Mogán

Lidia Pulido, el alma del instituto de Arguineguín se jubila

La hasta ahora directora se retira después de 36 años dedicados a la docencia como profesora de inglés, 30 de ellos en el centro moganero

«He sido una servidora a la comunidad»

Lidia Pulido Morales (Telde, 1963) quería ser investigadora en poesía inglesa pero sus destinos la condujeron a la docencia, una labor a la que ha dedicado toda su vida profesional. Se jubila, y lo hace con el orgullo de haber transformado un instituto al que llegó hace tres décadas, con un sistema educativo distinto y al que, junto a su equipo, ha logrado dotar de una oferta académica capaz de atraer a cientos de estudiantes.

Tenía pensado viajar a Canadá con una beca para dedicarse a la investigación de la poesía de un grupo de autores que comenzó a despuntar en lengua inglesa en Quebec, de mayoría de población francófona, pero de repente se vio en las aulas como docente de inglés. Y no se arrepiente. Lidia Pulido Morales, hasta hace un mes directora del IES Arguineguín, se jubila, y lo hace dejando atrás 36 dedicados a la docencia, 30 de ellos en el centro educativo moganero, al que llegó, en principio, para un año. «Siempre pienso que yo no elegí la educación, sino que la educación me escogió a mi; es algo que tienes que probar para ver si te gusta porque es un trabajo muy duro», señala.

Lidia ha echado el cerrojo a la puerta de su despacho con la satisfacción de haber transformado el centro y de haber logrado en su última etapa como directora, desde 2015 a 2023, que el centro albergue ciclos de Formación Profesional de cocina y gastronomía, comercio y marketing y actividad sociodeportiva y haya aumentado así la oferta formativa en Mogán, aunque se queda con la magua de no haber logrado un ciclo de la rama sanitaria. «En la zona sur hay muchos centros médicos y hospitales, y un ciclo sanitario potenciaría la oferta del centro», relata.

Lidia Pulido Morales en las instalaciones del IES Arguineguín, días después de haber cesado en el cargo y haberse jubilado.

Lidia Pulido Morales en las instalaciones del IES Arguineguín, días después de haber cesado en el cargo y haberse jubilado. / José Carlos Guerra

Esta profesora nació en Telde en 1963, en una familia «humilde y trabajadora que siempre tuvo especial interés en la educación, costara lo que costara», cuenta. Estudió la enseñanza básica en el colegio instituto José Arencibia Gil y luego se marchó a la Universidad de La Laguna, donde se formó como filóloga inglesa.

Quería investigar, pero distintas circunstancias de su vida la llevaron a ponerse a trabajar y en 1987, recién licenciada, comenzó a trabajar en el instituto Santa Catalina, de Cáritas, donde permaneció cuatro años. «Cuando llegué el primer día me sorprendí porque me encontré una clase de solo chicos, y yo que venía de la escuela pública eso no lo había vivido, luego me enteré de que Cáritas tenía centros masculinos y femeninos», recuerda la profesora, «pero lo llevé bien; fue un aprendizaje». De hecho, ese desconocimiento provocó su primera anécdota, pues al pasar lista y preguntar por las chicas, aquellos jóvenes se echaron a reir. «Creo que a pesar de los nervios, aquello fue empezar con buen pie».

En 1991 se sacó las oposiciones y se marchó al IES Joaquín Artiles de Agüimes, un centro en el que fue «muy feliz» y en el que impulsó el programa de radio ‘Jueveteando’. Dos años después, en 1993, la destinaron al IESArguineguín para un año. Pero allí ha pasado tres décadas. Llegó primero a las antiguas instalaciones del centro, que funcionaba como una extensión de Maspalomas y que se ubicaba en la actual sede de la Policía Local, en la plaza Pérez Galdós de Arguineguín, y fue en 1996 cuando el centro se mudó a sus instalaciones actuales. «Se construyó un centro más grande porque se aplicó la LOGSE, la generalización de la enseñanza obligatoria, y necesitábamos más espacio, así que pasamos de un centro familiar en el que había dos grupos de primero y dos de segundo de BUP y uno de COU, a un macrocentro», rememora.

En su etapa como directora, Lidia y su equipo han logrado que el centro oferte varios ciclos de FP

Los comienzos en el nuevo edificio fueron «díficiles» porque el alumnado aumentó considerablemente y el centro de repente llegó a tener seis grupos de primero de la ESO y otros seis de segundo, frente a los cuatro de ahora. «Aquello fue una barbaridad», cuenta. Además, las clases comenzaron con el centro aún sin acabar y todavía en obras. «A eso se sumó que convivieron dos sistemas educativos distintos y teníamos todavía alumnos de COU con los de enseñanza obligatoria, y además coincidieron dos cuerpos docentes porque la nueva ley trajo consigo que los maestros pudieran adscribirse a secundaria y aquí lo hicieron 15», relata Lidia, «ese encuentro de cuerpos también fue complicado porque trabajábamos en distintas condiciones, pero al tiempo se superó el trauma, el roce hizo el cariño y, al tener un objetivo común, aprendimos a convivir».

Evolución

Lidia ha sido testigo y partícipe de la evolución del centro desde sus distintas responsabilidades, pues alternó etapas como profesora con la jefatura de estudios y luego la dirección del centro. «La evolución del centro ha sido bestial, sobre todo después de que a partir de 2016 comenzasen a llegar los ciclos formativos», cuenta, ciclos que aterrizaron allí tras un convenio entre el Ayuntamiento de Mogán, que aportó financiación, y el Gobierno canario, que aportó personal.

En su etapa como directora, Lidia y su equipo han logrado  que el centro oferte varios ciclos de FP

En su etapa como directora, Lidia y su equipo han logrado que el centro oferte varios ciclos de FP / José Carlos Guerra

Los ciclos entraron al centro, pero Lidia rápidamente sacó a esos alumnos a la calle para participar en cualquier tipo de ferias, eventos o concursos en un afán por dar a conocer qué se imparte dentro de las aulas. «Teníamos muy mala imagen en el exterior, así que me puse como objetivo visibilizar todo lo bueno que hacíamos dentro», añade, «y lo hemos logrado: hemos transformado la imagen y conseguido que nos respeten como institución educativa». «Todo ha evolucionado, yo he visto aquí una educación elitista en la que solo pasaba al BUP el alumnado con buenas notas y el resto acababa en la FP, con la mala fama que tenía años atrás; hemos ido a una enseñanza obligatoria para todos, y eso es un logro para la sociedad, y hemos pasado ahora al reconocimiento del bachillerato y la FP», agrega.

En estos 36 años, Lidia logró poner en marcha en el IES Arguineguín un programa de atención al alumnado no hispanohablante. «Llegamos a tener más de 70 nacionalidades en el centro», recuerda, «un día rellenaba una ficha para que un alumno pudiera jugar al fútbol y otro ayudaba a un estudiante con las preguntas del examen de ciudadanía española para que luego él las preparara con su madre». Una labor de atención e integración, la de esta profesora, que cruzaba la frontera de las aulas. La educación es un instrumento para el camino, no un fin ni un destino, y si a las personas les das ese instrumento, les das todo», reflexiona, «para mi ser profesora ha sido abrir caminos y darles oportunidades a los niños».

Para Lidia, ser profesora le ha hecho «sentir viva» cada día. Se va orgullosa del trabajo realizado, y lo hará «donde me lleven mis alas». Unas alas que ya tienen varios destinos a los que volar porque ahora Lidia quiere dedicarle tiempo a una de sus pasiones, a estudiar teatro, y además quiere pasar temporadas en Australia. «Yo a Mogán solo le tengo gratitud; he hecho lo que he podido, he sido coherente y he hecho lo que debe hacer una funcionaria pública: prestar un servicio a la comunidad».

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