Niños Mutantes llega al Sonora en el fin de su periplo noise melódico elegante

La banda granadina Niños Mutantes actúa esta noche en el marco del concurso Sonora 2024 que celebra su segunda jornada en el Edificio Miller a partir de las 20.00 horas. El grupo indie, que saldrá al escenario tras los cinco grupos canarios que forman el bloque de actuaciones de hoy, y mientras delibera el jurado, está inmerso actualmente en una gira de despedida tras treinta años de carrera. Previamente a su actuación, todas las bandas tendrán 25 minutos para defender las distintas propuestas de un concurso que será presentado por el músico Ginés Cedrés.

Niños Mutantes llega a la Isla, por tanto, en el final de una de las trayectorias más auténticas y brillantes del pop español independiente surgido en los noventa. Por eso mismo, y aunque hayan visitado la Isla en varias ocasiones, su concierto de hoy es una cita ineludible para los amantes de los sonidos fascinantes, lejos de esas propuestas comerciales y artificiosas que inundan las listas de éxito.

Con una docena de discos publicados, un repertorio con un puñado de himnos generacionales y más de un millar de conciertos a sus espaldas, el grupo anunciaba en diciembre del pasado año su deseo de concluir el proyecto: «El año que viene cumplimos 30 años. Nunca lo hubiéramos imaginado. Es un milagro, nos sentimos muy afortunados. Gratitud eterna por habernos traído hasta aquí, ha sido el viaje de nuestras vidas, y ha sido precioso. Pero todo camino llega a su fin, y hemos decidido que el nuestro es este 2024 en que llegamos a esos 30 años tan vertiginosos». El jurado del Sonora, presidido por Dania Dévora, tendrá que deliberar en ese momento entre diez propuestas. Por un lado, las bandas que participaron ayer con Dyatlov, Muyaio, Virya Cruz, Hey Chabón y Pink Flamingos & The Cherry Lovers. Y, por el otro, las cinco restantes que saldrán esta noche, en los nombres de Bad Bone Stompers, El Marido Ideal, Paula Espinosa, Alizuhl y Nala Rami. Se otorgarán dos premios en metálico y varios extras.

Excepcional

Niños Mutantes ha sido un caso excepcional dentro de la música indie española. Gran parte de esa personalidad quizás provenga de su ciudad de origen, Granada, de donde han salido las bandas españoles más convincentes y talentosas del indie nacional dentro de sus respectivos géneros estilísticos ya sea en el punk (PPM) el post-punk (TNT), la new wave (091), la electrónica (Diseño Corbusier) el noise (Los Planetas), el posthardcore (Lagartija Nick), el metal alternativo (Hora Zulú), o el shoegaze (Apartamentos Acapulco). Eso, sin dejar atrás nombres actualmente cercanos al mainstream como Miguel Ríos, La Guardia o Lori Meyers. La banda nace, además, de un proyecto que lideró Juan Alberto Martínez junto con dos miembros de otra fenomenal formación de la ciudad andaluza llamada Mama Baker que registró en dos sensacionales álbumes un pop alternativo, fresco y melódico que sería la base del sonido de la actual formación.

Tras participar en numerosos festivales y presentarse a todo tipo de concursos, Niños Mutantes logra fichar con el sello Astro donde, tras varios singles y un Ep, publica su primer trabajo largo en 1998 Mano, parque, paseo que fue toda una declaración de intenciones. Un disco redondo en donde el grupo se agarraba firmemente a la santísima trinidad del noise de Pixies, Pavement y Sonic Youth, para crear unas canciones de una fuerza originalidad desbordante, una estructura matemática y un olfato melódico inusual en este país hasta entonces. Desde el primero hasta el último tema se descubre una característica que presidirá a todas sus demás producciones: una capacidad para combinar de forma afortunada el control con el desenfreno instrumental lo que daría como resultado un sonido elegante y pulcro, casi preciosista, que encantó a la crítica más exigente del momento. 

Calidad

Temas de la calidad de Serpiente o Caramelos ya atestiguaban unas capacidades que irán desarrollando y puliendo en el resto de su discografía. Sin embargo, su fascinación por la generación noise era más evidente en su admiración hacia los albaceteños Surfin’ Bichos, la banda noise más importante de la historia de este país. Y con ellos siempre han tenido numerosos puntos en común que los catapultaba a un lugar de privilegio sobre otros grupos de su generación y que consistía en su interés por lograr una profundidad lírica en sus temas. Porque, al igual que el grupo de Fernando Alfaro, ellos podían desarrollar el sonido más oscuro y denso instrumentalmente, pero acompañarlo de un texto de gran calidad poética.

Tras otro par de Eps, en el año 2000 saldrá su segundo disco, Otoño en agosto, en donde mantenía las características del debut, pero con ejemplares aproximaciones también a un sonido más complejo y elaborado cercano al post-rock de Radiohead o Moonshake. Esta tónica adquiriría cotas aún más sofisticadas en El sol de invierno con el que logran salir de los circuitos de culto, convirtiéndose desde entonces en la típica banda independiente que logra subsistir por la fidelidad incondicional de sus seguidores. Desde entonces y, hasta ahora, a través de otros nueve trabajos, la banda de Martínez ha sabido incorporar grandes referencias que van de Teenage Funclub a Wilco.

También hay que decir que para algunos esta despedida era la crónica de una muerte anunciada después de que el grupo, en su trabajo de 2022, Cuchillos y diamantes, pusieran una nota en la que decían que esta obra era, ante todo, «un disco honesto en el que Niños Mutantes reconocen que lo han pasado mal. Motivos personales y colectivos los han situado en un estado vulnerable que hace nacer las canciones desde un lugar diferente desde el que se pueden conjurar los males y, a la vez, celebrar por todo lo alto las alegrías».

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