"Nos gusta mucho que Canarias conserve las tradiciones y que estén tan vivas. Nos escanta la artesanía, la música y la comida. Todo realmente", resaltaron Karola y Ragnar Pukas, matrimonio alemán que seis meses al año reside en Playa del Cura, en Mogán y el resto del año en su tierra natal. "Es la primera vez que visitamos esta Feria del Sureste y nos ha gustado mucho. Somos unos turistas atípicos porque nos gusta comer lo típico y hablar con la gente de aquí", agregaron.

Ademá de esta pareja, un numeroso y muy variado público recorrió y conoció durante la jornada inaugural de ayer todas las casetas con productos artesanales y agroalimentarios, además de disfrutar de numerosas actividades y actuaciones musicales.

La ciudadana noruega Greta, que desde hace una década vive medio año en el casco de Santa Lucía y el resto en su país, estuvo ayer en la feria que, a su juicio, "es muy bonita". "Me encanta su colorido, que sea tan vivo y su gente. Adoro la tradición y el aceite de oliva", señaló entre risas.

Además de muchos vecinos de la comarca, abundaban del resto de la Isla, como peninsulares y extranjeros. Manuel Santana, del barrio capitalino de Schamann, destacó que "me gusta mucho esta feria. Todos los años procuramos asistir. Pero lo que más me agrada, y ya no hay en la capital, es esa amabilidad de pueblo que aquí hay. Un ejemplo es Juan Ramírez, que se dedica a la cestería de junco. Tras haberlo conocido en una edición, nos invitó a su casa y nos trataron como de la familia una vez que pasamos por el casco de Santa Lucía".

Entre los visitantes, también estuvieron, entre otros, numerosos alumnos del colegio público Poeta Tomás Morales, de Carrizal, que descubrieron sabores nuevos, como artesanía y oficios que creían que se habían perdido.

Además de queso, aceite, pan sal, manualidades recicladas, cestería, almazuelas, cerveza artesanal y un largo etcétera, no faltó la miel. "Este año llovió menos y habrá menos miel, pero la que tenemos es de calidad", aseguró Isaura González, de El Almendro de Guayadeque, que también produce jabón artesanal.

Entre los ocupantes de las 150 casetas no podía faltar Cleofé Ramírez. Caladora, de 83 años, todo un referente como mujer caladora y como luchadora al quedarse viuda a los 36 años, cuando tenía seis hijos con edades entre diez años y 17 meses.

"Llevo 72 años calando. Empecé a los 11 años. Sigo con ello porque es mi vida. Lo que está claro es que hay que renovarse con los calados, no seguir con manteles", resaltó. Cleofé Ramírez regaló desde 1989 prendas con calado a políticos. "A Esperanza Aguirre [exministra, expresidenta del Senado y expresidenta de la Comunidad de Madrid] le entregué un bolso y un fular. También le regalé una corbata a todos los alcaldes que ha te nido Ingenio. Me falta la actual alcaldesa", agregó.

La presidenta de la Mancomunidad del Sureste y alcaldesa de Ingenio, Ana Hernández, inauguró ayer esta XVI edición junto a los alcaldes de Santa Lucía de Tirajana y de Agüimes, Santiago Rodríguez y Óscar Hernández, respectivamente, junto al presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales y el presidente de la Asociación de Empresarios de Ingenio y Carrizal (Incae), Martín García.

Ana Hernández recordó el pasado humilde del sureste, y que la avenida donde se celebra la feria era antes "la carretera de tierra para el Sur donde pasaba todo el tráfico", y cómo es ahora "ejemplo del desarrollo económico". Los tres alcaldes hicieron referencia positiva a la lluvia que hizo acto de presencia. Morales instó a la lucha contra el cambio climático y a la unidad de las instituciones.