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El tiempo Primeras lluvias de otoño 2017

La borrasca 'Ana' acaba con el riesgo de incendios y deja 56 litros en la cumbre

El Cabildo da por concluida la temporada de alertas forestales

Tiempo en Gran Canaria (12/12/17)

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La segunda jornada de la borrasca Ana sobre el Archipiélago provocó ayer lluvias intermitentes en Gran Canaria, que sumadas a las del lunes han dejado alrededor de 50 litros por metro cuadrado en zonas de la cumbre y de la vertiente norte de la Isla. Aunque estas primeras precipitaciones del otoño apenas tendrán incidencia en las reservas de agua de las presas, que se encuentran en mínimos históricos, sí permiten dar por finalizada la temporada de riesgos de incendios forestales.

Tras los chaparrones de la madrugada anterior, que provocaron varios derrumbes en varias carreteras de la mitad norte de la isla, en la mañana de ayer continuaron los chubascos moderados en las medianías y cumbres, con cerca de 20 litros por metro cuadrado en las zonas altas de Tejeda y de San Mateo, precisamente las más dañadas por el gran incendio forestal del mes de septiembre.

En total, el paso de la borrasca Ana por Gran Canaria ya ha dejado 56,2 litros en la Cruz de Tejeda, 35,4 en la estación de Los Pechos, 46,8 en Teror o 41,4 en Valleseco, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) hasta última hora de ayer martes.

Las lluvias han llegado a las demás comarcas de la isla, aunque con menos intensidad en las zonas orientadas al sur. Así, entre el lunes y martes se han recogido 30,6 litros en la estación de la Aemet de Tafira, 28,5 en el pueblo de Tejeda, 27,0 en el Valle de Agaete, 25 ,0 en el Centro Forestal de Telde, 19,7 en Las Palmas de Gran Canaria, 18,4 en La Aldea, 15,2 en Melenara, 15,0 en Agüimes y 11,6 en Arucas.

El principal temor ante la llegada de la borrasca Ana era la posibilidad de lluvias torrenciales en los terrenos de Tejeda y San Mateo más afectados por el fuego, pues ese suelo está más desprotegido frente a las escorrentías y aún conserva gran cantidad de cenizas. Sin embargo, el Cabildo informó que las precipitaciones caídas en las últimas horas "no solo han regado el campo sin producir daños porque han sido calmadas, sino que han empapado la tierra lo suficiente como para dar por finalizada la temporada de riesgos de incendios forestales, ya que la sequedad la había alargado hasta pleno diciembre con multitud de conatos peligrosos".

La peor parte de la borrasca se la llevó la carretera GC-200 de Agaete a La Aldea, algo ya habitual en caso de lluvias. Pasada la medianoche hubo un derrumbe de piedras y tierra en el tramo de Faneque, y otro en la antigua calzada del Andén Verde, que ahora solo es utilizada para acceder a los terrenos agrícolas y ganaderos de Tirma.

El desprendimiento de Faneque no obligó a cerrar la carretera, pues los vecinos que a esa hora se dirigían hacia El Risco y La Aldea despejaron uno de los carriles para poder pasar hacia sus viviendas. La limpieza de la calzada sin más medios que las propias manos fue una acción arriesgada, pero la alternativa era retroceder y dar toda la vuelta a la isla para llegar a sus hogares. Después, los equipos de mantenimiento de la Consejería de Obras Públicas retiraron las grandes piedras y restablecieron la normalidad en ese tramo.

El derrumbe de la GC-200 en el acceso a Tirma obligó a cortar la circulación de vehículos durante varias horas, según informó el consejero Ángel Víctor Torres, quien resaltó que el personal del Cabildo trabajó durante toda la mañana para restablecer la normalidad en varias carreteras del norte.

En concreto, Torres citó la carretera del Cenobio de Valerón (GC-291), donde los operarios limpiaron el material de un desprendimiento, y la autovía del Norte (GC-2), en las inmediaciones de la granja agrícola del Cabildo en sentido Las Palmas de Gran Canaria, donde retiraron una enorme piedra caída en la calzada. Otro derrumbe en la carretera de Guía a Moya (GC-700) afectó a la barrera de seguridad, que se arregló y señalizó a primera hora de la mañana.

El presidente del Cabildo, Antonio Morales, destacó que estas primeras lluvias han llegado sin graves daños a las infraestructuras. "Uno de los beneficios más esperados es que haga reverdecer la zona afectada por el incendio, que en pocos días empezará a lucir un manto verde que cubrirá la mayor parte de la negrura que dejó el fuego, algo que se podrá comprobar, por ejemplo, en el entorno de la Cruz de Tejeda", apuntó.

Se trata del tipo de lluvia más esperado por los agricultores, ya que es la más beneficiosa, riega los cultivos y mejora el paisaje. "En cualquier caso, la sequedad ocasionada por la falta de lluvias en los últimos siete años hace que la tierra esté demasiado seca y, dependiendo de la fuerza, ocasiona grietas y derrumbes como los ocasionados la pasada madrugada", añadió.

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