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Gáldar

Lágrimas por el mal de ojo

Una exposición en Gáldar saca del olvido los rezos tradicionales de las santiguadoras

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Exposición Santiguadoras, Paco López

"(Con hoja de pimentero o hierba de santa María). Erisipela del monte / ¿quién la trajo aquí? / la nieve y el frío / te hicieron venir / yo te corto / yo te voto / donde los perros / no ladran / ni las gallinas canten". "Madre ven a tu puesto / como nuestro señor Jesucristo/ vino al huerto, Madre ven a tu lugar / como nuestro señor Jesucristo / vino al altar/. Y así como estas palabras son santas y verdaderas / quizá cualquier mal que la persona tenga / y vaya al fondo del mar". Los rezos tan tradicionales del mundo rural tienen alivio físico y psíquico para casi todo: desde un mal de ojo hasta la erisipela (una enfermedad de la piel), pasando por la mejora de la producción lechera de las cabras. Aquí no falta el clásico en el mundo rural de "arreglar el 'pomo'", para los hombres que están nerviosos; y la matriz a las mujeres.

"No es sólo la palabra, sino también la voluntad y creer en lo que se hace", resalta Francisco López, uno de los promotores de esta exposición. "Tratan de ayudar a quienes se sienten mal o bajos de fuerzas, no curan enfermedades", matiza.

Para quienes han visto la película La Milla Verde, con Tom Hanks, este es un ejemplo muy gráfico de la tarea de las santiguadoras, que tras sus rezos expulsan esos males absorbidos de distinta forma, ya sea mediante bostezos, lagrimeos, lloros y hasta vómitos.

Los rezos de las santiguadoras tienen una tradición oral que se remonta a la época aborigen, con las maguadas, y se pasan de generación en generación. De ahí que las letras puedan variar con el paso del tiempo y por la ubicación geográfica, aunque siempre con la idea fija de sacar el mal del cuerpo con los rezos y el ritual complementario. Y este incluye el uso de ramas de plantas, la señal de la cruz e invocar a Santa María. Y, por lo general, concluye con la sentencia de que "vaya al fondo del mar", donde no pueda alcanzar a nadie más. "Lo bonito de la tradición oral es que los textos no son fijos". Y la presencia de los santos está muy presente en las letras de los cantos.

Son muchas las historias que ha recopilado Dácil Díaz y Francisco López durante un año de trabajo. Entre ellos, de niños que no paran de llorar cuando llegan y salen con una sonrisa.

"Hemos querido sacar a la luz la labor de estas personas, que en muchos ámbitos se está olvidando". De momento, han recopilado cerca de medio centenar de rezos, si bien en la muestra se reúnen una selección de unos 14 textos.

El número tres tiene una simbología especial, por su vinculación con la Trinidad. Salvo casos excepcionales, es un práctica de mujeres.

La exposición 'Santiguadoras: señas de aprecio', permanecerá hasta el 28 de octubre en la Casa-Museo Antonio Padrón, en Gáldar, dentro de los actos del Día Internacional de la Mujer Rural. Y los visitantes encuentran algunos de esos versos rítmicos en texto, con radiografías simbólicas sobre lo que no se ve con el ojo humano, y discos compactos que reúnen esas letras. Todo ello entre zarandas. "La radiografías simboliza que esas personas miran lo que no ven los ojos, porque no todo el mundo puede ser santiguadora".

La muestra recuerda también al precedente de las santiguadoras, que son las maguadas de la época prehispánica. Y tienen cabida los bloques de obra como simbólicos triángulos invertidos, vinculados sobre todo al triángulo púbico de la mujer y su fertilidad, pero también a la mejora de las cosechas. De ahí que también se incluyan el millo, las lentejas, las judías, el trigo y la cebada, rindiendo culto a la vida.

Y, la última parte, es una la invocación a la lluvia, donde un gotero de suero deja caer gotas de agua.

Paco López recalca que la Casa-Museo Antonio Padrón es el escenario idóneo, porque en sus cuadros aparecen las santiguadoras.

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