El mundo vivía convulso en aquellos días de abril de 1978. Aldo Moro, profesor universitario de Derecho Romano y a la sazón primer ministro de Italia, había sido secuestrado y se temía por su vida. De hecho, el mismo 19 de abril, hace hoy 35 años, las autoridades transalpinas, que trabajaban a destajo desde días antes después de un comunicado emitido por las Brigadas Rojas, que se atribuían la autoría del secuestro, dejaban de buscar el cuerpo del político -nacido en la provincia de Lecce- en las aguas del lago Duquesa, cercano a Roma. Italia y el mundo estaban preocupados por su suerte.

Pero aquí, en las Islas Canarias, en general, y en Gran Canaria, en particular, había una preocupación añadida. Aquel jueves, 19 de abril, los canarios se apostaban ante sus televisores y aparatos de radio para seguir la que iba a ser una fecha histórica y de leyenda para la UD Las Palmas, pues los amarillos, dirigidos por Miguel Muñoz, se enfrentaban en el Santiago Bernabéu en la final de la Copa del Rey -que había comenzado a disputarse bajo tal denominación un año antes- al todopoderoso FC Barcelona que entrenaba el holandés Marinus Rinus Michels y comandaban sus compatriotas Johan Cruyff y Johan Neeskens.

"Llegamos muy mermados a aquel partido", señalan, entre otros, el capitán de aquel equipo, Guillermo Hernández, al igual que lo hacen los centrocampistas Noly, Félix y el tinerfeño Jorge Fernández, quienes indican: "Carlitos Morete, Felipe y Félix", señala Jorge, "estaban tocados, y eso nos mermó bastante".

Todos ellos, además, coinciden en señalar asimismo, y en distintas conversaciones: "El partido, que comenzamos muy bien, se decantó muy pronto en favor de ellos por un injusto penalti que nos pitó Franco Martínez a instancias de su linier, Sánchez Arminio. No fue penalti y esa jugada nos hundió por completo".

Igualmente, todos ellos coinciden en indicar que aún hoy día viven y recuerdan ese partido "como si hubiese sido ayer", de tal forma que, por ejemplo, Noly, señala: "Aún hoy día hay quien me lo recuerda al saludarme por la calle"; mientras Félix Marrero afirma: "Recuerdo también muchísimo la noche anterior al partido, pues nos llevamos la sorpresa en la cena de la visita de Los Gofiones, que nos interpretaron algunas canciones y se nos pusieron los pelos de punta. Respecto al partido, creo que Michels le ganó la partida a Muñoz. Esperábamos a un Barcelona como el de la Liga, y el holandés presentó bastantes variaciones, tanto en la alineación como en la ubicación de los jugadores. Cruyff prácticamente era el líbero, y eso nos desconcertó. Pero luego tuvieron mucha fortuna con los tres goles a balón parado, y también influyó la ayuda arbitral".

Daniel Carnevalli añade: "Fue un momento de mucha ilusión. El equipo nunca antes había conseguido algo así, pero el penalti nos sacó del partido. La pena fue que no pudimos dar una alegría mayor a los nuestros".

Mientras, el capi, Hernández, señala: "Ellos tenían mucha más experiencia en ese tipo de encuentros y, además, eran un auténtico equipazo; pero nosotros no estábamos a tope, con Félix y Morete tocados, y de ahí que no jugásemos como lo veníamos haciendo en la Liga".

Noly indica, asimismo: "La ilusión que se está viviendo ahora con el equipo de Lobera me hace añorar y recordar a la de aquel partido. Llegamos muy mermados con las molestias de Félix, Carlitos Morete -al que no le pitaron un clarísimo penalti- y Felipe, y eso se notó bastante. Cruyff marcó las diferencias, pero no creo que fueran superiores a nosotros. Las decisiones de los árbitros nos fulminaron".

Y Jorge también indica: "Fuimos el equipo con el calendario de Copa más duro y la semifinal con el Sporting, un equipazo, nos agotó y mermó muchísimo para la final. Eso y las decisiones arbitrales nos privaron de ser campeones".