La playa de Güi-Güi, el recóndito paraíso natural de Gran Canaria

¿Ustedes han ido a Güi-Güi? Yo sí. Hay arena y unas piedrillas", dice Dorian, aldeano de siete años, en la cubierta del barco de la familia. "¿Y qué haces allí, Dorian?". "Bañarme y surfear, ¿qué va a ser?", contesta con un mechón de pelo rebelde sobre su ojo derecho. Así de claro lo tiene el niño, igual que toda la gente de La Aldea de San Nicolás.

Un kilométrico arenal salvaje como pocos. Gran Canaria aún conserva parte de esa costa virgen, alejada de las barbaridades urbanísticas perpetradas en otras zonas de la isla, y que nos transporta hacia un lugar de ensueño, un rincón escondido donde simplemente perder la noción del tiempo.

Playa de Güi Güi, playa Güigüi, Guigui, Guguy o Güy-güy. La verás escrita de diversas maneras y, tras investigar un poquito, aún no tengo muy claro cuál es su denominación oficial. Es lo de menos. Este nombre es inconfundible. Se encuentra situada en el oeste de Gran Canaria, es de díficil acceso puesto que no se puede llegar en coche, y la población más cercana a ella es la pequeña aldea de Tasartico.

Los escarpados riscos de esta "isla dentro de una isla", como lo llama el cronista, fueron quizá testigos de la famosa batalla de Ajodar, en 1483. Aunque la ubicación sigue en discusión, la liza entre los castellanos y la población autóctona, con victoria local, pudo suceder en la montaña de Los Hogarzos, en la vertiente norte del barranco de Tasartico, Güi-Güi y el valle de La Aldea. A pesar de este triunfo, la Conquista se llevó a cabo y, tras ella, llegó la colonización y el reparto del botín. Según explica Francisco Suárez, "la acaparación de tierras y aguas y demás medios de producción en el valle de La Aldea de San Nicolás y sus espacios anexos, en los primeros decenios de la Colonización, se presenta confusa. Esta comarca se incluyó en el distrito de repartimientos de tierras de la zona norte insular. A principios del siglo XVI ya se encontraban en este lugar una serie de heredades procedentes bien de las datas primitivas o bien de asentamientos usurpados a los espacios realengos".

Historia

La historia de Güi-Güi y de La Aldea está ligada a los conflictos surgidos en torno a propiedad de la tierra. Lo sabe y lo explica magistralmente el cronista oficial de la villa Francisco Suárez Moreno en sus libros Historia de La Aldea y El pleito de La Aldea. 300 años de lucha por la propiedad de la tierra, editados por el Centro de la Cultura Popular Canaria y por el Cabildo, respectivamente. Este reportaje hace un recorrido por ese camino desde el pasado, siempre bajo la atenta mirada del imponente macizo del Suroeste y de las gentes de tierra y salitre que habitan y disfrutan este paisaje.

El Macizo del Suroeste fue desde el principio de realengo. Los valles de Guguy fueron ocupados poco a poco por familias que cultivaban cereales y frutos en lo que, según cuentan las crónicas, era un vergel con distintos nacientes de agua y caminos serpenteantes que comunicaban unas playas con las otras. Así, en los valles de Güi-Güi Chico y Güi-Güi Grande, en 1785 se contabilizan uno y cuatro vecinos respectivamente, en viviendas dispersas, aunque en el verano, con la recogida de las cementeras y las frutas, entraban unas ocho familias de La Aldea. "El censo parroquial de 1820 recoge un total de ocho familias con 25 miembros", señala Suárez Moreno.

Mientras que la familia Grimón, más tarde Nava-Grimón, marqueses de Villanueva del Prado y descendientes del conquistador de Tenerife Jorge Grimón, se hacían con las tierras del valle de La Aldea, entre el siglo XVI y el XVIII, el Macizo del Suroeste continuaba siendo de realengo. En estas tierras, fueron instalándose campesinos que, por la fuerza de los años, fueron legando a sus descendientes ese patrimonio.

Cómo llegar a la playa de Güi Güi

Dicen que para llegar al paraíso hay que sufrir. Pues yo te digo que no necesariamente. Tenemos dos opciones. Ambas recomendables y con final feliz: la impresionante playa de Güi Güi. Veamos un pequeño resumen para que puedas decidir cuál es la que más se adapta a tus necesidades y forma física.

Esta es la alternativa que requiere mayor esfuerzo físico, pero también la más completa en cuanto a paisajes, sostenible y la que te permite disfrutar de este pequeño paraíso todo el tiempo que te apetezca. Primero hay que conducir hasta la pequeña aldea de Tasartico. Un remoto pueblecito situado a una hora y media en coche de Las Palmas de Gran Canaria o una hora desde Maspalomas.

Más allá del núcleo principal de casitas encontramos un pequeño aparcamiento y el inicio del sendero. Una ruta de senderismo bien señalizada de apenas 5 kilómetros (sólo ida). Pero no cantes victoria tan rápido. Son 5 kilómetros de constantes subidas y bajadas y un fuerte desnivel entre paisajes volcánicos, áridos y carentes de sombra donde resguardarse. Aproximadamente, 2 horas y media de caminata para llegar, y otras tantas para volver. Es decir, se convierte en una excursión de día completo y que requiere cierto esfuerzo.