El pergamino de Clío

La modorra guanche

La modorra guanche

La modorra guanche

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Antes de comenzar a hablar sobre la modorra, se debe tener en cuenta que a los castellanos les costó bastante trabajo conquistar las Islas, más concretamente la de Tenerife que, precisamente por ello, fue la última en ser tomada. De hecho, la conocida batalla de Acentejo es fiel reflejo de lo difícil que se lo pusieron los guanches a los invasores ya que fueron derrotados por el mencey Bencomo de Taoro y su hermano Tinguaro, obligando al capitán Alonso Fernández de Lugo a abandonar temporalmente la invasión.

Posteriormente, los cronistas se hicieron eco de un extraño mal que asoló a los guanches en las vísperas de la batalla de La Laguna (1495) y que facilitó la victoria a los castellanos. La epidemia canaria preludió lo que iba a suceder en el Nuevo Mundo unos años después con la introducción de las enfermedades de contacto traídas durante la expansión colonial europea. Un ejemplo es el testimonio de Alonso de Espinosa: «Vino una tan grande pestilencia, de que casi todos se morían y ésta era mayor en el reino de Tegueste, Tacoronte y Taoro, aunque también andaba encarnizada encendida en los demás reinos. […] no había casi gente, ni la hallaban con quién pelear, por morirse todos de una pestilencial enfermedad […]».

Covarrubias afirmó en 1611 que era una «enfermedad que saca al hombre del sentido, cargándole mucho la cabeza», mientras que Francisco López de Ulloa utilizaba el término «moquillo» para hacer referencia a la rinitis que producía la enfermedad. El médico valenciano Gaspar Torrella (1452-1520) compuso un Consilium de Modorrilla en el que aportó información valiosa sobre la clínica de este mal.

Muchos son los estudios que han intentado aclarar qué enfermedad padecieron en realidad los guanches. Gracias a la información aportada por los cronistas y médicos de la época, en 2020 el director del Instituto Canario de Bioantropología y Museo Arqueológico de Tenerife Conrado Rodríguez-Maffiotte y la técnico superior del mismo instituto Mercedes Martín Oval, presentaron un artículo de divulgación sobre el tema titulado La «modorra» o «moquillo» de los guanches en el que aportan una visión bastante clara de lo que supuso en realidad la enfermedad en términos biológicos y dan solución a muchas preguntas hasta ahora sin respuesta.

En este artículo se presenta el cuadro clínico y sus complicaciones gracias a los datos aportados por los cronistas y sobre todo gracias los trabajos de Viera y Clavijo (1776). La clínica consistía en un síndrome respiratorio con fiebres muy altas (calenturas malignas) que superaría los 39º, mucosidad y estornudos (moquillo), tos y dificultad para respirar. Un alto porcentaje de los enfermos presentaron complicaciones graves como coma (sueño veternoso) o neumonía (dolor de costado).

En cuanto a las características epidemiológicas, el estudio resalta que afectó también a las tropas españolas, pero de forma muy leve. La enfermedad atacó a todos los grupos de edad y a hombres y mujeres indistintamente y tuvo una duración leve de tres días como máximo. Entre el 30 % y el 50 % de los guanches se vieron afectados y la mortalidad fue muy alta, calculando que al menos un 50 % de los enfermos murieron. Por todo ello, se puede hablar de una catástrofe epidemiológica que conlleva la alteración absoluta de la existencia de un pueblo, causando situaciones incompatibles con la vida.

El artículo recopila un diagnóstico diferencial en el que pone en evidencia diversas enfermedades cuyos cuadros clínicos podrían encajar con la sintomatología de la modorra guanche como la peste, la rabia o el sarampión, pero uno a uno descarta estas enfermedades por diversos motivos, por ejemplo, que los españoles habrían perecido de igual modo que hicieron los guanches.

Por el contrario, el estudio presenta otro posible diagnóstico y, tras revisar pormenorizadamente los datos y las fuentes escritas, llega a la conclusión de que la enfermedad de la «modorra guanche» es probablemente una simple gripe. El cuadro clínico corresponde con ella y también lo hace el desarrollo de la enfermedad. Los españoles no se habrían visto tan gravemente afectados debido a que habrían estado en contacto con la enfermedad anteriormente. Las complicaciones de la gripe actual afectan mayormente a los llamados grupos de riesgo, sin embargo, en suelo virgen estas complicaciones afectan a todos por igual y tienen un altísimo índice de mortalidad, algo que hemos podido comprobar con la Covid 19.

Con todo lo anterior, podemos concluir que durante la batalla de Acentejo los guerreros guanches mantuvieron contacto con las huestes españolas, contagiándose así de una gripe mortífera que supondría el colapso de su mundo tal como lo conocieron.

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