Entrevista | Dionisio Rocha Martín Agricultor, Presidente de la Comunidad de Regantes Las Galletas, Secretario de Coplacsil

Dionisio Rocha: «Aquí cultivamos la tierra, los que nos envían productos explotan personas»

Dionisio Rocha Martín, agricultor de Las Galletas (Arona). | |

Dionisio Rocha Martín, agricultor de Las Galletas (Arona). | | / Carsten W. Lauritsen

Juan Antonio Medina

Dionisio Roca, secretario de la Sociedad Cooperativa Limitada de Plátanos de la Costa del Silencio, en Arona, lleva medio siglo vinculado a la agricultura, tarea a la que dedica más de 50 horas semanales para sobrevivir. Señala a la «política errática» que aplica la UE al sector primario como centro de los problemas actuales y deja en sus manos la solución. En caso contrario, «la supervivencia del campo está en riesgo».

¿Por qué la agricultura ha llegado a esta situación?

Por la política errática que ha aplicado al sector la Unión Europea desde hace más de 20 años, olvidando la que practicaba la Comunidad Económica Europea antes de la UE, cuando Europa colaboraba para que el sector primario en la zona mejorara propiciando nuevas infraestructuras y dotando a sus políticas de los presupuestos adecuados. Hoy, en todos los ámbitos, la mayoría de los políticos no saben lo que es la agricultura. Hoy, Europa castiga, castiga y castiga al campo. Los agricultores tenemos controles leoninos, pasamos la ITV hasta de la tubería para sulfatar, pero en la Península ven pasar los camiones procedentes del Magreb cargados de tomate, pimiento y de todo lo que les da la gana sin ese control riguroso.

¿Urgen cambios en la Política Agraria Común y en el Pacto Verde Europeo, la llamada agenda verde, que pretende reducir el uso de químicos en un 50%?

Sí y sí. Ya se oye que van a ser un poco más laxos en el control de los fitosanitarios. Cuando el mundo tenía 2.000 millones de personas se alimentaba de una manera; ahora, con 8.000 mil millones, o utilizamos algún producto fitosanitario contra las plagas o las plagas nos van a comer. Esto no se mantendrá sin echar algún plaguicida para controlar las plagas.

¿Se refiere a la seguridad y a la soberanía alimentaria como fundamento y garantía para la sociedad y el campo?

Es sencillo. Todos los productos que van en la cesta de la compra en Europa lo hacen con un control riguroso que garantiza que ese producto se puede consumir. Todo producto que viene a Europa, no. La soberanía alimentaria hace que cada pueblo, región o país produzca los alimentos suficientes para que la población pueda sobrevivir en épocas precarias. Lo vemos ahora en Ucrania, por ejemplo, y lo vivimos en la pandemia. Se para la construcción, no pasa nada; se para el turismo, no pasa nada; pero si se para la comida...

Hoy, en todos los ámbitos, la mayoría de los políticos no saben lo que es la agricultura

La Ley de la Cadena Alimentaria, aprobada hace más de un año, ¿de qué sirve?

De nada. Tiene demasiadas lagunas, es muy débil. Es un desliz del Gobierno central. Por ejemplo, las siete grandes cadenas de supermercados, compradores de mi esfuerzo y sacrificio, siguen teniendo la posibilidad de comprar el tomate de Marruecos por encima del canario. Las condiciones de producción y laborales, sobre todo de salario, son una ventaja para la competencia externa a la Unión Europea. Los sueldos en muchos de esos países no llegan ni a 100 dólares al mes  –92,7 euros– mientras los de aquí superan los 1.200 euros. Esta ley ni está beneficiando a los consumidores, que al fin y al cabo son el final de la cadena, ni a los agricultores. Los primeros 20 años de mi vida, seguramente trabajaba 70 horas y ahora, más de 50 y es una pena que no saque el sueldo. Esa es la realidad de muchos agricultores.

Seguridad Social, registro de producción, registro de superficie, uso de productos fitosanitarios, la documentación de ayudas y fondos. ¿Cuántas de esas horas dedica a cumplir con la burocracia?

Paso muchas apuntando en los libros de campo cada día el abono que pongo, los nutrientes... El libro de campo tiene que estar al día por posibles imprevistos que alteren las tareas rutinarias. Luego están los controles en las cooperativas, las que hacen en el muelle, en Móstoles... Y a partir de septiembre llega el libro electrónico para todo eso. Son controles que no sirven para mucho, porque nos quitan mucho tiempo y perdemos económicamente, porque el tiempo hay que pagarlo.

El sector habla de poner freno en Europa a las importaciones y restablecer el arancel.

Aquí trabajamos la tierra, los países que nos envían productos explotan personas. Aquí producimos con unos exigentes y estrictos controles que aplicamos, pero que no se exigen a los productos que llegan de países ajenos a la Unión Europea. Lo que pedimos es lo que hace Estados Unidos: un arancel a la entrada de producciones externas.

O utilizamos algún producto fitosanitario contra las plagas o las plagas nos van a comer

¿Fin a los tratados de libre comercio?

El libre comercio es un disparate. Eso ha sido una batalla casi siempre perdida, sobre todo para los productores de plátano. Nosotros somos moneda de cambio en las negociaciones comerciales europeas con países terceros y sobre cuestiones ajenas a la agricultura, la ganadería y la pesca. Hay que volver a la situación de la CEE. Nuestra producción tiene unos gastos laborales, en maquinarias y productos a los que nos obliga la normativa europea que no tienen los otros países. Tengo claro que habrá quien produzca más barato que nosotros, pero hay herramientas para equilibrar. Los de ahora es competencia desleal.

Esa competencia desleal se agrava en Canarias por la falta de recursos para el control de las importaciones. Temor que se expone con el restablecimiento de la línea marítima Puerto del Rosario-Tarfaya con el argumento de que se abre una vía para la llegada de plagas y enfermedades ganaderas...

Entrarán, denlo por hecho. Van a venir plagas, seguro. Mucho cuidado con esos inventos de productividad que no sé si lo serán para Canarias. Una línea marítima con África es un problema añadido que no beneficia a la agricultura de las Islas.

La mejora de la ficha financiera del Programa Comunitario de Apoyo a las Producciones Agrarias de Canarias (Posei) forma parte de las reivindicaciones del sector, pero no se cuestiona el propio programa.

El Posei es fundamental, una herramienta que necesitamos en Canarias. Ha hecho una labor importante, pero es el momento de reforzarla aumentando su dotación. Parece que así se ha entendido, según he leído esta semana, y la cosa va en esa línea. Las herramientas que necesita el campo hay que aplicarlas ya porque, por ejemplo, el plátano tiene serio riesgo de desaparecer. Si Europa no se mueve en la línea correcta, la supervivencia del campo corre un serio riesgo. Es necesario que Europa tome decisiones, que lo haga y las aplique ya.

Paso muchas horas apuntando en los libros de campo; son controles que no sirven para mucho

El Gobierno central se plantea la Ley de la Agricultura Familiar para este mandato. Es la que establecería mecanismos para facilitar la incorporación de los jóvenes y de nuevos agricultores, por ejemplo. El relevo generacional que no llega.

Esa ley son pamplinas. Los jóvenes vendrán cuando hagamos rentable la agricultura, cuando la actividad garantice buenos sueldos. Hoy no se les ofrece nada interesante para que vengan a la agricultura. No se incentiva realmente, al margen del discurso mitinero político en el que hay mucho bla, bla, bla para hacer que la juventud ame lo nuestro y que vuelva al campo, pero la realidad es que no hay políticas agrarias eficaces para que haya jóvenes agricultores. Tengo un país de referencia en la agricultura: Holanda. Con el tamaño de Aragón y 17,5 millones de habitantes produce en agricultura lo mismo que España en Turismo y 47 millones de habitantes. Allí no hay inventos, allí todo está planificado, lo tiene todo diseñado, rediseñado, todo funciona, se sabe lo que se va a hacer porque se sabe lo que se va a consumir. Tienen universidades dedicadas prácticamente a la agricultura y su tecnología lleva a que las producciones se ajusten a las necesidades. Así, ellos pueden animar a un joven a estar en el sector. Esas son políticas agrarias de verdad, pero lo que hacemos aquí muchas veces es por gustito, a ver si salen o no. Necesitamos jóvenes agricultores y no veo el relevo generacional ahora mismo en España y Canarias. Eso pone en riesgo la supervivencia de la agricultura.

Dijo, y cito, «la mayoría de los políticos no saben lo que es la agricultura». Otro problema.

Ese es un problema. Ahora me siento con un director general que sí sabe lo que es el campo, porque sus padres fueron agricultores, pero la mayoría nos sentamos con gente que no entiende, porque no sabe lo que es levantarse a las cinco de la mañana, lo que es un ganadero pendiente de las vacas, las ovejas o las cabras. Es decir, que no tiene ni idea de lo que es ese esfuerzo, sacrificio y esa lucha constante que tenemos para producir. Vienen con el cuento de que la abuela fue del campo, como la mía, pero tú te fuiste a la universidad, sacaste un máster en no sé qué y eres un abogado al mando de la política agraria.

Precios, controles, burocracia, leyes, política... Son aspectos que inciden en la delicada situación que vive la agricultura y la ganadería en la actualidad –la pesca tiene otras variantes, además–, pero el agua deriva en una emergencia hídrica que ya se percibe en la Península. ¿Canarias está preparada para evitarla?

El cambio climático es un hecho y que no llueve, también. Pero, sí, en Canarias se han hecho bien las cosas en infraestructuras hidráulicas para desalinizar, regenerar y captar agua y que ese agua llegue a la costa y a la medianía, aunque no por igual. En líneas generales. A la falta de lluvia hay que añadir que las galerías reducen sus caudales y eso requiere producir más a través de las desaladoras y depuradoras. Y hay que construir otras. Tenemos que depurar mejor, hacer del terciario las aguas para que los agricultores las utilicen, siempre que sea rentable la agricultura. Las Islas que no se han preparado para eso tendrán que hacerlo. En La Palma hay lugares como Los Llanos de Aridane, incluso todo el Valle, y Santa Cruz de La Palma que deberán reutilizar agua para usos agrícolas y lo tendrán que hacer, tarde o temprano. Quizá, también en algunos puntos en Gran Canaria, porque en la depuración de aguas residuales no está muy ducha, pero sí es puntera y la más avanzada en agua desalada. Tenerife puede presumir de tener agua para toda la isla y para todos los agricultores, aunque en la Isla Baja requieren una depuradora y los tres municipios no se han puesto de acuerdo sobre dónde ubicar esa infraestructura tan esencial. Y en el Sur, el verano también deja escasez de agua depurada para la agricultura. Espero que en los dos o tres próximos años mejore con las obras que se están haciendo.

Los agricultores salen a la calle el miércoles, en Gran Canaria, y el sábado, en Tenerife. ¿Qué espera?

Acudiré a la movilización, porque todos tenemos que estar ahí. Quede claro que nosotros no pedimos ganar más, sino lo que hemos ido perdiendo por el cambio de políticas agrarias y por las crisis. Un ejemplo: A quienes producimos plátanos, Europa nos calcularon la ayuda hace 20 años en base a una renta que ha quedado obsoleta, cuando un trabajador cobrara apenas más de 430 euros y ahora gana 1.200. Los agricultores sufrimos una pérdida de renta tremenda.

Suscríbete para seguir leyendo