En el mundo existen censadas 300 variedades de naranjas. En Telde no existe constancia de que se den todas y cada una de ellas, pero sí es cierto que el municipio destaca, dentro del contexto agrícola insular, por ser un auténtico referente en el cultivo de este cítrico. La Agencia de Extensión Agraria tiene contabilizados, a día de hoy, un total de 1,11 millones de metros cuadrados en los que se localizan frutales a diestro y siniestro -naranjeros, mandarinos y limoneros- y a esas explanadas hay que añadir otros 5.200 árboles diseminados.

La Vega Mayor de Telde fue un auténtico templo para la naranja hace apenas tres décadas. Grandes extensiones en las zonas de medianías -como Higuera Canaria o los enclaves próximos de Valle Casares y El Palmital- albergaban inmensas fincas en una suerte de producción desenfrenada que tuvo su consiguiente repercusión en una incipiente economía de exportación. Hoy día el panorama ha cambiado y acaso sólo quedan, más próximas a la costa, un grupo de media docena de explotaciones donde las naranjeros aportan esa estampa de colorido y dulzor. La Herradura, Jinámar, El Caracol o Salinetas han recogido el testigo y han mantenido en uso los terrenos, "pero prácticamente todo lo que se produce es para el consumo interno", matiza José Guerra Rodríguez, propietario de la Finca La Herradura y uno de los más veteranos en este cultivo.

Siguiendo la senda de su padre, José Guerra Brito, este afable agricultor confiesa que la naranja es uno de los frutos más desagradecidos a la hora de arrojar dividendos. "Es la pieza a la que le entran más cosas, que si moscas, que si cochinilla, que si correcaminos..., y es una de las que más gastos provoca, pero mientras yo siga aquí seguirá habiendo naranjas en mi finca", sostiene orgulloso.

La del año pasado fue una cosecha "mala", según sus palabras. En sus cámaras frigoríficas se apilaron apenas 30.000 kilos de producción "por culpa del viento que hizo, que tiró mucha fruta al suelo". Buena parte de la misma la despachó a pie de frutales, con las naranjas de la variedad washington navel como estrella. "Son las mejores, las más dulces, toda una delicia, aunque también tengo del tipo navelina, navelate y valencia late. Estas últimas son las que acabamos de recoger porque se echan para afuera más tarde".

José reconoce que la cosa "está mal" mientras intenta buscar una explicación al hecho de que en Telde haya tanto cítrico -"puede que sea por el clima", reflexiona- y confía en que su hijo mantenga la tradición. La misma que inició el patriarca de la familia en Higuera Canaria antes de mudarse a La Herradura y dar cuerpo a un vergel de frutas en el que los aguacates también tienen su protagonismo. La finca de Tito Robaina, en El Caracol, y la de los Gómez, en Salinetas, comparten con él fama y buenas cosechas.