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Crisis del coronavirus La visión de los turistas

Escandinavos entre calima y Covid-19

Siv y Bruno Tapper y Eva Dragoy esperan confinados un avión que les devuelva a casa

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Coronavirus en Canarias | San Agustín mantiene algunos turistas

El enésimo viaje a Gran Canaria de Siv y Bruno Tapper, dos ciudadanos de origen sueco, comenzó con sobresaltos. Apenas unas horas antes de tomar un avión con destino a la Isla el pasado 23 de febrero la pareja recibió un aviso de la compañía aérea con la que viajaban para informarles de que su vuelo había sido suspendido: sobre el Archipiélago que tantas veces han visitado desde el año 2003 reposaba una espesa capa de calima que obligó al cierre del espacio aéreo canario. Tres días después pudieron empezar sus vacaciones, un descanso que la crisis sanitaria generada por la propagación del coronavirus y la declaración del estado de alarma han interrumpido una semana antes de lo previsto para volver, mañana sábado, a su país.

Hasta que salga su avión se alojan en el Sunsuites Carolina, establecimiento alojativo ubicado en el ya vaciado núcleo de San Agustín, donde se hospedan otros ciudadanos escandinavos como Eva Dragoy, de origen noruego, quien no para de rastrear en internet en busca de un billete de avión que le permita marcharse a su casa más pronto que tarde y pasar junto a los suyos esta situación.

Los tres protagonistas han pasado varias semanas en el sur de la Isla y allí se sienten seguros, al menos mientras estén dentro del apartotel. Su único miedo radica en que son personas mayores y son conscientes de que forman parte de los grupos de riesgo debido a su edad, ya que tienen entre 77 y 81 años. Mientras no salgan del Carolina están a salvo, pero los tres están ansiosos por volver a su país, sobre todo por la comodidad y la tranquilidad que ofrece atravesar esta crisis sanitaria en casa.

Al igual que las vidas de los ciudadanos españoles, su estancia en Gran Canaria ha sufrido cambios durante los últimos días. "En la última semana es cuando se han notado todos los cambios, porque empezamos por recomendaciones de la dirección del complejo para que no saliéramos demasiado a la calle y tuviésemos cuidado y hemos acabado con las restricciones impuestas por el Gobierno", explicó ayer Bruno Tapper. Y en su caso, si lo hacen para acudir a la farmacia o el supermercado, tienen la obligación, como turistas, de hacerlo portando el pasaporte y la documentación que acredite su hospedaje en el establecimiento turístico.

Desde hace una semana, sus movimientos se limitan a las cuatro paredes de sus habitaciones y la hamaca de la piscina, donde tan solo pueden tomar el sol y no bañarse en ella ya que se encuentra precintada para cumplir con las restricciones establecidas por el Ejecutivo. Allí pasan el tiempo cocinando, sobre todo Siv Tapper, una antigua trabajadora de un comedor escolar apasionada de la gastronomía; ven la televisión nórdica a la cual tienen acceso desde este establecimiento y leen libros que terminan intercambiándose entre todos los turistas hospedados en el Sunsuites Carolina.

Regreso

"La zona de confort se ha limitado, pero por otro lado entendemos las restricciones y estamos seguros con ellas; somos mayores y sabemos que la situación no es ni un juego ni se toman medidas así por capricho", añadió Bruno Tapper. A sus edades, ninguno de los tres turistas recuerda una situación de confinamiento similar en sus vidas.

Eva Dragoy, la ciudadana noruega, se mostró ayer "muy impresionada" con las medidas que toma España para intentar frenar la rápida propagación del coronavirus. "Este país hace un esfuerzo muy grande para contener el Covid-19", relató. En su país existen ahora mismo restricciones como el cierre de los centros educativos a todos los niveles, "pero no son tan duras como aquí; allí la cuarentena es una redomendación, no una obligación, todavía no estamos aislados". "Somos conscientes de que no debemos expandir el virus, pero todavía podemos salir a dar un paseo", añadió, "tampoco podemos obsesionarnos; debemos protegernos, sí, pero también debemos tomarnos la vida con calma y mantener una buena higiene de manos como nos recomiendan".

La imagen de un aeropuerto de Gran Canaria colapsado durante los últimos días no ha pasado desapercibida. Y será la misma estampa que estos tres turistas vean cuando se marchen para casa. Pero pese a las aglomeraciones y las horas de vuelo, no tienen miedo al contagio. "Sabemos que pasaremos varias horas en un avión y hay posibilidad de contagio, eso es algo que tenemos en la cabeza, pero debemos usarla también para pensar que en Canarias no ha habido tantos casos de coronavirus y la posibilidad de contagiarse en el avión todavía es poca", afirmó por su paerte Siv Tapper, "lo tomamos con precaución, pero también con tranquilidad".

Para enfrentarse a la odisea que puede suponer el regreso a casa, el director del Sunsuites Carolina, Hasse Akervall, facilita a sus huéspedes mascarillas y guantes para asegurarse, dentro de sus posibilidades, de que los turistas reducen así el riesgo de un posible contagio durante el viaje. En sus respectivos destinos, explicaron los turistas, también hay casos de coronavirus, pero no son consideradas zonas de alto riesgo.

Pero antes de enfrentarse a ese momento, Siv y Bruno han tenido que adelantar el vuelo de vuelta que tenían para el día 28 de marzo a mañana sábado, mientras que Eva y su marido buscan desesperadamente en internet nuevas opciones para viajar hasta Noruega, después de que lograran recortar los tiempos desde el vuelo del 4 de abril al día 28 de marzo y luego al 25, que es la fecha en que por ahora volarán a su país.

Mientras tanto, y hasta ahora, los tres turistas han permanecido en el Sunsuites Carolina porque es su segunda casa, en la que han pasado todas sus vacaciones cada vez que vienen a Gran Canaria. Y todo, porque se sienten seguros con un equipo directivo liderado por Hasse Akervall que les ayuda en todo mometo en aspectos tan distintos como acudir a un médico o realizar modificaciones en sus viajes. La ayuda de este director es tal que durante la última semana y hasta que se marchen todos los turistas del establecimiento les ha servido una comida caliente todas las noches en sus habitaciones, a pesar de no ser un establecimiento hotelero, y a coste cero.

Se marchan, pero volverán. Siv y Bruno lo harán en otoño mientras que Eva y su marido lo seguirán haciendo, como poco, tres veces al año. "Para vivir una situación así no hay mejor sitio en el mundo que Gran Canaria", señalaron todos, "y, como siempre, lo haremos en Sunsuites Carolina, no hay ninguna otra opción para nosotros; es nuestra segunda casa".

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