José Naranjo decidió marchar. Fue a un continente que permanecía mudo en los medios de comunicación que lo circundaban para informar de las realidades de 54 países sobre los que pesaba el estigma de la pobreza y la inactividad social. El periodista y actual corresponsal de El País publicó en 2019 El río que desafía al desierto y otras crónicas africanas, el cual ofrece una perspectiva diferente, llena de vitalidad y esperanza, de África. Junto a Pablo Martín Carbajal, que traía El latido de Al-Magreb, dialogó sobre las distintas realidades que ha retratado en los últimos años.

Entre 2019 y hoy han pasado mil acontecimientos. Entre ellas, el fallecimiento de su editor y amigo José Luis González Ruano.

Es un libro con unas circunstancias muy particulares. Era hijo de José Luis y mío y, desgraciadamente, se nos fue cuando el niño comenzaba a caminar, por lo que ha quedado un poco huérfano. Siempre comento allá donde voy que, en cada lector que lo coja, habrá el empeño que José Luis puso en este proyecto que partía de una editorial canaria que estaba empezando [Azulia] y que yo sabía que iba a atratarlo con cariño. De forma inesperada, lo perdimos, sobre todo, todos los proyectos e ilusión que tenía. Luego, el covid fue una desgracia. La vida se nos frenó en seco. Pero es un libro atemporal que se puede leer en cualquier momento, así que hemos pensado en darle un poco de vida y tratar de reactivar presentaciones para tener algo más de recorrido. 

Quiso plasmar una óptica diferente de África. Ahora, con la pandemia, la guerra, la viruela del mono, ¿cómo ha cambiado el tratamiento informativo?

El libro es una especie de ajuste de cuentas conmigo mismo. Soy periodista y, si uno revisa lo que uno publica, tiene que ver con conflictos, inestabilidades, golpes de estado, porque así funcionan los medios de comunicación. Por ejemplo, la viruela del mono provoca miles de casos en el continente desde hace años y los médicos ya habían alertado de que podía dar un salto a Europa, ya en 2017 hice un reportaje sobre esto. Es más, ahora veía los informativos y en los mapitas de casos no salía, como si estuviera desgajada del mundo. A África, en concreto, no se le dedica el espacio que merece dada su dimensión y la importancia que tendrá en este siglo como un cañón demográfico, donde existen circunstancias informativamente interesantísimas, desde los efectos de los cambios climáticos hasta unas sociedades que emergen y hacen nuevos planteamientos con una ruptura del pasado. Así que con esos enfoques trato de visibilizar ese día a día, la gente que lucha por cambiar las cosas y adelante como el río Níger, [de ahí el título], pese a todas las adversidades simbolizadas en el desierto.  

"Esta inestabilidad en África beneficia a determinadas empresas y gobiernos extranjeros"

Viviendo en los países de origen y habiendo informado sobre ello, ¿cómo viven las familias las muertes y desapariciones de quienes embarcan rumbo a Canarias con la desprotección que luego se haya aquí?

No es solo la desaparición física del ser querido sino la invisibilización del fenómeno. Son nada, se convierten en humo. Esto es doblemente doloroso porque no hay luto, ni banderas a media asta: naufraga un cayuco con 150 personas y pasamos la página. Eso es una de las cosas terribles que uno se ha encontrado por el camino. Con respecto a eso, poco más que decir, llevamos más de 30 años con llegada de pateras y cayucos a Gran Canaria y nadie está pensando en tratar de evitar las pérdidas de decenas de miles de personas. No es un accidente puntual: es un fenómeno estructural. En Canarias somos frontera sur como el punto más próximo al África subsahariana de toda Europa y, sin embargo, las políticas que se aplican son una fórmula que no funciona. Los chavales intentan sortear la vigilancia y nadie piensa en generar vías legales y seguras para que les disuada de jugarse la vida. Erróneamente, se sigue interpretando como algo coyuntural que va en función de crisis puntuales, pues yo creo que es uno de los grandes errores que se comete en nuestra sociedad.

El periodista José Naranjo con Pablo Martín Carbajal, esta mañana, en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria. ANDRES CRUZ

¿Cómo se logrará que ese motor económico que será África en un futuro mejore la vida de sus poblaciones?

Los africanos y africanas tienen que decidir hacia dónde van. Parte del problema ha sido el norte global, nosotros, que ha contribuido a consolidar un sistema económico internacional muy injusto donde África queda relegada a ser el continente suministrador de materias primas que no controla. Esta inestabilidad, pobreza, guerra, tiene que ver con que benefician a determinadas empresas y gobiernos extranjeros. Hay planteamientos sobre la mesa de ruptura con ese modelo, lo que pasa es que el camino es duro y difícil porque nuestro bienestar no se entendería sin ello. Pero hay brotes interesantes como la creación de la Zona de Libre Comercio Continental para favorecer la industrialización de los países con el fin de que empiece a ser un bloque unido para transformar esas materias primas: exportar solo no genera valor añadido ni genera empleo. También, hay un enorme problema con el sistema educativo y cómo es incapaz de insertar en empleo a los jóvenes. Entonces, al final del tunel del tema migratorio hay unas enormes expectativas por parte de los chavales de tener una vida mejor. Ellos están hiperconectados al mundo, no pensemos que están aislados, y esas expectativas no las pueden cumplir con las actuales condiciones. Por tanto, hay que apostar por esos cambios, no por este desarrollo fruto de la cooperación que construye un pozo, sino cambiar las estructuras de la raíz, lo cual conlleva valentía, libres políticos, una sociedad civil fuerte y formada, crítica y capaz de controlar a su clase política, en definitiva, una democracia sólida. 

Hablando de democracias estables y el papel del periodismo, el I Premio Saliou Traoré recayó en usted y ahora ha sido concedido a Agus Morales, ¿Cree que es posible otro periodismo en el frenesí que impera?

Es complicado. Estamos subidos en esta locura de la inmediatez, un poco superficialidad de las cosas con las nuevas tecnologías, y una manera de hacer periodismo que tiene que ver con ‘el llegar antes’ antes que con ‘el llegar bien’. Creo que lo revolucionario hoy es hacer periodismo de fondo y, en el caso de un periodista freelance que se ha de buscar la vida para sobrevivir, lo tiene complicado porque está a todas para generar ingresos. Lo ideal es que los medios apuesten por un periodismo de largo recorrido, como el que hace Agus al crear un modelo como 5W, pese a todo. Si los medios desertan de su responsabilidad, ahí tenemos un problema. La tendencia no es buena, sin embargo, la única salida para los medios es apostar por la profundidad en un mundo con tanta información e hiperconectividad. Creo que lo están entendiendo, yo, que colaboro con El País, veo buenas señales. El error es pensar que los lectores no quieren ese tipo de información, al contrario, estoy convencido de que valoran la calidad. 

"Llevamos más de 30 años con llegada de pateras y cayucos a Gran Canaria y nadie está pensando en tratar de evitar estas pérdidas"

¿Prepara algún próximo proyecto, otro libro, por ejemplo?

Por ahora, estoy preparando los textos de una exposición que se va inaugurar en junio que se llama Las tres fronteras junto a un compañero fotógrafo. Ha sido un tiempo súper convulso con la pandemia y las interrupciones de viaje, aunque hay un tema que me tiene hablando solo, como decimos aquí, que es el Sahel y la inseguridad y el sufrimiento de los civiles. Solo lo vemos de manera puntual cuando hay algún ataque o entran los rusos en Mali, pero es cotidiano en Burkina Faso, Níger, a donde he viajado en estos años y me ha dado la oportunidad de darme cuenta de la dimensión del problema. Para escribir hay que dedicarle tiempo y esfuerzo, siendo el tiempo el bien más preciado... Tampoco tengo claro el formato, los tres libros que tengo publicados son en estilo de ensayo y me tienta la ficción. La literatura es un medio para contar las cosas de forma muy chula.

Te puede interesar:

¿Qué opinión tiene del Día de Canarias?

Para mí, es un día súper especial esté donde esté, siempre lo tengo presente. Todos los pueblos tienen sus especificidades y diferencias, pero hace 40 años las pasábamos un poco más por alto. En la actualidad, nos sentimos orgullosos e identificados con este Archipiélago tan raruno, en medio del Atlántico, que ha de ser puente de continentes y culturas. Ese es el verdadero hecho diferencial: nuestros orígenes diferentes, con los procesos que se dieron tanto en el pasado como en el presente, reivindicando nuestro pasado conscientes de que somos el producto de una mezcla y lo seguiremos siendo.