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Canarias lleva 24 años con la productividad estancada

La economía no logra recuperar los niveles de 1993 por su nula diversificación, poca innovación, bajo nivel formativo y la burocracia

Canarias lleva 24 años con la productividad estancada

La productividad laboral llegó a su máximo en Canarias en 1993. La economía regional lleva 24 años, casi un cuarto de siglo, sin mejorar o recuperar los niveles de hace dos décadas. Así lo ponen de manifiesto los datos recopilados por Ángel de la Fuente, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, para la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). El notable incremento de la población ocupada -incluidos tanto los asalariados como los trabajadores por cuenta propia o autónomos- no se traduce en un crecimiento equivalente del Producto Interior Bruto (PIB) de la Comunidad Autónoma. El número de puestos de trabajo aumenta a un ritmo más alto que el PIB, o lo que es lo mismo: hay más empleos pero, general, contribuyen menos a la riqueza de las Islas. Las causas de que la productividad laboral acumule 24 años de estancamiento en el Archipiélago, lo que no ocurre en el conjunto del país, son distintas para empresarios y sindicatos. Pero, en cualquier caso, unos y otros coinciden en tres puntos. En que no es culpa de los trabajadores; en que la altísima dependencia de la economía canaria del sector servicios -básicamente del turismo- no facilita la mejora de la productividad; y en que las políticas públicas tampoco han contribuido.

La base de datos de Fedea abarca desde 1955. A mediados del siglo pasado el PIB de las Islas era de 3.225 millones de euros. Había entonces unos 339.000 trabajadores. La productividad, que en su fórmula más sencilla se obtiene dividiendo el PIB entre el número de ocupados, era de poco más de 9.500 euros. En los siguientes 38 años, hasta 1993, la productividad laboral creció notablemente y casi sin interrupciones de un año a otro. En 1993, un año después de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Expo de Sevilla, la productividad superó por primera vez en Canarias los 53.000 euros. Es decir, cada puesto de trabajo aportó al PIB una media de 53.036 euros. El volumen de producción de la economía de las Islas -el PIB es el valor de todos los bienes producidos y servicios prestados durante el año- superó por primera vez los 25.700 millones de euros con 486.000 ocupados. Así pues, en las cuatro décadas transcurridas entre 1955 y 1993 -un período que incluye el boom turístico, de 1957 a 1974, y la primera etapa de gran auge de la economía regional-, el número de trabajadores se incrementó un 43,4%. Pero el PIB lo hizo mucho más. Hasta prácticamente un 700%, de ahí que la productividad superó por primera vez los 53.000 euros. Por primera y por última vez.

Hasta comienzos de la década de los noventa la economía del Archipiélago ganó así productividad, y con ella competitividad. La aparición de más empresas, la mayor y mejor formación de los trabajadores, la irrupción de la industria turística, la presencia de algunas factorías importantes y, en definitiva, la modernización del tejido productivo se hicieron notar en la Comunidad Autónoma. Y también en lo social. Los salarios crecieron y con estos, el nivel de vida de los isleños. De hecho la productividad laboral es también un indicador relacionado con el nivel de vida. Sin embargo, la evolución cambió drásticamente en 1993.

Si hasta ese año el ritmo de crecimiento del PIB era muy superior al del número de puestos de trabajo, la fórmula se dio la vuelta a partir de ese momento.

Los 53.036 euros que cada empleo aportaba de media al PIB en 1993 fueron el año pasado menos de 51.000. Ni en uno solo de los 24 años transcurridos entre 1993 y 2017 se ha conseguido llegar de nuevo a esa cifra.

La economía canaria produjo el año pasado bienes, productos, mercancías y servicios por un montante de algo más de 44.200 millones de euros. La cifra más alta de la historia después del retroceso que se produjo en los años más duros de la crisis, cuando la economía de las Islas, como la española y, en general, la de los países del entorno, entró en recesión. Una cantidad récord que, sin embargo, supone un aumento de solamente un 71,7% en relación con los alrededor de 25.700 millones de 1993. Es decir, que la economía del Archipiélago se disparó cerca de un 700% entre 1955 y 1993 pero creció por debajo del 72% -un 628% menos- entre 1993 y el año pasado. Dicho de otro modo: el PIB de la Comunidad Autónoma aumentaba antes de 1993, cuando la productividad laboral tocó techo, a un ritmo medio de un 18,4% anual; sin embargo, el ritmo desde ese año se ha reducido a un 3% anual.

Se dispara el empleo

Y ¿qué ha ocurrido en el empleo? Pues que los 486.000 puestos de trabajo de 1993 eran el año pasado unos 872.000. El incremento es de un 79,4%. En consecuencia, el ritmo de crecimiento de la cifra de ocupados es superior al del PIB. El Producto Interior Bruto de Canarias ha crecido en el último cuarto de siglo a ese ritmo anual medio del 3%, y el empleo lo ha hecho a un ritmo tres décimas superior, del 3,3%. En definitiva, y en términos relativos, la economía canaria produce menos con más trabajadores.

"Nuestra actividad económica está basada en sectores muy intensos en mano de obra pero de poco valor añadido", argumenta el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Agustín Manrique de Lara. El dirigente de la patronal de la provincia de Las Palmas alude así a esa excesiva dependencia de la economía regional del subsector turístico, lo que va en detrimento de la productividad y competitividad del Archipiélago. Manrique de Lara recuerda que economías más industrializadas suelen tener índices más altos de productividad. ¿Por qué? Porque es un sector donde la innovación juega un factor clave. La sustitución de la maquinaria de una fábrica por un equipamiento más moderno, por ejemplo, contribuye a que los productos ganen calidad o a que se elaboren más rápidamente. Así, la productividad de los empleados de esa fábrica sería mayor aunque la plantilla no aumente. La industria es así el sector por excelencia del valor añadido, esto es, el que más valor aporta a la materia prima. Una industria maderera utiliza la madera como materia prima para construir muebles. Al final del proceso de producción, cada listón o trozo de tabla transformado en mobiliario tiene un valor muy superior al precio al que lo compró la empresa para trabajar con él. La productividad por puesto de trabajo es así mayor y hasta mucho mayor de la que, en general, alcanza el sector servicios, de ahí que los salarios en la industria sean, "por lo tanto, más altos", puntualiza el presidente de la CCE.

En esta línea, el secretario general de la división tinerfeña de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE-Tenerife), Eduardo Bezares, recuerda que aunque Canarias nunca ha sido una región industrial, sí llegó a tener industrias relevantes. En los años que la productividad laboral alcanzó su máximo en las Islas, en torno a la década de los noventa del siglo pasado, había cinco fábricas de tabaco, la construcción estaba en auge y la refinería de Santa Cruz de Tenerife, por ejemplo, funcionaba a pleno rendimiento. "Pero hoy por hoy, el sector que monopoliza la economía es el sector servicios, con menor valor añadido y salarios más bajos", explica Bezares. En este sentido, el secretario general de CEOE-Tenerife dice no entender que en las instituciones se recibiera la noticia del próximo cierre de la refinería de la capital tinerfeña como una buena noticia, cuando, en su opinión, debería recibirse como una "tragedia". Bezares hace hincapié no solamente en los puestos de trabajo que se perderán, sino especialmente en la calidad de esos empleos, vinculados en gran número a salarios altos.

Si se echa la vista atrás, la pérdida de peso en el empleo es notable en la industria y también en la construcción y el sector primario. Un estudio de CEOE-Tenerife y de la firma de

consultoría Corporación 5 muestra que la agricultura empleaba en 1978 al 21,2% de los ocupados canarios. El año pasado solo al 2,6%. La industria pasó en el mismo período del 10,9 al 4,1%. Y la construcción, del 10,3 al 5,3%. La pérdida de mano de obra es extraordinaria en los tres sectores, mientras que los servicios han pasado de emplear al 57,6% de los trabajadores del Archipiélago a emplear al 87,9%. A pesar de que desde los sucesivos gobiernos regionales, cabildos y ayuntamientos se ha venido haciendo hincapié en las últimas décadas en la necesidad de diversificar la economía, la cifras revelan, en cambio, que ha ocurrido justamente lo contrario. Según la patronal, hay dos claves para ir mejorando la productividad de la economía regional: apostar por la formación de los trabajadores, subraya Agustín Manrique de Lara, y apostar decididamente por la diversificación, lo que no implica despreciar el turismo y su importancia como motor económico. "El REF que se acaba de aprobar no servirá de nada si no somos capaces de cambiar las cosas", enfatiza Eduardo Bezares, que se refiere así a la "burocracia" institucional como otra de las trabas. "No puede ser que a una empresa de un polígono industrial se le exija que las aguas salgan de sus instalaciones más limpias que cuando las recibe", ejemplifica el representante de la CEOE.

El secretario general de UGT en Canarias, Gustavo Santana, precisa, no obstante, que los empresarios isleños "han perdido muchísimo tiempo" en lo relativo a la innovación. Más allá del peso de los servicios, Santana expone que la crisis "pilló" a las empresas "descapitalizadas en innovación", básicamente porque los años de mayor productividad se orientaron hacia los beneficios y no hacia la mejora de los procesos. Un estudio del CES ya avisó en 2011 que el marco institucional no ha favorecido la productividad porque se ha centrado en la "compensación" y no en tirar de la búsqueda de oportunidades con la innovación.

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