La declaración de Risco Caído y las Montañas Sagradas como Patrimonio Mundial de la Unesco abre ahora un nuevo frente administrativo y turístico para la zona cumbrera de Gran Canaria que las instituciones públicas deberán gestionar. La conservación de este paraje cultural (como ha sido catalogado el conjunto de montes y cuevas de la meseta de Tejeda) será el principal objetivo del equipo coordinador de este bien de interés público, del que derivarán otras actuaciones indispensables como el control sistemático del turismo a la zona o los proyectos para potenciar la investigación científica y sociológica que pueda surgir de este conjunto de cuevas antiguas. José de León, el arqueólogo que ha seguido durante estos últimos cuatro años la coordinación del expediente sostuvo en el momento en que el bien traspasó todas las fronteras para entrar en la lista de candidaturas que "hay que ser responsables para que este sueño no se desborde".
En este sentido, el equipo conformado por representantes de todas las instituciones canarias (entre las que se encuentra el Cabildo y los diferentes Ayuntamientos que se erigen de este paisaje montañoso) ha encargado un estudio de la capacidad de carga de visitantes que tiene este espacio porque de eso dependen los accesos que tendrán que habilitar, lo que obligará a modificar el planeamiento. Para evitar una más que posible sobrecarga de visitas turísticas, está previsto abrir en el municipio de Artenara (donde se sitúa la cueva en la que se produce el fenómeno de la luz) un centro de interpretación de Risco Caído, en el que se está construyendo una réplica exacta del yacimiento arqueológico.
El exconsejero de Cultura y Patrimonio Histórico, Carlos Ruiz, asevera que el nuevo responsable de este área deberá decidir si continuar ejecutando visitas guiadas al monumento original o si por el contrario debería derivar a los interesados a la neocueva de Artenara. "De todas formas se pueden planear muchas opciones", asegura Ruiz. Un nuevo mundo de posibilidades se abre para las organizaciones como la Fundación Risco Caído, que se encargará durante los próximos años en gestionar este tipo de cuestiones siguiendo las indicaciones o recomendaciones marcadas por la Unesco para garantizar la preservación del paraje.
Otras administraciones
En este sentido, otras administraciones públicas y organismos de coordinación de bienes culturales han debido también seguir pautas marcadas tras la declaración de Patrimonio Mundial. Un ejemplo claro es el último paraje catalogado por la Unesco en España, los Dólmenes de Antequera. "Desde la organización mundial nos solicitaron que cumpliéramos con una serie de recomendaciones para la mejora del proyecto de protección del bien", asevera Bartolomé Ruiz, director del Conjunto Arqueológico. Finalizar el Plan de Protección Especial de los dólmenes, revisar el Plan General de Ordenación Urbana y elaborar indicadores de seguimiento para el impacto del turismo en los atributos de este bien son algunas de las tareas que las instituciones de la comunidad de Andalucía (y en concreto la diputación de Málaga y el Ayuntamiento de Antequera) han debido realizar estos años.
En cuanto al desarrollo turístico tras la declaración, Ruiz asevera con contundencia que "ha incrementado muchísimo". De 90.000 visitantes antes del nombramiento a más de 200.000 en el último año. "Para poder controlar el acceso a los tres monumentos estamos terminando la concepción del Museo del Sitio de los Dólmenes de Antequera: nos permitirá organizar la entrada de los visitantes de cada uno de los monumentos", explica, pues hasta ahora llevan el control a través de un pequeño centro de visitantes que solo posee capacidad para 50 personas. Por otro lado, el inminente interés social que causaron estos monumentos de Andalucía tras el nombramiento ha motivado a las administraciones a planear religiosamente cada año un festival de luz y sonido para conmemorar la declaración. "Este 15 de julio celebramos la tercera edición, por ser el tercer aniversario desde que los Dólmenes entraron en la lista de Patrimonio de la Humanidad: es una celebración con una duración de cuatro días, las dos primeras jornadas organizamos actividades urbanas y las restantes en el conjunto arqueológico", asevera el director, expresando que es una forma didáctica y entretenida de acercar a la sociedad a interesarse por el bien.
Otro de los parajes culturales declarados por la institución internacional es el de Las Médulas, situadas en la comarca de El Bierzo (León), colinas rojizas que surgen de la explotación de oro por parte de la sociedad romana: una mina a cielo descubierto. "La marca de Patrimonio de la Humanidad ha ayudado muchísimo a la zona, sobre todo porque está ubicado en una zona afectada por el despoblamiento de los pueblos rurales", sostiene Mar Palacios, presidenta del Instituto de Estudios Bercianos. La experta añade que el nombramiento del bien ha provocado una reconversión de la economía del lugar, que compara con la propia reestructuración que ejecutaron los romanos en la administración local al establecerse en esta localización.
Palacios afirma que tras la declaración de Unesco algo similar ocurrió en los pueblos cercanos a Las Médulas. "Una gran parte de la población se dedicaba a la extracción de pizarra en las canteras cercanas, pero cuando en 1994 el paraje se incluyó en la lista de Patrimonio de la Humanidad la economía local se transformó de rural a turística: los negocios de restauración y de hospedaje han aumentado progresivamente desde ese año y eso ha ayudado a asentar a la ciudadanía", asevera.
Este ejemplo demuestra que las poblaciones de Artenara y Tejeda (municipios que han sufrido año tras año la fuga de ciudadanos hacia lugares más grandes y con mayores posibilidades de empleo) podría beneficiarse de la nomenclatura si se ejecuta una buena gestión municipal en los próximos años. Asimismo, Palacios recomienda ante todo la creación de un órgano único en el que se reúnan todos los representantes de las administraciones públicas y privadas con potestad ante el bien" con el objeto de mejorar la eficacia de gestión de tomar decisiones de forma conjunta, lo que evitaría en muchas ocasiones malas decisiones con respecto al paraje declarado", asevera con seriedad.
Finalmente, el caso de las cuevas prehispánicas del norte del país muestra una de las grandes gestiones que se han estado acometiendo en los últimos años con respecto a los bienes patrimoniales que han sido declarados por la Unesco en España. El coordinador de estas cavidades en Cantabria, Daniel Garrido, asevera que el reconocimiento de carácter internacional ha ayudado al incremento de las visitas de extranjeros y de un turismo con un interés basado en la historia y en la arqueología de estos espacios. "Tenemos diez cuevas en Cantabria con reconocimiento: seis están abiertas al público y resto, incluyendo la cueva de Altamira, están cerradas: esto no impide que hayan un gran número de visitantes, por lo que ahora estamos gestionando la creación de más centros de interpretación para evitar, por un lado, la masificación de turismo y, por otro, que aquellos interesados en ver las cuevas por dentro se queden sin la oportunidad de visitarlas por aforo completo", asegura Garrido, que añade que en el último año se registraron más de 260.000 visitas a Altamira; lo que demuestra que a pesar de tratarse de una reproducción, el interés continúa e incluso aumenta a lo largo de los años.
Por otro lado, los expertos del Consejo Internacional de Monumentos y Sitio (organismo que asesora a la Unesco sobre las candidaturas) recomendaron hace meses en su informe, que el centro de seguimiento de Risco Caído y las Montañas Sagradas esté operativo lo antes posible. También propusieron un plan de prevención de riesgos contra el fuego y los riesgos del cambio climático. Asimismo, han pedido que se ponga en marcha una nueva estrategia turística, un plan de investigación arqueológico integrado con la conservación del bien protegido, y un plan territorial hidrológico (PTE-4) que garantice la gestión y suministro para los agricultores emergentes, con el fin de recuperar la población en estos municipios.
