La ‘guerra cultural’ entre los bloques marca el inicio de la campaña electoral

Canarias afronta las elecciones generales pendiente del rumbo del país en medio de un clima de polarización ideológica que pasa por alto los grandes retos del futuro

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Nueva cita con las urnas para un país que se debate en los últimos tiempos en un mar de dudas sobre el rumbo que quiere darle a su futuro. La campaña electoral del 23-J se inició anoche tras muchos meses de controversia nacional sobre el verdadero significado de lo que han sido los últimos años de gobierno de coalición progresista entre el PSOE y Unidas Podemos presidido por el socialista Pedro Sánchez, y la ofensiva conservadora, con protagonismo extra de la ultraderecha, para recuperar el poder a lomos de un discurso cada vez más escorado hacia la ‘guerra cultural’ contra el otro bloque ideológico.

El contexto político de esta convocatoria está dominado obviamente por las consecuencias de los resultados de las elecciones autonómicas y locales del 28-M, a la postre verdadera causa del adelanto electoral decretado por Sánchez, y el cambio político en varias comunidades autónomas y en numerosas capitales de provincias y otras importantes ciudades del país a favor de la derecha. La controvertida figura del propio Sánchez parece estar sometida a referéndum en unas nuevas elecciones en cuya precampaña, y si no se remedia en la propia campaña abierta anoche, están quedando fuera los grandes debates de fondo que como país y como sociedad deberían estar afrontándose y haciendo aflorar propuestas sobre los retos del futuro. El 23-J se presenta así no como una confrontación democrática en la que los ciudadanos deberían elegir entre las ofertas de los candidatos y sus respectivas formaciones políticas, sino como un pulso entre las ansias de la derecha por «derogar el sanchismo», y la necesidad de la izquierda de defender lo hecho en estos casi cuatro años, en un contexto de sucesivas crisis pandémica, de guerra en Europa y de inflación, y evitar el «retroceso» en términos sociales y de derechos que tendría una alianza entre el PP y Vox.

Canarias no escapa a ese nuevo contexto político surgido del 28-M, que deparó la pérdida de la mayoría parlamentaria por parte del gobierno progresista presidido por el socialista Ángel Víctor Torres, y el regreso a la presidencia del nacionalista Fernando Clavijo tras el acuerdo entre CC y el PP. Es una situación que ya se dio precisamente en las anteriores elecciones generales, el 10 de noviembre de 2019, pero en sentido contrario, cuando el Ejecutivo del pacto de las flores arrebató a los nacionalistas el poder tras más de 26 años en él. Más allá de la dinámica nacional respecto a los efectos que la nueva hegemonía de la derecha en el poder territorial en todo el país pueda tener sobre el 23-J, Canarias presenta una singularidad en tanto que es la única comunidad donde el PSOE pierde el poder pese a haber ganado las elecciones, pero no cede la presidencia al PP sino a un partido nacionalista, lo que da otro cariz a la batalla para las generales respecto a otros territorios, y a los objetivos de la propia Comunicad Autónoma para la próxima legislatura.

La mejora de la economía no han incidido sobre la calidad de vida de los canarios y la agenda bilateral con el Estado se ha quedado a medias

Posición de partida

De entrada, las Islas pasan por ser una de las pocas comunidades, junto a Cataluña, donde el PSOE parece tener ventaja sobre el PP, aunque la suma de los escaños que consiga Vox pueda otorgar a la alianza de derechas más diputados canarios a favor de la mayoría que pretende el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, para lograr la investidura, de los que aporten los socialistas y su posible socio de Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz, para intentar mantener a Sánchez en La Moncloa. La crisis de los partidos alternativos de los últimos años, Podemos y Cs, ha vuelto a dejar el escenario electoral en Canarias (como en casi todo el país) casi en manos de los partidos tradicionales salvo precisamente por la presencia de Vox, a juzgar por los resultados del 28-M. Queda la duda sobre la capacidad de Sumar para mantener los apoyos que en los últimos años logró Podemos, y sobre el efecto que en esta nueva ocasión tendrá el hecho de que los partidos nacionalistas canarios, CC y NC, se presenten por separado rompiendo la unidad por la que apostaron en 2019, que les dio un diputado por cada provincia

La campaña electoral en las Islas presenta además la novedad de una importante renovación de nombres en las listas electorales de la mayoría de los partidos, especialmente en el PP asumiendo los cambios producidos en el último año en sus respectivas direcciones canaria y estatal. La ausencia de nombres y personalidades de referencia en las listas canarias podría inducir a los electores menos ideologizados a fijarse más en las propias marcas de partido o en sus líderes estatales y candidatos a la presidencia del Gobierno. En todo caso, parece claro que en el actual ambiente de polarización y de batalla cultural e ideológica en la política española favorece el voto al bloque con el que el elector más se identifique, y por ende a alguno de los dos grandes partidos estatales, PSOE y PP, que lo lidera.

Todo ello sobre la idea asentada por completo, especialmente tras lo visto en comunidades autónomas y ayuntamientos, de que Feijóo no dudará en pactar con Vox un gobierno de coalición si lo necesita para llegar a La Moncloa, y de que Sánchez sólo tiene opción de seguir gobernando en un acuerdo con Sumar y sus ocasionales socios de la pasada legislatura, PNV, ERC, Bildu y otros partidos menores de índole territorial. En este marco, un nacionalismo dividido podría ser en Canarias uno de los grandes perjudicados por esta situación, además de por su incapacidad para componer una candidatura conjunta. Los partidos canarios afrontan la campaña y estas elecciones cruciales con muy distintas sensaciones, los socialistas todavía rumiando la pérdida de poder en las Islas y sin esa tensión política que necesita la llamada al voto, y los populares eufóricos por volver al gobierno regional tras muchos años fuera de él, y con el viento a favor en los resultados nacionales.

CC y NC se juegan los resultados a la ruleta rusa de las dos candidaturas, pero con diferente ánimo tras turnar posiciones en el ejecutivo regional

Clarificar propuestas

Vox, roto por dentro en las Islas, lo fía todo a la capacidad de arrastre de su discurso radical en el conjunto del país, y Sumar luchando por mantener viva la llama de la izquierda alternativa en Canarias y alguno de los escaños que logró en el pasado. CC y NC , por su lado, se van a jugar los resultados a la ruleta rusa de las dos candidaturas separadas, pero también con muy diferente ánimo tras ver cómo han turnado sus respectivas posiciones en el gobierno regional, también en sentido contrario de lo que ocurría en el inicio de la campaña de 2019.

La campaña electoral debería servir sobre todo para clarificar las propuestas para la gobernabilidad del país en los próximos cuatro años, contexto en el que Canarias presenta objetivos y prioridades singulares que de momento no están en el debate público y apenas concretados en los diferentes programas electorales. Si en el inicio de la pasada legislatura las prioridades canarias pilotaban en torno a las preocupaciones por las consecuencias del brexit y de la guerra comercial internacional, la modernización del sector turístico, la mejora de la financiación autonómica, el desarrollo del nuevo Estatuto de Autonomía, la inmigración irregular y las relaciones con Marruecos, el cumplimiento del REF en el reparto de las inversiones estatales y el pago de la deuda del convenio de carreteras, y en definitiva apuntalar la recuperación producida en los años anteriores tras la grave crisis económica de la década pasada, la legislatura del Gobierno de Pedro Sánchez solo ha despejado algunos de estos asuntos.

Las sucesivas crisis entre 2020 y 2022 por la pandemia y el cero turístico de ese año, el fenómeno migratorio, el volcán de La Palma, y la guerra en Ucrania y sus efectos sobre la inflación, han lastrado y condicionado la acción del Gobierno de Sánchez y solo se han ido sorteando gracias a los fondos europeos de recuperación, pero sin llegar a dejar la sensación de que haya sido una legislatura del todo positiva. La mejora de la economía y de sus datos macros no han incidido sobre la calidad de vida de los canarios y la agenda bilateral con el Estado se ha quedado a medias, en ocasiones con la sensación de que, más allá del mejor tratamiento en los presupuestos estatales en un marco de récord de gasto público, no se ha respondido con las medidas adecuadas a muchas de las necesidades de las Islas.

El 23-J ofrece sin embargo un marco político de futuro con muchas dudas e incertidumbres en cualquiera de los escenarios de gobierno que se dé porque parecen descartados de antemano los grandes pactos de Estado para los nuevos desafíos de un mundo sometido a los efectos de la emergencia climática, de la crisis de la democracia liberal por el avance de la ultraderecha con todo lo que ello comporta, las desigualdades sociales crecientes, y una geopolítica global cambiante y amenazante que obliga a fijar posición constantemente.

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