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Agüimes

El arquitecto de las dunas de Arinaga

El geógrafo Néstor Marrero obtiene una beca para analizar el impacto de la actividad humana en el sistema eólico de El Cabrón y si es posible restaurar el sistema dunar

El geógrafo Néstor Marrero junto a una acumulación de arena, inicio de una duna, en Arinaga.

¿Es posible restaurar el antiguo sistema dunar de Arinaga? Esa es la pregunta de la cual parte el geógrafo Néstor Marrero, de 27 años, y principal hilo conductor de una investigación que tratará de determinar cómo la evolución de los usos del suelo ha ido modificando a lo largo del tiempo los movimientos de arena provocados por el viento en áreas del monumento natural de Arinaga, en las inmediaciones de El Cabrón. Y lo hará en un período de 200 años de historia, analizando aspectos como la vegetación o el impacto de la actividad humana, por ejemplo, con la extracción de áridos para la construcción. “No estamos seguros de que se pueda recuperar y, en todo caso, no vamos a tener el sistema que existía, pero si sería bastante similar”, señala el experto.

Su trabajo de investigación, titulado El impacto de los usos históricos del suelo en la evolución ecológica del sistema eólico de Arinaga, ha obtenido la beca Simón Benítez Padilla que convoca la consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, a través de la Biblioteca Insular. Dotada con 6.000 euros, permitirá al geógrafo y doctorando en Oceanografía y Cambio Global por la ULPGC investigar durante los próximos dos años qué posibilidad de restauración ambiental tiene un sistema que hoy se encuentra degradado. En el estudio participarán además los geógrafos Emma Pérez Chacón y Leví García Romero.

“Arinaga tiene un potencial que pasó desapercibido en los estudios del sedimento”, afirma

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“Queremos saber si se extrajo mucha arena de la zona o cómo la vegetación, que se usó como combustible para los hornos de cal de Arinaga, ha afectado a la evolución ecológica”, señala Marrero. Y ya tiene antecedentes, porque en los trabajos de su tesis doctoral sobre sistemas eólicos de similares características ha concluido que en Jandía, en Fuerteventura, el uso de la vegetación como combustible para hornos de cal o viviendas provocó que al cortar la flora el sistema sedimentario se moviese. Es decir, se reactivó la arena al no tener un obstáculo que la fijase. “Eso probablemente también pasó en Arinaga; tengo documentación donde se habla del corte de vegetación e intuyo que entonces se produjo un proceso bastante similar”, apunta el investigador.

El arquitecto de las dunas de Arinaga

Ese proceso histórico de movimiento de arenas ha tenido como consecuencia la erosión de la geoforma del suelo. “Todas las formas que se podían observar en el ecosistema se movieron y probablemente también llegaron incluso a desaparecer tierra adentro”, explica el experto, “el transporte de arena erosiona el suelo si no hay vegetación que la retenga y eso provoca un cambio en el paisaje”.

El uso del suelo que, cree el investigador, ha podido ocasionar un mayor impacto es la extracción de áridos para la construcción, sobre todo en los años 60, época de la llegada y auge del turismo en la Isla. También la apertura de canteras para extraer piedras de cal. “La cantidad de hornos que existen en Arinaga invita a pensar que se abrieron muchas canteras para la explotación del material”, agrega.

En este escenario, el estudio analizará el ecosistema para ver en qué condiciones se puede restaurar. “Nos dará las claves para recuperar el entorno si fuese posible y para gestionarlo mucho mejor en el futuro”, apunta Marrero, “podría incluso instalarse captadores para retener la arena y volver a formar las dunas”.

El investigador está convencido de que el área de Arinaga es susceptible de restauración. “Arinaga tiene un potencial que ha pasado desapercibido en todos los estudios sobre sistemas sedimentarios eólicos que se han realizado en Canarias, y es una pena”, sostiene el geógrafo, “Maspalomas ha sido el centro de atención, y luego el istmo de Las Palmas de Gran Canaria, pero Arinaga o Tufia pasan desapercibidos porque visualmente no son tan atractivos”.

El investigador ve compatible el uso del suelo industrial y residencial con la restauración dunar

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Recuerda además que en el plan del monumento natural de la montaña de Arinaga hay citas que hablan de depósitos de arena en el interior del cráter. “Eso nos da una idea de hasta dónde llegaba la arena transportada por el viento”, manifiesta.

Pero avisa: recuperar el espacio no significa lograr un campo dunar tan amplio como el de Maspalomas. “Sería un sistema dunar a pequeña escala asociado a la vegetación”, matiza, “que además contribuiría a la recuperación de un hábitat utilizado por infinidad de especies animales para anidar”.

Néstor Marrero considera que en la actualidad es compatible el uso del suelo, residencial e industrial en los distintos ámbitos de Arinaga, con la restauración del sistema dunar, al estar claramente diferenciados.

El geógrafo tiene ahora por delante dos intensos años de trabajo para analizar los usos del suelo en el pasado y su influencia en la formación o no de un sistema dunar. Un estudio que convertirá a Néstor Marrero en el próximo arquitecto de las dunas de Arinaga.

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