Música

Pop con rigor de música clásica

Juan Manuel Marrero realiza un inesperado giro estilístico en sus últimas obras que el Cuarteto Ornati, unido a un grupo de seis músicos, anoche interpretó en el auditorio

Marrero, junto con los músicos, anoche en el auditorio

Marrero, junto con los músicos, anoche en el auditorio / Nacho González

El Cuarteto Ornati, acompañado por un grupo de cámara, estrenó anoche, en el auditorio Alfredo Kraus, la última obra sinfónica de Juan Manuel Marrero, ‘Suite Parisienne’. Previamente el grupo ejecutaba uno de los seis cuartetos que aparecen en el nuevo trabajo del compositor grancanario, titulado ‘String quartets’ y que acaba de salir en el prestigioso sello Neos. El propio autor explica los detalles de estas obras.

«Yo conocí mucho antes a Mecano que a Pierre Boulez, por eso, ahora, tras 30 años de componer un arte tan abstracto, intento reunir las culturas que me han forjado como músico y he utilizado el minimalismo americano para que me sirva de plataforma para unir dos mundos como el pop y la música clásica». Son las palabras del compositor grancanario, Juan Manuel Marrero, cuya última obra, Suite Parisienne, se estrenó anoche en el auditorio Alfredo Kraus interpretada por el Cuarteto Ornati y un refuerzo de seis músico. 

La obra formaba parte de un programa en el que también se incluía la Obertura sobre temas hebreos para piano, clarinete y cuarteto de cuerda, de Prokofiev y Lives in Central Park para cuarteto de cuerda, también de Marrero y que aparece incluida en su tercer trabajo individual, String Quartets grabado en el sello Neos y acabado de publicar. Un disco con el compositor grancanario inicia un nuevo periodo en su trayectoria creativa. Y lo hace en un sello señero de la música contemporánea. «Es un álbum que reúne diferentes cuartetos en diferentes periodos de mi vida de una década, la que va de 2007 a 2017, donde mi producción fue muy prolífica en cuanto a este tipo de composiciones», señala.

El álbum reúne dos maneras de concebir la creación musical contemporánea. Los dos primeros cuartetos, que son encargos del Lincoln Center, están escritos en Nueva York, y «son algo más accesibles para el oído neófito no acostumbrado a la música contemporánea más dura», asegura. 

Minimalistas

Son obras «de estética minimalista norteamericana, pertenecientes a la última mitad del siglo XX, pero más abiertas», añade. Estos dos primeros cuartetos se inscriben en la herencia de lo que se llamó la segunda escuela de Nueva York con autores como Steve Reich, Thierry Riley, John Adams y Philip Glass. Precisamente, el compositor ha querido ahondar en esa cuestión de la accesibilidad, dado que muy a menudo la gente que va a un concierto de contemporáneo le cuesta entender la obra. «El minimalismo americano es mucho menos complicado que la música contemporánea europea», asegura. «Y por eso la integro con ciertos elementos de la cultura pop».

Los cuatro cuartetos restantes, sin embargo, son encargos de diferentes instituciones europeas, y «están escritos en mi estudio parisino, integrándose en esa música europea mucho más abstracta, que quizás sea más familiar para el oído más acostumbrado a la música contemporánea», añade. Todas las obras responden al principio de trabajar «en la potencionalidad de los instrumentos, en buscar concepciones sonoras originales, sonidos pocos usuales, salir de los modos de escritura tradicional». Y estos cuatro cuartetos restantes se integran en la herencia estética de la música contemporánea europea a partir de la segunda mitad del siglo XX: Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen, Giorgy Ligeti, Helmunt Lachenmann y Gerard Grisey. 

En el concierto de anoche, la única intervención de Juan Manuel Marrero consistió en explicar ese nuevo álbum discográfico. A continuación saldría el Cuarteto Ornati formado por Sergio Marrero (violín primero),  Adrián Marrero (violín segundo), Adriana Ilieva (viola) y Carlos Rivero (cello),  que son miembros de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Suite Parisienne incluyó un refuerzo de los músicos Carmen Ojeda (flauta), Verónica Cruz (oboe), Laura Sánchez (clarinete), Miguel Ángel Mesa (fagot), José Zarzo (trompa) y José Luis Castillo (piano) para una obra de diez músicos con mucha envergadura y que duró en torno a 30 minutos. «Es un encargo de 2022 y la última obra sinfónica que he compuesto», asegura Marrero. Una obra «que yo se la dedico a la ciudad a la que le debo casi todo, París, donde estuve 27 años». La obra está dividida en cuatro movimientos «en los que he intentado recrear lo que yo considero mis sentimientos de la vida parisina. Los cuatro están muy ambientado en el barrio de Montmartre con un primer movimiento titulado La bailarina desnuda. Un segundo como Una copa por Montmartre. Un tercero con el nombre de Pensamiento furtivos bulevares infinitos y el cuarto Café y lluvia, «porque eso es París».

El compositor intenta retratar esos ambientes parisinos con la singularidad de una obra que «se sitúa en las antípodas del estilo de composición que he seguido en los últimos 35 años. Siempre he hecho obras más abstractas y herméticas. Y de un tiempo a esta parte me he interesado más por esa música norteamericana minimalista de finales de siglo, pero añadiéndole guiños a la cultura pop y elementos de accesibilidad. Y esta obra es la cumbre de esa manera de hacer música». 

De este manera, el autor sale de la abstracción y se acerca a algo más accesible, sin que deje de ser interesante, ni se transforme en más fácil. «Traslado al rigor de la música clásica los elementos de la cultura pop. Intento que converjan todas las culturas que me han influido. Soy un músico clásico contemporáneo, pero muy claramente yo crecí escuchando los 40 Principales. Y hasta la MTV llegó cuando tenía 20 años», añade.