Décimas y versos para Alexis

Si Eladio Monroy, Ned Blackbird, Agustín Santos o Tito El Palmera doblaran la calle Triana por Travieso y se miraran en el cristal de la Librería del Cabildo de Gran Canaria, el reflejo recortaría las portadas relucientes e incólumes que envuelven sus aventuras transcritas por Alexis Ravelo. Pero si avanzaran unos cuantos pasos más hasta la Biblioteca Insular de Gran Canaria, el árbol de libros que preside la entrada custodiaría esas mismas historias gastadas, ajadas, transitadas y repasadas, como un sendero de hojas y huellas en el barro del refugio.

A un lado, la promesa de una mirada desconocida sobre sus enigmas y, al otro lado, centenares de lectores y lectoras que siguieron sus pasos y sus giros a través de las páginas de sus novelas. Esta última imagen conmueve a sus personajes: al fin y al cabo, su padre también subrayaba los libros. Pero nunca alcanzaron a calibrar, hasta ahora, que sus trapicheos, fechorías y delitos contaran con tantos cómplices.

Todas las bibliotecas y librerías de la Isla, como la Municipal Miguel Santiago de Guía, rinden homenaje a la memoria de Alexis Ravelo, fallecido el pasado lunes a los 51 años como consecuencia de un infarto, a través de sus libros. Y también los círculos culturales, medios de comunicación y encuentros literarios. El pasado jueves, el periodista Aimar Bretos, en la emisión de un programa especial de Hora 25 desde la Casa de Colón, nombraba Las Palmas de Gran Canaria como «la ciudad de Alexis Ravelo». El público entero, en las dos plantas en el museo americanista, se fundió en un aplauso largo. Y el programa cultural de Televisión Canaria, Canarias es Cultura, proyectó esa misma noche un programa íntegro en homenaje a la vida y obra de Ravelo, conformado por testimonios de voces de amistades y representantes de la cultura que han seguido su trayectoria en el tiempo, incluso cuando sus personajes aún no habían nacido en el papel y eran apenas ideas esbozadas en una servilleta, a uno y otro lado de la barra del Cuasquías.

En estos días tristes, sus personajes y cómplices se encuentran en la misma página de la ausencia y tratan de poner palabras al vacío para que no enmudezca la memoria. «Se pinta de negro el cielo / y llora Eladio Monroy», poetiza la escritora Cristina Cabrer Davidsson. «Te veremos allí, donde Juan Carlos / canta a Leoncavallo. Con tu paz / de trincheras y risas y huracanes», escribe el poeta palmero Antonio Arroyo Silva.

También el verseador grancanario Yeray Rodríguez, que tantas veces se batió en duelo en el ring de la palabra con Ravelo (su mejor rima siempre fue la risa), le dedicó unas décimas junto al payador argentino David Tokar. Lo hizo en el marco del encuentro Verseando por la Solidaridad. Argentina y Canarias, en el Patio del Cabildo de Gran Canaria, que culminó con una certeza: «si nos falta Ravelo, no está la Isla completa».

«Triste estoy porque se ha ido

quien siempre dio un paso al frente,

quizás el tipo más valiente

que escribiendo hemos tenido.

Un escritor aguerrido

que tanto talento encierra,

que a la justicia se aferra

y no me niega la muerte

que Ravelo echó su suerte

con los pobres de la tierra».

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