Mariano Pensotti: "Lo único que queda es el recuerdo y este genera ficción"

Este viernes estrena a las 20.00 horas en el Teatro Pérez Galdós 'La Obra' su última pieza teatral. El sábado se volverá a subir a las tablas del recinto a las 20.00 horas

Narra la historia de un polaco judío, superviviente de los campos de concentración, recrea en Argentina su ciudad natal como escenario para una obra de teatro que sirva de memoria de lo ocurrido

El director y dramaturgo argentino Mariano Pensotti, en el Teatro Pérez Galdós

El director y dramaturgo argentino Mariano Pensotti, en el Teatro Pérez Galdós / J. Pérez Curbelo

¿Cómo surge la idea de ‘La Obra’?.

Hacía tiempo que tenía ganas de investigar en dos cosas. Por un lado, algo que es muy conocido que es que hubo muchos nazis que después de la Segunda Guerra Mundial se refugiaron en Argentina y tomaron identidades falsas. Esas identidades hacían de alguna forma que actuaran como un personaje, más allá de toda consideración épica sus vidas se volvieron bastante teatrales. Intepretar un personaje muchas veces frente a sus familias y personas muy cercanas que muchas veces no sabían la verdad de quienes eran. Y por otro lado me interesaba ver que sucedía si una de esas personas hacia una obra de teatro. En algunos lugares de América Latina es frecuente que esas expresiones teatrales en las que todo un pueblo participa. Uniendo esas dos cosas fue un el disparador. La Obra es una pieza de teatro documental ficcional, porque de apariencia trabaja un formato documental pero la mayor parte es ficción.

¿Qué ha sido lo más difícil de este proceso creativo?

Una de las cosas más difíciles fue justamente trabajar en ese borde entre realidad y ficción. Muchas de nuestras obras previas habían trabajado como la realidad transforma la ficción y como esta también tiene la posibilidad de ir modificando la realidad. En este caso elegimos un formato más extremo donde lo que uno ve en escena tiene la sensación de que es real y está siendo contado por personas que han vivido lo que narran. La realidad es que son todos actores profesionales que están fingiendo ser personas reales. Algo tan sencillo como eso es bastante complicado de conseguir. 

¿Cómo se consigue?

Trabajando mucho con los actores y sobre todo dándoles mucho espacio a sus sugerencias. Más allá de que soy el director y el autor de La Obra, es un trabajo de mucha colaboración con todo el equipo. Con los actores en especial. En ese sentido, otra dificultad era ser conscientes de que estábamos tomando tópicos bastante complejos como qué pasa con los supervivientes del Holocausto o con los nazis que fingieron ser otra cosa, qué rastros hay en la sociedad argentina, y en general, en la actualidad, de toda esa historia reciente que parece un poco olvidada y que por otro lado en algunos lugares resurge. Había un montón de preguntas que nos iban apareciendo en el proceso creativo.

Habla de esa memoria, ¿qué importancia tiene en el teatro para usted?

A mi siempre me pareció que hay algo en el teatro que, por un lado, es mucho más parecido a la vida que otras expresiones artísticas en el sentido de que es efímero, hay un tiempo y un espacio compartido entre quienes lo hacen y quienes lo observa, algo que no sucede en el cine ni en otras disciplinas. Solo existe en ese momento y está hecho de memoria. Todos sabemos que luego lo único que queda es el recuerdo y este genera ficción, por que a cada cuenta una obra de teatro que ha visto de una forma completamente distinta o la recordará de forma diferente. En ese sentido, me parece que el teatro es un gran medio para hablar por un lado del tiempo y por otro de la memoria, porque en el teatro no hay nada inmodificable. Todo es modificable a través del relato y del recuerdo. En ese sentido se parece muchísimo más a lo que experimentamos en nuestra vida cotidiana.  

El teatro es el que interroga sobre ciertas cuestiones que sobrevuelan la sociedad ahora mismo

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¿Es una disciplina más viva?

Absolutamente. Estoy convencido que el teatro es un como un organismo vivo, es un poco un lugar común para todos los que hacemos teatro que siempre decimos que cada noche es distinta y cada función es diferente, pero es real. Eso sucede y hace que la obra esté en permanente transformación y en un diálogo directo con el público. En ese sentido también es interesante que muchas veces el teatro, mucho antes que otras disciplinas, es el que interroga sobre ciertas cuestiones que están sobrevolando la sociedad ahora mismo. Es como si el teatro tuviera una capacidad de reacción más rápida que otras artes a cosas que están sucediendo ahora mismo.

¿Cree que como sociedad hemos aprendido de todo lo vivido o que es necesario este tipo de reflexiones desde el teatro de lo que ha pasado?

La sensación que yo tengo es que las sociedades, quizás a todos nos gustaría pensar que están compuestas de aprendizaje y de evolución, son mucho más complejas y van hacia adelante y hacia atrás, son pendulares. Hay un tiempo ciclíco en el que ciertas cosas se repiten, nunca de manera igual pero se reiteran. La historia reciente de Argentina creo que es sintomática, refleja mucho también la historia de Europa. En muchos casos la historia reciente de Argentina es como un reflejo distorsionado de ciertos eventos políticos europeos de los últimos 80 años. De hecho, por ejemplo tenemos la comunidad judía más grande de América Latina, está muy insertada en la sociedad, con mucha participación y al mismo tiempo tenemos esta historia de acogida de muchos antiguos nazis. Esa contradicción, esa tensión presente en la sociedad, creo que uno puede rastrearla de diversas formas hasta el día de hoy. Y, evidentemente, cuando uno escucha a ciertos políticos latinoamericanos y europeos, también con el auge de las nuevas derechas, donde dicen cosas que uno pensaba que no se dirían nunca más, hay algo ahí que indica que la sociedad es mucho más compleja e impermeable a los cambios y no algo que va evolucionando hacia un lugar. 

Siempre ha parecido que las huellas de la violencia son imborrables...

Es una buena afirmación. En qué medida los rastros de la violencia reciente están presentes en las sociedades. Uno tendería a pensar que hay determinadas violencias que no se borran y, evidentemente, sí. El paso del tiempo lo hace y también ciertos políticos. Ciertas cosas no se borran de manera ingenua, son eliminadas.

¿Ahí puede jugar un papel fundamentel el teatro y el arte?

Creo que sí. También me parece importante aclarar que lo que nosotros hacemos no es un teatro sociológico, no es estrictamente documental. De hecho, quienes vayan a ver La Obra se darán cuenta inmediatamente de que hay muchísimas cosas que son pura ficción, un invento. Nos interesa el poder de la ficción, no trabajamos en un teatro más vinculado a la denuncia. Nos interesa trabajar con esos temas pero llevándolos a un espacio ficcional donde a veces también uno se pregunta qué es real y qué no. Creo que hay algo de eso que a nosotros como grupo más nos interesaba en esta obra. Sin evadirnos de todos los temas serios que estamos tocando no se trata de un estudio sociológico. Nosotros somos un grupo artístico he intentamos justamente investigar desde lo artístico.  

Así tienen más libertad....

Sí, porque me parece que artísticamente uno puede llegar a lugares que la sociología y la política no. Eso es también lo que nos interesa. Podemos hacer preguntas, con un grado de libertad y hasta una falta de rigurosidad, que ciertas disciplinas más científicas no. Me parece que eso tampoco lo tenemos que perder. El teatro no tiene que olvidarse de ciertos temas complejos, serios y que están sucediendo ahora mismo. Y al mismo tiempo no tiene que olvidarse de su faceta artística, no pretendemos ser solo un reflejo de algo que sucedió ni reflejar una realidad, sino inventar una realidad. Si el arte no puede inventar una realidad nueva, entonces ¿quién puede hacerlo? En ese sentido, para nosotros el teatro también tiene una dimensión política que va más allá de lo partidario y de ciertos temas coyunturales. Tiene que ver también con la idea de que el teatro crea nuevos mundos. 

¿Qué busca transmitir?

Nos gustaría que sienta que todo lo que uno ve y lo que le relatan a veces es más complejo de lo que piensan. Lo que va a ver es una obra compleja y, a la vez, muy lúdica y sencilla en ciertas cosas, como en su narrativa. Y muy compleja en su conceptualización de algunas ideas, donde para nosotros también va a ser muy interesante presentar La Obra aquí porque será la primera vez. Es una obra muy nueva que se estreno en junio en Viena y luego la presentamos en Atenas. Esta va a ser la primera vez donde la vamos a presentar frente a un público que habla castellano. Para nosotros también es muy particular. Generalmente nuestras obras se estrenan primero en Argentina y luego viajamos a otros lugares. Aquí fue un poquito al revés, todavía no se hizo en Argentina. Así que es una obra súper nueva y estamos muy expectantes con lo que pueda suceder con el público.  

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