Cultivos

La oportunidad del cáñamo industrial en Extremadura

La comunidad suma más de 100 hectáreas con dos iniciativas que buscan asentar el cultivo

La Junta impulsa un proyecto piloto, al que se une el de Euro Hemp con la mayor plantación en España

Benedikt Strobal, observa una de las plantas de cáñamo de la variedad destinada a fibra.

Benedikt Strobal, observa una de las plantas de cáñamo de la variedad destinada a fibra. / TONI GUDIEL

Rocío Cantero

De momento son poco más de cien hectáreas, pero un proyecto privado y otro con participación pública, impulsado desde la Junta de Extremadura, trabajan para que el cáñamo industrial eche raíces en Extremadura y se consolide como un sector productivo más. La idea es que sea capaz de complementar a las producciones tabaqueras; para ello cuenta con un ecosistema industrial en auge a su alrededor. Esa es la oportunidad en el horizonte. Se aprovechará o no en los próximos años, pero todas las partes muestran de momento optimismo.

«Tenemos grandes expectativas. Extremadura puede ser referente del sector agroalimentario, pero hay que contar con la industria para la transformación del cáñamo. Que no sea sólo el cultivo, que se transforme aquí para que el valor añadido se quede también aquí», dice José Luis Llerena, director del Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario de Extremadura (Cetaex). 

Este centro privado fue el primero en apostar por este sector creando en 2020 el Polo Tecnológico del Cáñamo, para que fuera un punto de encuentro empresarial donde se realizaran actividades de I+D que pusieran en valor su cultivo. A finales de 2022 fueron un paso más allá al convertirse en la entidad de referencia en España en la acreditación del cáñamo, con la certificación de su laboratorio. Y en marzo se puso en marcha el proyecto piloto en torno a la producción y transformación de esta planta, con la participación de la Junta de Extremadura, el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cicytex), el Centro Tecnológico Agroalimentario (Ctaex), la Organización Interprofesional del Tabaco (Oitab) y la Compañía Española de Tabaco en Rama (Cetarsa).

Parte de la plantación de cáñamo industrial de Euro Hemp Industries, con el Parque Nacional de Monfragüe de fondo.

Parte de la plantación de cáñamo industrial de Euro Hemp Industries, con el Parque Nacional de Monfragüe de fondo.

Se llegó a hablar de entre 10 y 15 hectáreas aunque finalmente solo se han cultivado este año cuatro, en dos parcelas de Cuacos de Yuste y Rosalejo, localidades de las principales zonas tabaqueras de la región (el Campo Arañuelo y La Vera). Es una muestra con distintas variedades que se plantó el pasado mes de abril y se ha recogido hace dos semanas. La producción se enviará a las instalaciones de Cetarsa en Extremadura, donde ya se están preparando para procesar el cáñamo de forma paralela al tabaco. «Estamos intentando adaptar la maquinaria actual del tabaco para poder trabajar con el cáñamo», indican fuentes de la compañía de tabaco. El paso de Cetarsa se considera la piedra angular para el futuro (o no) del sector porque es la que garantiza la transformación de la planta en suelo extremeño. 

El reto de que la transformación arraigue en Extremadura

«Estamos en negociaciones con ellos para procesar allí la producción el próximo año», apunta Carlos Ponce de León, uno de los fundadores de Euro Hemp Industries, la empresa que tiene en Extremadura la mayor plantación de cáñamo industrial de la península. Es el primer proyecto de cáñamo industrial de la firma y suma 100 hectáreas en una finca a los pies del Parque Nacional de Monfragüe, regada por el río Tiétar. Tras unos ocho kilómetros de pista desde la autovía entre Plasencia y Navalmoral de la Mata se llega a los terrenos en los que los empresarios andaluces encontraron el suelo que necesitaban para poner en marcha su proyecto, que ya plantean hacer crecer en la próxima campaña y abrir también a otros agricultores de la zona. «Pensamos que es el sector del futuro. Tiene ya mucha demanda, tanta, que nosotros no vamos a tener capacidad este año de atender todos los encargos que nos han llegado», asegura Ponce de León. 

Extremadura tiene el único laboratorio acreditado en España para analizar el cáñamo industrial

Las aplicaciones del cáñamo industrial van desde la industria agroalimentaria a la bioconstrucción, la industria automovilística, el textil o la cosmética. «El cáñamo es el cerdo de las plantas, se aprovecha todo», ironiza Benedikt Strobal, jefe del cultivo de Hemp Industries. En países como Reino Unido se va a imponer su uso en la construcción por ley, y en Extremadura hay ya ejemplos de empresas, como Modular Home, que están centrando en este material su producción, con paneles aislantes para los tabiques modulares. «Los paneles de cáñamo siguen absorbiendo CO2 incluso ya instalados», recuerda el empresario. Por eso se ve además como un elemento más para alcanzar los objetivo de emisiones cero marcados por la UE. 

 La finca Urdimalas del Tiétar, que alberga la plantación de lo que se ve como un salto al futuro, tiene solera. Los dos secaderos y la hilera de casas para los trabajadores entre ellos delatan que en su día albergó una importante producción tabaquera. Donde hubo plantas de tabaco, ahora es cáñamo y esa es también la senda que se está explorando con este cultivo. Por el momento lo que se plantea es una rotación entre ambos por los beneficios que se han acreditado en el cáñamo para regenerar las propiedades del terreno y para reducir la presencia del nematodo, una plaga común en el tabaco que arruina campañas. 

Esta plantación de cáñamo compone un manto verde de cien hectáreas que llega hasta el río Tiétar y conecta con Monfragüe. Algunos girasoles que despuntan entre las plantas evidencian que tras el tabaco hubo otros cultivos allí. «Intentamos limpiar todo lo posible porque no le viene bien al cáñamo la mezcla, pero han salido algunos girasoles», dice el empresario. 

Detalle de las semillas de una de las plantas de cáñamo, que se utilizarán para la industria alimentaria y la extracción de aceites esenciales.

Detalle de las semillas de una de las plantas de cáñamo, que se utilizarán para la industria alimentaria y la extracción de aceites esenciales.

Iban a iniciar la semana pasada la recogida, pero no ha sido posible porque la planta no ha alcanzado la madurez necesaria. Tiene demasiada humedad aún; y eso que el calor está apretando ya. La previsión es comenzar esta semana con las primeras 35 hectáreas que se sembraron en abril. Es una variedad de cáñamo orientada a la producción de fibras. Al otro lado de la parcela hay otro segmento de una variedad diferente más rica en semillas. En total se han usado cinco variedades diferentes en esta plantación, de unas 20 hectáreas cada una. «Queríamos ver cuáles se adaptaban mejor a las condiciones del terreno y el clima de la zona y probar variedades que producen más fibras o más semillas», cuenta el jefe de la explotación, con más de 14 años de experiencia en este cultivo. Y ha visto que el comportamiento es diferente a otras zonas en las que lo ha trabajado en Andalucía: «Las variedades de semillas no han crecido tanto pero, sin embargo, tienen una producción de semillas mayor», apunta. 

La misma familia que la marihuana

A simple vista se distinguen las variedades de semillas, que levantan poco más de metro y medio del suelo, y las destinadas a la producción de fibras, que superan los tres metros y medio. Tampoco tienen nada que ver con la planta de cannabis (la marihuana), que pertenece a la misma familia y que provoca que este cultivo siga generando suspicacias y esté estrechamente vigilado por las autoridades. La planta de cannabis es mucho más frondosa, con muchas ramificaciones desde el tronco principal; la del cáñamo industrial es espigada, apenas un tallo y unas hojas. «Quienes cultivan cannabis buscan muchas ramas para que haya muchas flores, que es donde se encuentra la sustancia psicoactiva; mientras que en el cáñamo industrial, cuantas menos ramas, menos nudos y fibras más largas, que es lo que se busca sobre todo en la industria textil para que sean hilos largos», cuenta Strobl. 

El parentesco con el cannabis provoca que el cáñamo industrial esté bajo vigilancia. La legislación solo permite un 0,03% de THC, que es la sustancia psicoactiva; y únicamente se pueden cultivar semillas certificadas, según la normativa vigente. En Euro Hemp han realizado tres análisis de las plantas desde que iniciaron el cultivo, en todos con valores por debajo del 0,02%. También comunicaron a la Guardia Civil el proyecto. 

Precisamente será una de las dos variedades de cáñamo para fibras las que cosecharán primero esta semana en la zona más baja de la finca. Se en dos fases para dar a cada parte de la planta las características que necesita en la recolección. Eso significa que la cosechadora irá pasando por la explotación y cortará la planta, pero sólo recogerá la semilla, mientras que el resto permanecerá durante tres días en el suelo para que se seque bien al sol tras el corte. Luego pasará de nuevo otra máquina que la va recogiendo y empacando para enviarla a los centros de procesado. El grano, por su parte, se extenderá unas horas dentro de uno de los secaderos y luego se meterá en silos para enviarlo a los centros de procesado.

Este año se van a enviar a instalaciones en marcha ubicadas en distintos puntos de España: en Salamanca hay una planta para procesar las semillas para la industria agroalimentaria en forma de harinas y en Barcelona hay otra especializada en el manejo de la fibra. «Nuestra idea es que toda la producción se procese en Extremadura, pero de momento no hay la maquinaria que necesitamos. Estamos negociando con Cetarsa para que se instale esa maquinaria», subraya Ponce de León.

Desde Cetaex ponen también el acento en la necesidad de que se vaya un paso más allá con la transformación en Extremadura. «Hay una incipiente industria en torno al cáñamo y ese es el camino. En esa transformación está el valor añadido», incide Llerena. Y en el valor añadido está el futuro y la oportunidad para que el sector acabe arraigando con fuerza en la región. 

Más allá de las aplicaciones de la planta y su potencial para generar una industria en la región, la llegada del cáñamo industrial en Extremadura se ve también como una fórmula viable en la rotación del cultivo de tabaco, como se hace ya con otros en la actualidad como el pimentón. Se espera que el uso de esta planta mejore la recuperación de los suelos tras plantar tabaco y limite además la presencia del nematodo, un parásito que constituye uno de los principales problemas del tabaco ahora mismo. Pero paralelamente a eso, a largo plazo es evidente también la posibilidad de que el cáñamo industrial acabe sustituyendo a las plantaciones de tabaco, que ha ido perdiendo hectáreas en los últimos años, a pesar de que sigue armando un sector esencial en las comarcas de La Vera y el Campo Arañuelo. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la superficie de tabaco alcanzó en 2022 la menor cifra de superficie de los últimos 18 años, con una pérdida de cultivo del 25% respecto a 2021.

La apuesta pública y privada por el sector ha dado paso en los últimos años, que van desde la creación del Polo Tecnológico del Cáñamo en Cetaex, al convenio en el que participan además la Junta de Extremadura, Cicytex y Cetarsa, para poner en pie un proyecto piloto con cuatro hectáreas de cáñamo que se procesarán íntegramente en Extremadura. Junto a eso, también se han dado pasos en cuanto a la normativa y en estos momentos está en trámite la norma técnica específica de producción integrada del cultivo de cáñamo industrial, destinada a sentar las bases para la producción, primera transformación y comercialización. 

El cultivo del cáñamo industrial está en auge en Europa, pero no aún en España. Solo en Francia se cultivan unas 19.000 hectáreas anuales. En la actualidad la fibra del cáñamo tiene una elevada demanda en la fabricación de materiales de construcción y de la automoción, pero también en el uso de harinas para alimentación o incluso piensos para el ganado porcino.

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