Entrevista a Germán Domínguez Naranjo, presidente de Cooperación Internacional Dona Vida

Germán Domínguez Naranjo: «Sentí miedo en Ucrania; había un 70% de probabilidades de que no regresase»

«Cuando comenzó la guerra había una avalancha de caravanas de solidaridad; pero ya no», afirma

Germán Domínguez Naranjo en Ucrania.

Germán Domínguez Naranjo en Ucrania. / LP/DLP

Germán Domínguez Naranjo preside la asociación Cooperación Internacional Dona Vida, con sede en Teror, a través de la cual ha llevado, con ayuda del Cabildo de Gran Canaria, 18 toneladas de ayuda humanitaria a Ucrania durante este año de invasión rusa. Regresó, muy impactado con lo que vio. «Es muy impactante sentir cómo tiembla el suelo cuando cae un misil», sostiene el presidente del colectivo.

Acaba de volver de Ucrania, ¿cómo ha sido la misión de Dona Vida en ese país?

Dona Vida nació en 2015 para ayudar a Nepal, pero desde que se inició el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania la organización se activó y comenzamos a enviar ayuda humanitaria. En este año de guerra hemos llevado aproximadamente 18 toneladas de ayuda entre medicamentos, alimentos y artículos de primera necesidad. Ha sido mucha la ayuda que hemos recibido.

En este último viaje fueron a la aldea de Posad Pokrovske. ¿Por qué eligieron ese lugar?

La primera vez que estuvimos en Ucrania se corrió la voz de que allí había una ONG y nos empezó a llegar información de que existía una aldea que no recibía ayuda. Allí viven 259 personas mayores con una vida trágica porque han perdido a sus hijos, soldados en la guerra, y ahora están al cuidado de sus nietos, 34 niños, así que nos movilizamos. Aunque ahora está en manos ucranianas, por allí pasaron los rusos y arrasaron con todo, les dio igual a quien llevarse por delante.

¿Qué se encontró?

Un panorama dantesco. Las casas estaban totalmente destruidas, ametralladas. Es una aldea de agricultores que ahora no pueden cultivar porque los misiles destrozaron las tierras y los que no estallaron están clavados en sus tierras agrícolas. Les hemos dado de todo: alimentos, artículos de primera necesidad y agua potable.

«Es muy impactante sentir cómo tiembla el suelo cuando un misil ha alcanzado suelo ucraniano»

¿Qué ha sido lo que más le ha impactado?

El primer viaje fue duro, pero el segundo lo ha sido más aún porque justo cuando estábamos en Odesa, por donde pasamos antes de ir a la aldea, activaron la alerta por ataque inminente y eso es muy impactante escucharlo. Sentí que estaba retrocediendo 80 años en el tiempo o que estaba en una película de guerra, pero no te imaginas siendo tú partícipe de algo que habitualmente vemos a través de la televisión. Pero vivirlo en persona da mucho miedo; es impactante sentir cómo cuando caer un misil tiembla el asfalto o estar atento porque una onda expansiva hace tanto daño como un misil. También me impacto ver cómo en las orillas de las carreteras hay familias enteras ametralladas, una madre con su hijo o un nieto con su abuelo, o arrimados a los contenedores de basura y a medio quemar. Es impactante ver cómo la vida no vale nada. Y también es duro observar cómo las carreteras están llenas de minas antipersonas y cómo hay cantidad de bombas que los rusos han dejado abandonadas, que no será casualidad, sino una estrategia para causar el mayor daño posible a la población ucraniana.

¿Temió por su vida?

Por supuesto, quizá suena exagerado pero había una probabilidad de un 70% de que no regresásemos a Gran Canaria. Yo tuve que coger el último tren y salir de forma urgente hacia desde la aldea hacia Odesa, y seguían sonando las alarmas.

¿Cómo ha respondido la sociedad grancanaria?

Los canarios somos bastante solidarios por naturaleza y la ayuda material recibida ha sido desbordante. Se han volcado colegios, institutos, familias, amigos, personas anónimas e instituciones. Pero lamentablemente estamos entrando en una etapa en que la guerra está siendo olvidada, estamos sumidos en otros problemas y el conflicto deja de ser noticia. Por eso tengo que hacer un llamamiento a la reflexión porque la guerra no ha acabado, a día de hoy se sigue necesitando ayuda. Cuando comenzó el conflicto había una avalancha de caravanas solidarias y ahora hay una tendencia al olvido, pero continúa y en cualquier momento nos puede afectar desde que un misil se desvíe y afecte a territorio de la OTAN.

¿Piensa volver?

No lo sé, la solidaridad es adictiva, pero estoy recién llegado y tengo ganas de emprender acciones para crear eventos solidarios que nos permitan recaudar fondos. Si tuviésemos ayuda de más instituciones, seguro que sí, porque el viaje cuesta mucho dinero y la logística es muy complicada en tiempos de guerra.

Al margen de Ucrania, ¿cómo continúa la acción de Dona Vida en Nepal?

En Nepal, desde Cooperación Internacional Dona Vida seguimos adelante con todos los proyectos que tenemos en marcha y este año tenemos previsto donar una residencia para niños con discapacidad intelectual y escuelas. Nuestra prioridad es la educación y la salud.

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