jugaron los breves ciné-tracts, "proyectadas como arma de combate" de la mano de Godard, su reconversión al maoismo con su afán de diferenciarse en el cine bajo la premisa de que "uno se divide en dos, y no al contrario", así como el papel de Henri Langlois, apartado de la dirección de la Cinémathèque Française, que visibilizó la posibilidad de un "país del cine", sin fronteras, que se tradujo en una primera "globalización antes de la globalización" en el imaginario del cine.

Más que París

Los teóricos también recordaron que mayo del 68 no fue sólo París, sino también Vietnam, Japón, EE UU, el movimiento hippie, Latinoamérica o el otro lado del telón de acero, pero que, antes de que la correlación entre el comunismo y ultraderecha pulverizase esta utopía, también se revolucionó el terreno cinematográfico, pues, antes del retorno al orden, en la política, en lo social y en la cultura, a finales de los 70, "los autores se rebelaron contra el cine comercial para buscar formas nuevas y canales de exhibición distintos". "Por eso, este no es un ciclo de Mayo del 68, sino en torno a Mayo del 68, que es lo interesante", concluyó Zunzunegui.