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Sagués Oscoz, Suso y la vida en el alambre

El penalti inexistente condena a una UD que no supo cerrar el derbi

Sergio Araujo, delantero de la UD, pelea un balón con Jorge Sáenz (21), perseguido por Carlos Ruiz y Albero Moreno . QUIQUE CURBELO

En el momento en el que alguien desempolve las hemerotecas, dentro de algunos años, o la memoria colectiva empiece a carburar en el momento en el que se acerque otro derbi canario, dos nombres saldrán del 16 de noviembre de 2018: Gorka Sagués Oscoz y Jesús Manuel Santana Abréu, 'Suso'. El primero, por crear un penalti de un balonazo en la nuca de David García, al que expulsó; el segundo, por materializar la pena máxima y poner su sello en un derbi que se le había resistido hasta ayer.

Ahí radica la gran diferencia entre un partido más y uno como el que se vivió en el Estadio de Gran Canaria. Si el rival y los protagonistas hubieran sido de otro color, el penalti pasaría pronto a mejor vida, al trastero de anécdotas sin mucho más recorrido. Sin embargo eso nunca sucederá, en parte, por culpa de la propia UD Las Palmas.

El equipo de Paco Herrera dominó, puso las ocasiones, encaró el partido con un gol en la primera mitad y vivía cómodo. El CD Tenerife, pobre e indolente, solo se asomaba al área amarilla a base de arreones. El desenlace que se vio, en esto del fútbol no es novedad: el que perdona, paga. Andaba la UD desconcertada cuando el 'Tete' sacó un contragolpe desde la línea de atrás, se plantó en el área y el disparo de Flip Malbasic golpeó en la cabeza de David García, Sagués Oscoz creyó que era en la mano y Las Palmas asumía su condena.

Raúl, que había parado los tres penaltis que le habían lanzado esta temporada, sucumbió ante la frialdad de Suso Santana. A su sexto derbi, el futbolista tinerfeño encaró el punto de penalti para acabar con es tema pendiente en su expediente. Después, su ruido particular: correr junto a sus aficionados, cruzar la valla y montar el quilombo. Lo siguiente, pararse delante del banquillo de Las Palmas y extender su brazos para formar la letra 'T'.

Agitar sin fútbol

Su entrada agitó el partido solo con su presencia. Cosas del derbi. La única ocasión que había generado el Tenerife hasta el penalti y la expulsión de David García llegó en las botas de Suso, con una volea que obligó a intervenir con maestría a Raúl Fernández. Su entrada, los pitos, la mala cara que genera en Siete Palmas su nombre. Son cosas del derbi.

La historia podría ser peor aún. Y es que Bryan Acosta falló el 1-2 en el descuento. El lastre numérico y anímico que supuso el penalti inundó a Las Palmas, necio en la definición, torpe en la resolución de un partido que tenía que llevarse a la boca porque más allá del derbi. La UD se desangra en la clasificación, ve cada jornada más lejos los puestos de ascenso -el billete directo está a 11 puntos; la promoción, a cinco- y no sale de su bucle: una victoria en 12 jornadas de la que se cumplirán pronto dos meses.

Si el derbi se visualizaba como un punto de partida para que el equipo de Paco Herrera empezara a remontar el vuelo la oportunidad está perdida -suma tres puntos de los 12 que ha disputado con el nuevo técnico-. Apostó el entrenador por bandas, con Fidel Chaves y Dany Blum volando por las bandas y la UD mejoró. Controló mejor el tiempo del duelo, pisó el campo contrario y apenas sufrió con la pareja de centrales formada por David García y Juan Cala. Apretó en la presión y ahogó a un Tenerife, de recursos limitados que mostró en el Gran Canaria por qué es el decimoséptimo equipo en la tabla de Segunda. Y ni con eso la UD consiguió ganar. Y ese, por encima del penalti que dibujó la cabeza de Sagués Oscoz y del gol de Suso, es el gran drama de un equipo que es víctima de todos los males a punto de cerrar un 2018 que mejor nunca hubiera pasado.

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