Carnavales por toda la Isla | Cabalgata de Maspalomas

El oleaje carnavalero deja tres sirenas varadas en Maspalomas

Miles de mascaritas y 113 carrozas se movilizan hasta Playa del Inglés para disfrutar de la cabalgata con "más marcha"

Las calles de Playa del Inglés sufrieron ayer el mayor trasvase poblacional de los últimos tiempos. Un fuerte oleaje comenzó a inundar de mascaritas la principal zona turística del Archipiélago desde mediodía. A media tarde ya el fenómeno provocado por las ganas de disfrutar del Carnaval de Maspalomas subió de fuerza. El maremoto trastocó la vida relajada de bañador y bronceado de los hoteles. Miles de cuerpos con otros miles de atuendos de telas, adornos y pinturas con los que se transformaron en personajes de cuento, de cine, o habitantes de otras civilizaciones tomaron la calle.  

La fiesta lo impregnó todo de alegría, de ganas de bailar, y la purpurina se encargó de que todo brillara, mientras los líquidos con los que se animaban las gargantas se evaporaban más rápido que en el desierto. 

Desde el fondo del océano Atlántico aparecieron varadas sobre la Avenida de la Unión Europea (antigua GC 500) tres sirenas, que además resultaron ser hermanas. María, Vanessa y Carolina Guerra confesaron tras ser descubiertas que son muy «carnavaleras», y eso explicaba que llegaran hasta Maspalomas. Fue a través de una plataforma de venta online como consiguieron el elegante disfraz. «Estamos sufriendo un poco porque hace calor, pero nos enamoramos de este vestido nada más  verlo», señaló Carolina. Para el diseño de los tridentes recurrieron al palo de una fregona, que con perlas y conchas estaban tan logrados que parecían las protagonistas del cuento. Con los mismos detalles se ingeniaron las diademas que llevaban sobre la cabeza. Quedaba poco para que la cabalgata de Maspalomas comenzara su recorrido desde la Avenida Italia cuando se percataron de que el oleaje las llevaba ya fiesta adentro. 

«En San Telmo te cortan el rollo y aquí sigue hasta la madrugada», cuenta Gloria Quintana

«El clima, el ambiente del Sur, los turistas se entregan, el desfile es mejor, hay más marcha y puedes seguir de fiesta hasta más tarde», aseguró Carolina sobre las razones por las que desde hace años acuden desde la capital grancanaria hasta el Sur para el carnaval.

Los recuentos policiales cifraron en miles de personas las que se trasladaron desde toda la isla en guaguas y en sus propios vehículos. Hubo un momento que El Veril parecía una estación de transportes fronteriza. Desde las cinco de la tarde todo el callejero de esta zona de San Bartolomé de Tirajana, que se inició en los años sesenta de la mano del boom del turismo, comenzó a quedar atravesado por cientos de camiones, transformados en pequeñas en pequeñas discotecas.  Los ritmos latinos agitaban el ambiente con salsa, merengue, o bachata.

La cabalgata del Carnaval internacional de Maspalomas en la que participaron unas 113 carrozas arrancaba así con mucha vibración, un tiempo veraniego, situación meteorológica habitual en este punto de la isla aún siendo invierno, para llegar, sobre las diez de la noche, hasta el centro comercial Yumbo donde continuó la celebración con los mogollones, casi hasta la salida del sol. Entre las carrozas estaba toda la monarquía de la fiesta: la reina Carla Benítez, la reina infantil Liah Guardia, la Gran Dama Nieves Bordón, y Neftalí Betancor que se llevó el cetro de las reinonas como Drag Queen Ácrux. 

«Soy la niña del paraguas». Así se presentó Antonio Santana, de Telde, que desde que oyó la música no paró de bailar. Con unas medias de colores, un traje hecho con tela de cortina de cocina, la misma del diseño del paraguas, un gorro con gallina y huevos, zapatos en color amarillo chillón, y unas largas pestañas, se lanzó , como lleva haciendo desde hace dos décadas, a hacer todo el recorrido moviendo los pies. «Desde que terminan las carrozas me voy, no me quedó ni un minuto más. Ni bebo más que el agua que llevo en la cesta», aseguró. Si bien confesó que no se pierde una cabalgata, pues también participó hace unas semanas en la de la capital grancanaria, y también acude las carnestolendas de Telde y Agaete, puntualizó que en la de Maspalomas disfruta más porque «todo es más exótico, más lujoso y hasta los turistas viven la fiesta». También apuntó que participar en el carnaval conlleva saber vestirse y saber disfrutarlo porque «hay jóvenes que parecen que lo hacen sin ningún gusto».

La salsa y el merengue pusieron el ritmo desde Playa del Inglés hasta Maspalomas

Desde Madrid se presentaron como si llegaran desde el antiguo Egipto tras atravesar el río Nilo unos sesenta amigos y conocidos. «Es una pasada, el ambiente, la gente, la organización, y todo», aseguró  Carlos Álvarez. El de Maspalomas es el único carnaval al que acuden desde hace diez años. La aventura surgió a raíz de un viaje de negocios a la isla y a la vista de lo que le contaron sobre la celebración decidió organizar un fin de semana de cuatro días cada año para los amigos. El pasado año se presentaron vestidos de indios y vaqueros del lejano Oeste. Desde el jueves que llegaron al sur han tenido tiempo de estar en la gala de los Drag Queen, tomarse unas copas en los chiringays, broncearse, comer una paella en la playa de Amadores y como colofón de fiesta: la cabalgata de Maspalomas, con carroza incluida. 

También echaron mano de carroza ‘Las legionarias de Santa Lucía' a las que les acompañó hasta una cabra. Pero, en este caso, el transporte lo utilizaron para tener a mano la comida, las bebidas, y el baño. Juan Francisco Ríos, uno de los miembros de este grupo que surge como Asociación Karna 825, contó que son treinta y dos sus componentes y que llevan ya nada más y nada menos que diecinueve años acudiendo a la cabalgata de Maspalomas. Con equipaje de tenistas, en tonos rosas, estas legionarias cantaron y realizaron hasta un desfile militar por las calles de Playa del Inglés. «Vamos hasta al carnaval de Corralejo, al de Las Palmas, pero esta cabalgata es con diferencia la mejor. No hay color», aseguró Samuel Ramírez. «El clima, el ambiente , los turistas que son muy agradecidos, y el hecho de que aquí puedas seguir hasta la una y media de la madrugada con las carrozas hacen que esta sea, sin duda, la mejor cabalgata», reiteró.

«Estamos sufriendo un poco, pero nos enamoramos del vestido», dice Carolina Guerra

Lo mismo dijo Gloria Quintana, que ayer parecía la misma Cleopatra, pese a estar en Playa del Inglés, al lado de varios hoteles donde los turistas tomaban el sol y otros, recién llegados, intentaban mover las maletas en medio de tanta mascaritas porque las guaguas no pudieron dejarles en la misma puerta del establecimiento. «En San Telmo te cortan el rollo, se acaban las carrozas, y aquí pueden seguir hasta la madrugada», resaltó.  En el caso de este  grupo formado por amigas, familia y parejas, la cita de ayer la repiten desde hace diez años. Aclimatados al sol y polvo de Egipto, contaban que salieron en guagua desde Siete Palmas, mientras que Tania viajó desde Fuerteventura, donde trabaja, y sus amigos Iván Bea, y Adae, que son militares se trasladan desde Madrid. 

En traje de sevillanas, con el caballo en goma espuma adosado a los volantes de lunares, se presentaron ayer en Playa del Inglés Roberto Cruz y un grupo de amigas de Telde. Contaron que son habituales de este carnaval, en el que el pasado año triunfaron a bordo de una vespa. Tras años acudiendo con su prole, una vez que la descendencia creció, acordaron montarse la fiesta por su cuenta, para lo que desde octubre ya se ponen a darle vueltas , y entre todos deciden después el diseño. Además, desveló Roberto que lo suyo con el carnaval procede de tiempos inmemoriales, de aquellos en los que con un traje del abuelo o la abuela le tocaba a los vecinos en la puerta «para pedirles un huevito».  

«Esto es más exótico y los turistas viven la fiesta de los carnavales», destaca Antonio Santana

Tampoco faltaron las rumberas. Fue uno de los disfraces recurridos por eso de que la alegoría de la fiesta eran los ritmos latinos. A Nieves Barrios le costó encontrar los limones para poneérselos junto a otras frutas en la cabeza, pero tanto ella como su hija y sus amigas lograron transformase en unas auténticas caribeñas. El desfile de disfraces y el merengue se propagó poco a poco desde Playa del Inglés hasta Maspalomas donde aparcaban las carrozas..